Capítulo dos: No siempre quien sonríe es feliz.

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"Las personas que prefieren estar solas tienen algunas malditas razones para ello"

(Charle Bukowski)

La vieja Nona miró la fantástica escena desde la puerta principal, si sus ojos no le estaban fallando, aquel chico no era otro que el vendedor del centro comercial, pero ¿qué hacía en esas fachas?, a veces el destino tiene una manera asombrosa de actuar, salió a su encuentro antes de que su nieto malhumorado lo ahuyentara.

- ¿Nona? – Preguntó él, fijando sus amables ojos cafés en ella.

- ¡Querido!, ¿pero que les ha pasado?

- Estos pequeños estaban deambulando por ahí, solo me ofrecí a traerlos.

- ¿Cómo se conocen ustedes? – Ohm fue quien formuló esa pregunta. La Nona ignoró la pregunta de su nieto y habló de nuevo.

- Creo que es mejor que entremos a casa.

- No, es mejor que me vaya a tomar una ducha, Nona. Algo me dice que no olemos precisamente a rosas. – Los chicos volvieron a reír, pero ella insistió.

- ¡Tonterías!, entra, aquí tomarás una ducha.

- No quisiera molestar Nona. – Esas palabras estaban dirigidas a su nieto que aun no terminaba de entender las circunstancias en que sus hijos acabaron así de sucios.

- ¡No te vayas!, quédate un ratito. – Dijeron los niños a coro, aferrándose a sus manos.

- Tengo que irme, además no tengo ropa. –El chico se agachó para estar a la altura de los niños.

- Te podrás ropa de papá. – Ofreció Samy. - ¿Verdad Papá?, ¿él puede?

- Si, por supuesto. – Respondió incapaz de negarle nada a ese pequeño, sobre todo por que tenia que enterarse que había pasado realmente. – Por favor pasa, puedes ducharte en la casa, te prestaré algo de ropa.

- Si, además tenemos una conversación pendiente. - Dijo la Nona, girándose de inmediato hacia la casa para no darle ninguna oportunidad de oponerse. – Vamos niños. – Gritó ella después.

- ¿Vamos? – Le preguntó Ohm. El chico le puso mala cara, pero lo siguió. Detrás de él también caminó el pequeño cachorrito.

Al llegar a la entrada de la casa, Ohm llamó a alguien del servicio.

- Señora Nez, por favor ordene que alguien bañe al cachorro y le dé algo de comer.

- Si, señor. – Contestó la mujer de unos cincuenta años.

- Y por favor también que suba alguien para ayudar a la Nona con los niños.

- Si, señor. ¿Y el joven? – Preguntó ella.

- Yo me encargo del joven. – Dijo. - Sígueme..., no recuerdo tu nombre.

- No se lo dije...

- ¿Y cual es?

- Fluke...

- ¿Fluke?, ¿así a secas? – Preguntó subiendo las escaleras.

- Fluke Siripongthon. – Dijo. – No le daré la mano. – Le mostró sus manos cubiertas del lodo ya casi seco.

AMOR SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora