Abrí mis ojos lentamente, tratando de enfocarlos a la luz. Lo primero que vi fue el techo de mi habitación, el cual se encontraba muy iluminado. En el reloj de mi pared marcaban las 9:30. Me había quedado dormida.
Me levanté de un salto de la cama, aún tenía el vestido de la noche anterior. Necesitaba bañarme y vestirme rápidamente para llegar al instituto, aunque fuera tarde. Un desagradable olor a vómito salía de mi vestido y entonces recordé toda la noche anterior: cómo me había empezado a marear, cuando la amiga de Marina me dijo superficial, cuando Marcus me recordó que yo era increíble, cuando lo vomité...
Oh, mierda.
Salí de mi habitación a paso rápido. Mi cabeza palpitaba y mi cabello mojado se sentía pesado. Fui a buscar a Marcus al jardín, pero no lo conseguí. Toqué tres veces la puerta de la cabaña y abrió Rosa, sacando una bolsa de basura.
- ¿Dónde está Marcus? - pregunté rápidamente.
- Él está ahí, pensé que hoy no irías a clases - Rosa me miró confundida -. Cariño hueles a vómito.
- Larga historia - respondí para luego correr a buscar a mi chofer.
Entré en la sala de la cabaña. Marcus dormía plácidamente en el mueble, el cuál estaba extendido; era un sofá-cama. Me acerqué a él y le pellizque un brazo, pero él ni se movió.
- Marcus despierta - lo sacudí.
- Cinco minutos más, mami - se quejó como niño y luego acomodó su cuerpo, dándome la espalda.
Me levanté y llené un vaso de agua fría del lavaplatos y luego se lo lancé a Marcus en la cara. Él se levantó dando chillidos de niñita, mientras repetía "Frío, frío, frío".
- ¿Qué te pasa, Madeleine? Estaba soñando que tenía una Lamborghini - me regañó furioso.
Reprimí una risa, se veia muy gracioso. Aún tenía los pantalones de la noche anterior, pero su torso estaba desnudo y todo empapado de agua.
- Llegaré tarde al instituto.
Marcus miró la hora en su celular - No me digas - respondió sarcásticamente - ¿Para qué vas a ir? Rosa puede llamar y avisar que te sentías mal, ya déjame dormir - se volvió a acomodar en el sofá, sin molestarse en secar las sábanas mojadas.
- Marcus, por favor - casi rogué. Enserio no quería faltar a clases. Apenas comenzaba el año y ya iba a gastar todas mis faltas.
- Argh - se quejó.
Rosa entró en la cabaña. Traía una canasta con ropa limpia.
- Maddy, creo que sí deberías quedarte - hizo una mueca -. Te ves pálida y ojerosa. Además, hueles fatal. Ven y te hago un caldo de pollo para que tomes color.
Sonreí ante las palabras de Rosa, dándome por vencida. En realidad sí me sentía fatal y con mucho dolor de cabeza.
- Está bien, me quedaré sólo porque insistieron mucho.
- Bien, ahora sal de aquí y déjame dormir - gruñó Marcus -. Pero también quiero sopa, abuelita - pidió como un niño.
Empecé a comerme el caldo que había preparado Rosa para mí, estaba delicioso. Mientras comía me puse a ver mis redes sociales. Algunas publicaciones de Marcus aparecieron en mi instagram. Fotos de su cara junto a miles de cuadros, junto a candelabros, junto al piso, el cual era muy lindo cabe destacar y también junto a sus nuevos amigos; los chicos que estaban con Marina. Me reí un poco y seguí bajando. Marcus era muy tierno, en realidad parecía un niño. La noche anterior no paraba de fotografiar todo lo que estuviera a su alcance.
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MI CHOFER.
Teen FictionMadeleine Berrycloth es una chica millonaria y mimada. Tiene una vida llena de lujos y comodidades, pero todo cambia un día, cuando su chofer de toda la vida se enferma y es reemplazado por su odioso e irritable hijo; Marcus Hoffman. Ambos se lleva...