La ONPD tenía la zona completamente cubierta, cada calle era vigilada por al menos una patrulla de militares. Toda esta protección resultaba ser para una caravana de más vehículos que provenían de la parte poblada de la ciudad. El motivo de este comportamiento era complicado de descifrar, pero escuchando las conversaciones de estos a lo lejos, seguramente estaban alertas a cualquier emboscada de los rebeldes, y ahora que habían asesinado a sus compañeros, no podían pasar por alto a las intrusas.
Mientras la caravana avanzaba a paso seguro, los demás militares revisaban con cautela cada edificio de alrededor, asique las chicas buscaron refugió en el edificio más cercano que encontraron. Estando seguras, Kotomi se limpió la sangre de la cara con la manga de su camiseta.
-Te dije que no te alejaras de mí, y lo primero que hiciste fue meterte con un grupo completo de militares -bramó Erin.
Kotomi se apoyó sobre sus rodillas para poder recobrar el aliento.
-Como se supone que iba a saber que había una maldita caravana detrás de nosotros.
-Literal escapamos de una jodida guerra, me parece que era más que claro que algo así podía pasar. ¿Y quién era ese hombre que te estaba hablando?
-El chico murió por mi culpa.
-¿Kotomi, ¿qué hiciste? -volvió a preguntar Erin
-Pensé -dijo Kotomi e hizo una pausa. -Pensé que ellos podrían ayudarnos.
-¿Y bien? -Erin demandó una explicaron.
-¿Y bien qué? -replicó Kotomi alzando la voz.
-Te dijeron dónde está la biblioteca, ¿o no?
-No entiendes, Erin, no se los pregunté. No era la ayuda que buscaba. -confesó Kotomi encogiéndose.
-¿Entonces que cojones estás planeando, Kotomi, que mierda crees que estamos haciendo aquí? Esta no es una puta aventura en el bosque de las hadas, ni tampoco estamos en el pueblo. Todo el mundo aparte de nosotras nos quiere muertas. No tenemos tiempo para las dudas que tengas, estas o no estas ahora. Los militares están llegando, asique tomas tu decisión rápido. ¿Quieres vivir o vas a morir como un perro?
El dolor de una mujer interrumpía la conversación de las chicas, había alguien más en aquella habitación. Las chicas se quedan en silencio para agudizar el odio y observaron detenidamente el pasillo por el cual provenía el llanto. Esa tos era difícil de no reconocer, no taparse los rostros era un lujo que no podían darse. Se escuchó un leve crujido a sus espaldas, al parecer solo Erin logró escucharlo, aun así, no vio nada. Caminaron por la oscuridad del largo pasillo, evitando que las vieran atravesé de las ventanas; y aunque estas fueran casi trasparentes, era una leve ayuda a esta intención.
A cada paso que daban al interior del edificio, la intensidad de los quejidos aumentaba. La tos de esa mujer no era como cualquier otra; en lugar de fluidos regulares, el sonido que desprendía su garganta era como triturar piedras con cuchillas sin filo. Lo que presenciaron era lo que esperaban, había una mujer moribunda en el suelo. Tenía todo el cuerpo cubierto por telas de varios colores, las cuales la suciedad era lo único en común entre ellas, aun así, se lograba ver la piel rasgada, posiblemente a causa del frio... o de algo más. En sus manos tenía un bulto cubierto de trapos ensangrentados.
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Kotomi
AventuraHan pasado años desde que la humanidad se llevó a si misma a su autodestrucción, y ahora los pocos supervivientes de este quebrantado mundo se ven obligados a hacer lo que sea por sobrevivir un día más; muchos viajan solos, otros viajan en facciones...