Capítulo 9

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Finalmente había caído la última nevada. Las flores comenzaban a aparecer en la vegetación impregnada en los edificios de la parte abandona de la ciudad. Podría ser una época conveniente; más agilidad al viajar, comida, paisajes, pero hacía que la gente dudara si alguien tenía una simple alergia o estaban contagiados. Las falsas acusaciones no cesarían en los siguientes meses. Cientos de veces, el grupo de las chicas habían matado o desterrado a sus propios compañeros por las dudas, pero lo normal era matarlos; depende de que tan bien le cayeras a los demás en el pueblo o a Ismael.

El día ya estaba a punto de acabarse. En otras circunstancias, Erin no aprobaría que se detuvieran, ella insistía en seguir avanzando por miedo a que esa gente los alcanzara, pero esta vez incluso ella debía aceptar que ni ella misma ni Ali estaban en buen estado. Ali llevaba cojeando desde ya hace varias horas, luego de que la adrenalina se le hubiera pasado y Erin llevaba horas tambaleándose a espaldas de Kotomi, amenazando con caer en el pavimento. La última vez, Kotomi tuvo que usar cada musculo de su cuerpo para evitar que Erin se fuera de espalda, justo en ese momento le suplicó que ya era hora de descansar, a lo cual Erin asintió débilmente. habían pasado ya varios días desde que habían visto a esa gente por última vez, y no les sorprendería encontrárselos en el siguiente cruce. Kotomi comenzaba a considerar que ya los habían perdido. Si se volvían a encontrar con ellos, tendría que volver a matar, ¿cierto? Tendría que volver a ver a Erin perder la cabeza por su propia supervivencia, vería personas perder extremidades, se vería obligada a jalar el gatillo una vez más. Debía hacerlo, los odiaba a todos, sobre todo porque representan a Ismael en cada acción que hacen. "ellos son cómplices de lo que me hizo Ismael," se convenció.

Se detuvo un momento para ver sus manos, de repente estas estaban temblorosas y llenas de sudor. ¿y si la próxima vez era ella la que perdiera su mano izquierda, o Erin, Iván o incluso Yuri. Era complicado descifrar por qué solo perder una parte de ellos, cuando la posibilidad de perderlo todo como Henry o su madre era más que evidente. Sea como sea, no pudo borrar la imagen de Erin arrastrándose debajo de dos cadáveres, ni tampoco sus gritos. Jamás había escuchado sus gritos.

Kotomi extendió su mano para poder acariciar a Ali, ella agitó sus orejas y pegó su cabeza a la mano de Kotomi como si supiera que estaba ahí para ella. Se bajó de la montura de un salto, y al no ser tan alta se lastimó los tobillos, disimulo su dolor para que Erin no se burlara de ella. Después de unas cuentas horas sobre Ali, necesitaba estirarse para sentirse más despierta, en eso notó que después de todo eso, Erin aún se bajaba del animal lentamente.

-¿Necesitas ayuda? -Preguntó Kotomi casi susurrando, sin apartar sus ojos de cada movimiento que hacía Erin al bajarse del animal.

Erin movió su cabeza prudentemente de lado a lado. Se acercó al animal e inspecciono la herida que le habían dejado. Estaba cubierto de sangre seca y se podía apreciar la brecha por donde había pasado la bala, asombrosamente no salía mucha sangre.

-¿Crees que va a estar bien? Se ve bastante mal.

-Necesita descansar.

Señaló la herida. En realidad, la bala nunca entró, era una herida superficial. Kotomi se alivió un poco hasta que su mirada pasó del animal hasta parar en el brazo de Erin, con el cual señalaba la herida. Tenía varias cortadas a lo largo de su brazo.

-Joder, Erin, tu brazo. -Bramó Kotomi.

-Baja la voz.

Su visión se nubló y solo se le ocurrió poner sus manos temblorosas encima de los brazos de Erin. Rápidamente se mancharon de sangre.

-Dime que hacer, Erin.

-Lo primero es relajarte, no es tan malo. Lo segundo, quita tus manos de la herida, la vas a infectar.

KotomiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora