La mano de mi padre se ha estrellado por segunda vez contra mi mejilla derecha, ésta duele como el demonio, mis costillas, piernas y espalda arden ante sus latigazos, ha estado torturándome hace quince minutos y todo me arde.
— ¡Eres una zorra, HaRa! —gritó hiriéndome más con sus palabras, lo miré sollozando en silencio y sintiéndome como lo que decía, sólo sus palabras me hacían caer en la oscuridad— ¿¡Cuando vas a entender!? ¿¡Ah!? —me dió un latigazo como si se tratase de un animal— ¿¡Cuando!?
— P-Pero...p-papá, yo no he hecho na... ¡Ah! —jadeé de dolor al sentir otro latigazo, esta vez en mi pierna.
— ¿Te atreves a contradecirme, no? ¡Zorra! —mis lágrimas no pretendían parar de salir, quería seguir llorando porque entre sus latigazos y las palabras cada vez más hirientes que salían de su boca, estaba al punto de desmayarme por tanto— ¡Eres igual a tu madre! ¡Zorra!
— ¡Ella no era nada de eso! —me atreví a decir, sabía que después de esto lloraría de verdad— ¡Ella era la mejor! ¡Ella sí me apoyaba! ¡Ella...!
— ¡Cállate! —ordenó cuando estrelló su mano contra mi rostro, en mi boca comencé a sentir el sabor a metal.
Exactamente fueron diez años sufriendo este maltrato. Mamá no está, cuando yo tenía trece años encontraron su cuerpo en un callejón, sin vida y también sin una gota de sangre, en su cuello habían dos marcas y éstas dejaban en claro que había sido una mordida pero nadie entendía cómo había pasado. Desde entonces, papá se volvió un drogadicto y siempre que llegaba a la casa traía alguna mujer cualquiera con la que se acostaba y lo admito, era asqueroso escuchar a ese hombre gemir con la zorra que tenía en su cama.
Cuando cumplí los veinte años, decidí irme de casa viniendo a Seúl donde vive una prima, es hija de la hermana de mi madre, ella me brindó un techo, nunca me faltó un plato de comida en la mesa y de ella recibí el apoyo que siempre quise tener de alguien cuando mamá no estuvo, no era lo mismo, por supuesto pero necesitaba el cariño de alguien y todavía...
Lo estoy necesitando.
— ♦️ —
— ¿HaRa? —me llama sacándome de mis pensamientos— ¿Estás bien?
— ¿Por qué preguntas, Soo? —me muestro confundida.
— Te veo distraída—dice sentándose a mi lado. Estamos en la universidad pero es hora del almuerzo, hemos venido hace dos minutos exactamente— ¿En qué piensas, HaRa? —acaricia suavemente mi cabello.
— Estaba...recordando...
— No, no, espera—me detiene—No lo digas, por favor—pide sabiendo lo que iba a decirle—HaRa, quedamos en que te olvidarías de eso.
— Es difícil, SooJin—respiro profundo.
— Intenta no pensar en eso—toca mi hombro—Si llegan esos recuerdos intenta distraerte y evítalos.
Bajé la cabeza sabiendo que es cierto lo que me dice, SooJin es la única que ha estado de mi lado desde que llegué a Seúl, le avisé antes de venir y con su consentimiento he podido quedarme en su casa, ella dice que es mía también pero me niego, no quiero darle problemas a nadie, no quiero ser una carga tampoco y los recuerdos siguen haciendo que me pesen los hombros. Ese hombre que se hacía llamar "padre" me lastimó mucho, me abusó de todas las formas posibles, desde que huí me prometí a mí misma no confiar en nadie porque hasta tu familia puede traicionarte.
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♯. ⊱✯ Euphoria | JJK | COMPLETA | ✯
Fanfiction𓂃𔘓 No necesitaba más problemas además de los que tenía en Daegu, ahora tengo otros en Seúl cuando sólo llevo un mes aquí. Es como si tuviera un imán de problemas, no me di cuenta que era algo mayor hasta que lo comprobé por mí misma. En esto no es...