Epílogo: En otra vida

223 27 11
                                    

Draco estaba furioso. ¿Cómo se atrevía a humillarlo así? No había aceptado su mano por estar con un tal Scorpius, se había quedado mirandolo sin decir nada, hasta que el profesor Black les había ordenado acomodarse para entrar al gran comedor. Bueno, ¿de qué le servía el tal Harry? Era hijo de un simplón, un tal Tom. Para la opinión de Draco, ni siquiera era su padre, se veía muy joven para eso. En fin, Harry Riddle le caía absolutamente mal. Jamás en su vida trataría de acercarse a él de nuevo. Más que eso, le diría a su padre que lo envenenara... aunque probablemente no le haría caso, pero de todas formas tenía que intentarlo. 

– ¿Por qué estás tan enojado? 

– Nada, el idiota de ahora rato...

– ¿Riddle? Vamos, ¿sigues enojado por eso? ¿Es que te gusta?

Draco se sonrojó violentamente por las palabras de su amigo.

– ¡Cállate, Albus! 

Él solo rio. 

– por supuesto que no... Es un idiota.

– Eso ya lo dijiste...

– Y lo seguiré diciendo.

–Vamos, presta atención, ya casi va tu turno.

Por alguna coincidencia del destino... o tal vez no... Albus y Scorpius fueron seleccionados para Ravenclaw, separados de sus recientes amigos, quienes quedaron ambos en...

– ¡¡SLYTHERIN!!

Draco observó a Riddle caminar hacia su mesa. El destino era un idiota también. ¿No podía ese imbécil simplemente quedar en Gryffindor? ¿Porque Albus había quedado en Ravenclaw y no Slytherin? De nuevo, el destino era un idiota. Sorpresivamente, el chico se sentó a su lado, pero Draco se dedicó a ignorarlo. Su padre se levantó y dio unas palabras de bienvenida. Una vez empezó el banquete, Draco se dedicó a buscar sus platillos favoritos (que su padre se había encargado de requerir. Ventajas de ser el hijo del director), pero una voz junto a él lo interrumpió. 

– Lamento no haber tomado tu mano...

Draco dirigió su mirada al chico, y observó como sus mejillas se teñían de un leve rojo . 

– ...es que me congelé.

Draco levantó una ceja con incredulidad, lo que hizo que el color de sus mejillas se intensificara. 

– ¿Te han dicho que tu belleza es paralizante? 

Draco lo observó con sorpresa, mientras un rubor parecido al del chico cubría sus propios pómulos, sin saber qué contestar. 

– Sí... sí... me lo han dicho... muchas veces...

Harry le sonrió. 

– Entonces déjame decírtelo de nuevo.

Draco bufó con fastidio, aunque su corazón estaba acelerado. 

– Eres un idiota.

Harry rio alegremente, como si hubiera dicho algo realmente gracioso. 

– Tal vez tengas razón... ¿Por qué no lo descubres? 

Draco sentía que su corazón latía tan fuertemente, que el hermoso chico frente a él podría escucharlo. Ruborizado y sin poder decir ni una palabra, se encogió de hombros y siguió buscando comida, aunque ya no le importaba cuál era... menos cuando una mano se posaba sobre la suya bajo la mesa. 

Tal vez muchos dirán que aquellos no eran los reyes que habían sufrido tantas adversidades para llegar a amarse... ¿pero realmente importa? Eran Harry y Draco... y tal vez en está vida lograrían encontrar su amor sin tantos dramas.... 

...o tal vez no.

El Paraíso EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora