Mis dedos se movían a medida que daba pequeños golpecitos a mi escritorio. La clase transcurría lenta y aburrida. Ya casi no daban temas interesantes debido a que sólo faltaban dos meses para terminar el año; los profesores generalmente decidían hablar sobre la universidad y lo difícil que sería para nosotros.
Yo prefería no prestar atención. Ya me lo habían repetido lo suficiente y desde hace mucho sabia todo lo que quería para mi futuro: Ir a Harvard, estudiar medicina, luego volver a Inglaterra y vivir en Londres y ser una doctora reconocible y, en mi tiempo libre, modelo de las colecciones de la empresa de mis padres.
- Hey, Mad - Marina me llamó en un susurro -. Necesito que me pases el pdf del libro que me comentaste ayer.
- Bien, ya te lo paso - susurré de vuelta. Descubrí que a Marina le gustaba leer tanto como a mí y le recomendé mi saga favorita.
Ya había pasado poco más de un mes desde aquel día que descubrí el parentesco entre mi padre y el Sr. Ernest... O mejor dicho, mi tío Ernest.
Aún no había tenido las agallas para contárselo a Marcus, además, ya parecía muy preocupado con sus asuntos y se veía muy nervioso y cansado últimamente. Creo que no se lo contaría jamás, es decir, no hasta que se entere él por sus propios medios. Siento que se le hará más fácil olvidarme desde que empecé a ignorarlo. Ya casi no nos topamos y, cada vez que tiene que llevarme a algún lugar, traigo a Marina conmigo para evitar conversaciones indeseadas.
Ya había aprendido a vivir con la idea de que no podía seguir pensando a Marcus de esa manera. Era cuestión de adaptarse. Se me hacía más fácil gracias a que había vuelto a su faceta antipática. Pero, en vez de insultos y burlas, simplemente me ignoraba. Me dolía un poco, pero eso era lo correcto.
Al terminar la clase suspiré de alivio. Últimamente no tenía ánimos de nada y la escuela me ponía de mal humor.
Había aceptado mi puesto como co capitana de porristas, pero Janice había regado rumores sobre Amy que le afectaron un montón. Ella es muy obsesiva con su reputación y siempre quiere ser la mejor, por eso le molestó tanto. Incluso un día quiso pelear conmigo, pero le lancé café hirviendo encima y desde entonces dejó de intentar acercarse a mí con esas intensiones.
En entrenamiento hacíamos lo posible por no tener diferencias, pero era inevitable hacerle pequeñas bromas de vez en cuando.
Habíamos tenido dos partidos importantes desde que Amy se quedó con mi puesto y ambos habían salido muy bien. De hecho ya se acercaba el último partido del año, que era el de despedida antes del baile y estas semanas, para mi mala suerte, tenía muchas idas al gimnasio, lo que significaba encuentros con Amy y Janice.
Al final, Janice se había ido con ella. Estuvo de mi lado solo unas cuantas semanas y después se rindió y fue detrás de la pelirroja ladronzuela, rogándole el puesto de co capitana. La entrenadora, por suerte, no se lo había querido otorgar, ya que Janice realmente no es tan buena como gimnasta.
Mi vida social dió un giro brusco, pero no me molesta. Ahora prefiero sentarme en la mesa de Marina. He estado tan apagada que me importa una mierda lo que piensen de mí. Ni siquiera me arreglo como lo hacía antes. Ya llegué a un punto donde me sentía harta de todas las enseñanzas sobre reputación e impresiones que me había inculcado mi madre. Era mi último año y yo simplemente quería ser yo misma, sin aparentar nada más. Y eso estaba haciendo.
Marina siempre estuvo conmigo. Y Joe y Carlos también. Su amiga Anastacia era universitaria, como Marcus. A ella la veía de vez en cuando y siempre me lanzaba miradas fulminantes. Aún no sabía porqué me odiaba tanto, pero Marina descubrió eso y se alejó de ella.
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MI CHOFER.
Novela JuvenilMadeleine Berrycloth es una chica millonaria y mimada. Tiene una vida llena de lujos y comodidades, pero todo cambia un día, cuando su chofer de toda la vida se enferma y es reemplazado por su odioso e irritable hijo; Marcus Hoffman. Ambos se lleva...