Final

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Habían pasado unos cuantos días desde el ataque a el escondite de esa gente. Los rebeldes se habían escondido nuevamente en la ciudad, por un tiempo habían decidido llevar un perfil bajo. Su nuevo plan era lograr llegar a ciertos sectores de la ciudad, de lo único que debían preocuparse por el momento seria de que no se enterraran de que eran inmigrantes, pues si la ciudad había prosperado todos esos años, había sido porque cerró sus puertas a todo el mundo. Por el momento no había ninguna noticia importante de los terroristas, los militares estaban bastante seguros de que habían eliminado a la mayoría y que probablemente se había disuelto.

La llegada de los rebeldes y de la famillie había provocado que se diera el primer caso de virus en la ciudad después de más de 15 años. Las medidas de seguridad habían incrementado desde ese entonces. Esto era algo que había salido en todas las noticias, de seguro fue otro inconveniente para los rebeldes.

Justo cuando lograron salir del escondite de esa gente, Kotomi y Erin lograron escapar del grupo de los rebeldes con la ayuda de Yuri. Estaba claro que no le pasaría nada bueno a aquel hombre luego de que los demás se enterraran que el plan de Yuri siempre fue la venganza de su amigo, por lo que la sentencia de muerte no era muy difícil de recibir. Como sus intereses se habían visto relacionados, ambas partes se vieron obligadas a cooperar y así hacer la vista gorda de los pecados entre los dos. Era difícil saberlo, pero era posible que habían mandado a algún grupo a buscarlos a los tres, pero como ya dije, aun hacía falta tiempo para estar seguros de esa suposición. Por supuesto tampoco habría forma de saber qué pensaría Hannah al saber que las chicas se vieron obligadas a asesinar a sangre fría a algunos de los rebeldes para poder escapar. Si tenía suerte, Erin jamás sabría si la odiaría después de ese día, después de todo lo que pasó. Kotomi tampoco se quedaba atrás al pensar que había sido de su único amigo de los rebeldes. Sin duda dejaron a aquel grupo en los peores términos posibles, jamás hallarían resguardo de nuevo en aquel lugar, y así lograron conseguiré enemigos nuevos.

Era otro día igual de ventoso. El sol ya se estaba poniendo en el horizonte, y así comenzó a pintar de bellos colores las calles de la ahora corrompida ciudad. Los colores eran dorados y el horizonte se pintaba de un claro rosado tímido, las aves cantaban al ver el día terminar y sin duda muchos se sentirían en calma por la quietud de esa tarde, mientras que otros no podrían dejar de pensar en los últimos días. El cielo tenía un toque rojizo, sin duda era un paisaje hermoso y lo mismo pensaría Kotomi, pero no tenía cabeza para eso en ese momento. Después de que fuese seguro para los dos salir, finalmente viajaron a las afueras de la ciudad. Resulta que la madre de Kotomi había nacido en esa ciudad. Vivía apartada de la ciudad, en la costa. Su hogar era una casita bastante pequeña y humilde. Había fotos de Ismael y ella juntos, parecían bastante felices juntos y Kotomi no pudo evitar ver lo diferente e inocente que se veía Ismael sin su barba. sin embargo, no había ni una solo foto de Kotomi en aquella casa.

Yuri se encontraba fuera de la pequeña casa esperando a que las chicas terminaran, pues sentía que era algo personal que debían hacer ellas. Además, trataba de moverse lo menos posible para que los puntos que Erin le había hecho en su ausente brazo no se desprendieran; también era común que se cansara más de lo usual ahora que le faltaba su brazo y apenas había sido tratado.

-Creo que podemos esparcir las cenizas de tu madre y Henry aquí.

Kotomi solo asintió a la recomendación de Erin. Se acercaron al borde del precipicio. Justo debajo estaba el mar. Kotomi sacó de su bolsa las cenizas de su hermano, de su madre; solo faltaban las de su padre. Era una bolista de cuero pequeña, desató el cordón que lo mantenía todo en su lugar, y con su mano tomo las cenizas y las esparció en el precipicio. Erin tomó un poco y esparció el resto de las cenizas de su amante. El viento se encargó de llevarse las cenizas lejos de ellas. Junto a su pasado. Ahora eran libres de decidir qué harían.

-Ahora pueden descansar. Madre, Henry. -musito Kotomi. -y tú también, Papá.

A la distancia se podía ver el mar y a un lado se podía ver el resto de la ciudad. El sonido del mar golpeando la costa sin duda era reconfortante. Era un momento de paz que se habían ganado, pero por alguna razón, era difícil de disfrutarlo.

-Kotomi, lamentó lo que paso.

-Dime, Erin, ¿lo volverías a hacer? Aun sabiendo que te perdonaría si tuvieras una segunda oportunidad.

-Kotomi. -hizo una pausa. -Yo.

-Te rogué que te detuvieras, pero no te detuviste. Cerré los ojos por ti, y de verdad te juro que esperé que fuese un sueño, pero cuando abrí los ojos y te vi, no eras tu.

-Sabes cuánto daño ha hecho. Hizo.

-Si lo sé, pero ahora me heriste a mí.

-Podremos discutir de esto en nuestro camino fuera de la ciudad.

-Erin, no creo que quiera seguir a tu lado. No creo que pueda. Por mucho que quiera, ya no te puedo ver sin que sienta esta punzada en mi barriga.

-¿Estás bromeando verdad?

-No, no esta vez. Me acompañarías a esparcir las cenizas de mi madre, es en lo que quedamos hace un año atrás. Pues aquí estamos finalmente.

-De acuerdo. -dijo manteniéndose serena. -Si te vas a ir, lo menos que puedo hacer es dejarte que te vayas con Ali, creo que me las podre arreglar con la yegua de Yuri.

-Sabes que eso no cambiara nada, ¿verdad?

-Lo tengo bastante claro. -afirmo sin apartar los ojos del mar.

-Ok. -fue lo último que dijo Kotomi. Pensó en decir algo más pero no sabía que era. Asique se fue sin decir más.

-Cuídate, Kotomi. -dijo Erin, pero Kotomi ya estaba demasiado lejos para poder responder.

Erin se quedó ahí sentada, apreciando las vistas. Kotomi se levantó de su lado. Dio unos pasos para alejarse de ella, no quería irse. Aun así, después de dar un respiro hondo, se marchó y dejo a Erin sola. De los ojos de Erin salieron unas débiles lágrimas. Lágrimas que contuvo desde el día que murió Isae.

-Fin- 

KotomiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora