— Pero... — Harry lo miraba sorprendido — ...¿qué persona tan horrible crees que soy?
- Eres un rey... eso te hace una asquerosidad de persona naturalmente...
Harry vio cómo cerró los ojos firmemente, como si esperara que lo golpeara. Él solo lo miró totalmente sorprendido... ¿así de horrible era?
— Yo no... yo nunca he hecho eso... Yo no me paso el día sentado... no tengo lujos, esta habitación es igual que todas las del palacio y las de las ramas... no todas las del reino son iguales, pero al menos sé que viven en condiciones más que dignas, en condiciones cómodas, buenas. Lo sé, porque yo, personalmente, he ayudado a muchos a construir sus hogares... el hogar de Marcus, de Anthony, de Dean y Seamus, de Owen, de Jeremy...
El hombre de pelo platino abrió sus ojos y lo miró con recelo; aunque le sorprendía que supiera los nombres de sus súbitos, nada le aseguraba que no estuviera solo inventándolos.
— Yo... jamás dejaría que algo tan malo le pasara a alguien de mi reino... ¡Por Merlín! ¡Dejarlos morir de hambre! ¡¿Qué clase de monstruo haría eso?! ¡Reírse de su desgracia! ¡Ni en mis peores pesadillas me lo imaginaría! ¡Mierda! ¡¿En qué tipo de mundo vivías tú?!
Draco percibía el verdadero horror emanando en cada expresión, en cada palabra, y decidió confiar más o menos un séptimo (1/7) en él. Draco suspiró cerrando su libro finalmente.
— En uno muy horrible, Potter... en uno muy horrible...
— ¿Cómo sabes mi apellido?
La voz de Harry no sonaba sorprendida, después de las atrocidades que le había dicho el forastero, era incapaz de sorprenderse por minucias como esa, ahora su voz solo sonaba distante.
— Lo leí, en este libro... "Directorio de sangre pura"...
— ¡No deberías estar leyendo eso! ¡Dámelo!
Harry prácticamente se lo arrebató de las manos, lo que hizo que el ojigris lo mirara con reproche.
— Me dijiste que podía leer lo que hubiera en tu biblioteca... y no es como si hubiera algo malo en ese libro. Este, "Secretos de las artes más oscuras", este sí es horripilante, los horrocruxes... - Draco se interrumpió cuando el rey le arrebató de las manos el segundo libro también – Oh, déjame adivinar, aquí también censuran el conocimiento, no te permiten leer nada que no sea aprobado, ¿verdad?
Draco bufó y se levantó de su silla.
— No es eso, es solo que estos libros son realmente horribles y malvados. Bueno, vale, el de la sangre pura es solo discriminatorio, no tiene nada realmente maligno... pero Secretos de las artes más oscuras... esto es lo más horrible que puede existir y si se lo ocultamos a la población es porque pueden ser muy peligrosos con información como esta...
— Quieres decir que no confías en tu gente, ¡¿eh?! ¡No tienes pruebas de que así sea! Lo único que quieres tenerlos a todos controlados, ¡¿verdad?! Para que no se opongan a ti y...!
— ¡¡¡LO DIGO PORQUE TENGO PRUEBAS!!! ¡Existe el mal! ¡El verdadero mal! ¡Ya han existido dos personas que se quisieron aprovechar de las artes oscuras e hicieron mucho daño! ¡Una de ellas asesino a mis padres y mi hermana!
Harry respiró hondo para intentar calmarse. Le había revelado algo muy personal al forastero en medio de la disputa.
— Me iré a cenar, si quieres algo, la cocina está en el corredor, tercera puerta a la derecha... - Dijo fríamente, sin mirarlo
Harry avanzó hacia las escaleras, pero antes de que empezara a subirlas sintió una mano que lo retenía, tomando su brazo. Se volteó y vio a Draco, con una expresión clara de arrepentimiento.
— No quiero oír ni una palabra...
Harry se soltó de su agarré y continuó su camino.
»»»»»»»»
Draco se removió en su cama, sin poder conciliar el sueño. El rey no había mentido, todas las camas del reino eran igual de cómodas que la suya. Todas las casas eran maravillosas. Se supone que solo le dieron algo "temporal" en lo que podía construirse algo "mejor", pero era hermoso y tenía todo lo necesario para vivir.
Después de aquel día en el que se había dejado llevar por los impulsos (como nunca hacia), no había vuelto a ver al rey. Lo habían cambiado a un refugio temporal. Un guardia lo visitaba todos los días para revisar su marca, que no había vuelto a desaparecer en esas dos semanas.
El rey había ordenado que le dieran una varita (aunque no se supone que se la dieran hasta que la marca desapareciera), y Draco había estado practicando con ella, le iba muy bien, a decir verdad. Casi no salía del refugio solo cuando los otros le iban a dar la bienvenida, eran todos muy cálidos.
— Wingardium leviosa... Aguamenti... Incarcerous... Diffindo...
Draco había tomado su varita para jugar un rato. Todos los hechizos le salían bien. Últimamente tenía problemas con el Incendio, pero no tenía ganas de practicarlo en ese momento.
Draco se preguntó si era posible enamorarse en un día... es que dios la forma en que extrañaba, pensaba y sentía no era normal cuando se trataba... de los libros... cómo le habían encantado aquellos libros que había leído (exceptuando tal vez el de Secretos de las artes más oscuras). Eran tan mágicos e increíbles.
Draco interrumpió sus pensamientos cuando sintió que algo cambiaba en el ambiente. De pronto sintió un pánico que creía no le pertenecía... se abría paso entre sus otras emociones, hasta inundarlo... puro, salvaje, incontrolable y definitivamente impropio. Se levantó asustado, incapaz de seguir sin actividad, empezó a respirar entrecortado y a sudar, mientras caminaba de un lado a otro.
Entonces lo sintió, un pequeño dolor agudo en el muslo, no se comparaba con todo lo el dolor que Draco había sufrido en su vida; era tan mínimo, que se sorprendió de haberlo notado. Bajó la mirada para observar aquel verde dardo que se había clavado en su muslo.
— Oh, mierda
Y así como así, sin nadie que atestiguara ese momento, Draco Malfoy cayó al suelo inconsciente.
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El Paraíso Eterno
FanfictionDraco tenía todo bajo control; saquear, viajar por el mar, beber y cantar con sus piratas era su vida, ellos eran su familia. Lastimosamente, no todo es eterno y esa vida que llevaba, era una de las cosas que no lo es; así que cuando cometió el erro...