29 de diciembre
Los hombres son la especie más incomprensible.
Este tipo, Bright, nunca vino a ver el muñeco de nieve. Si alguien me hiciera un muñeco de nieve, yo iría a verlo, pero que se puede hacer. Es lógico.
La Sra. Basil E. llamó para avisarme que el muñeco se había derretido. Pensé: ser como tú es horrible, Bright. Un chico te hizo un muñeco de nieve, usando galletas Lebkuchen para formar los ojos, la nariz y la boca. No sabes lo que te has perdido. Aunque, según mi tía, el fallecimiento del muñeco no debía ser motivo de preocupación. «Si el muñeco de nieve se derrite, haz otro y ya está», afirmó.
El ilógico Toptap se despertó de su gripe y rompió de inmediato con Mike, porque este último se fue a Puerto Rico a visitar a su abuelita durante dos semanas. Toptap y Mike decidieron que su relación todavía era demasiado nueva y frágil como para sobrevivir a una ausencia de dos semanas, así que decidieron terminar de mutuo acuerdo. Lo hicieron con la promesa de que podrían volver a estar juntos cuando Mike regresara, pero si alguno de los dos llegaba a conocer a alguien en ese lapso de dos semanas, tenían luz verde para seguir adelante. Para mí, eso no tiene ningún sentido. Con esa clase de lógica, se merecen el uno al otro o no tenerse el uno al otro, según cómo resulte. Los chicos están locos... demasiado dramáticos.
¿El peor infractor masculino? El abuelo. Se va hasta Florida en Navidad para pedirle matrimonio a Mabel y ella lo rechaza, entonces vuelve enfadado a Nueva York el mismo día de Navidad, convencido de que la relación ha terminado. Cuatro días después, el 29 de diciembre, decide regresar a Florida, con un rotundo cambio de opinión.
—Voy a resolver este asunto con Mabel —nos anunció durante el desayuno a Toptap y a mí—. Me iré en unas horas.
Aun cuando no me entusiasmara mucho la idea de que el abuelo y Mabel formaran un vínculo más permanente, supongo que podría acostumbrarme si eso lo hacía feliz. Y desde un punto de vista práctico, alejar al abuelo de la ciudad era además un punto a mi favor para impedir que estuviera todo el tiempo preguntándome a dónde iba, justo cuando las cosas empezaban a ponerse interesantes en Winlandia.
—¿Cómo piensas resolver las cosas? —preguntó Toptap. Su cara seguía pálida, tenía la voz ronca y la nariz le goteaba, pero se estaba comiendo el segundo plato de huevos revueltos y ya había devorado una pila de panes tostados con mermelada, de modo que era evidente que se sentía mejor.
—¿En qué estaría pensando con eso de casarnos? —exclamó el abuelo—. Es un concepto anticuado. Voy a proponerle a Mabel una relación exclusiva. Sin anillo, sin boda, solo... compañeros. Yo sería su único novio.
—Adivina quién tiene novio, abuelo —preguntó Toptap con tono desafiante—. ¡Win!
—¡No es cierto! —respondí de manera contundente pero tranquilo, en un tono para nada chillón.
El abuelo me miró.
—No se te permite tener novio hasta dentro de veinte años, Winsito. Es más, que yo recuerde, tu madre sigue sin permiso para tener novio. Pero de algún modo logró escabullirse.
Al escuchar su nombre me di cuenta de que echaba de menos a mi madre. Con mucha intensidad. La semana pasada había estado demasiado ocupado con el cuaderno y otras desventuras imprevistas para acordarme de extrañar a mis padres, pero de repente quería que volvieran a casa ya mismo. Quería saber por qué creían que era buena idea mudarnos a Fiyi, quería verles las caras penosamente bronceadas y quería pasar el rato con ellos, hablando y riendo juntos. Quería ABRIR MIS REGALOS DE NAVIDAD DE UNA VEZ POR TODAS.
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El cuaderno de desafíos de Bright y Win
FanfictionPor un momento, imagina que eres un joven de 16 años, elegante y con un punto snob: La Navidad está a la vuelta de la esquina; en Nueva York todo está preparado para las fiestas, aunque prefieres refugiarte en tu librería preferida y perderte entre...