Capítulo ocho: El día once de cada mes.

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"Nadie puede decirte cuando te tiene que dejar de doler. Deja que te duela tanto como la importancia que tuvo para ti. Es un proceso, tómate tu tiempo para volver a sonreír"

(Alejandro Ordoñez)

Era él, siempre fue él y siempre sería él, ese chico a quien le debía tanto, ese mismo chico que le enseñó lo que era el amor, ese mismo chico que lo estaba besando apasionadamente, era él, a quien creyó haber perdido para siempre.

Cada suspiro que salió de sus labios fue volver al pasado, fue un nuevo despertar, uno que estuvo suspendido en el aire por demasiado tiempo, ¿dónde había estado?, Kao habló de un accidente, Kao habló de un trauma. Pero, aunque moría por saberlo todo, le fue imposible hablar, solo quería sentir y hacerlo suyo una vez más.

Sus manos recorrieron su cuerpo, recordando gemidos y palabras dichas, su declaración de amor, su decepción y sus lágrimas cuando le dijo que estaba casado, ¿cómo pudo ser tan ciego?, si hasta olían de la misma forma, tenía tantas ganas de abrazarlo y besarlo hasta enloquecer, con miedo de que al despertar desapareciera nuevamente.

Besó su frente, sus mejillas y sus labios, mientras se quitaba el resto de la ropa, cuando su piel se puso en contacto con la suya quiso gritar de satisfacción, estaba tan caliente, inmediatamente Fluke lo envolvió con sus piernas, impaciente por sentirlo, inquieto.

- Despacio, no hay prisa... - Le dijo bajando para besar sus ojos.

- Te necesito, por favor, ya no me hagas esperar. - Esa suplica le llegó al alma, antes lo había echado de su vida, ahora tenía una oportunidad no iba a desperdiciarla.

Deslizó un dedo entre sus muslo y hacia arriba atravesando, él se quedó sin aliento cuando penetró aún más profundamente, y volvió a gemir cuando Ohm se llevó el dedo a sus labios. - Estás mojado. - Jadeó cuando junto sus labios nuevamente, mientras Fluke levantó la mano para acariciarlo bajando por su pecho, estaba duro y sus pezones rogaban que jugara, Ohm se mantuvo quieto sintiendo como exploraba, olía a gel de ducha, mezclado por su íntimo olor.

Paso sus dedos más abajo, sobre su estómago y más abajo para tomar posesión de su pene, lo acarició y luego se acomodó de tal manera que termino debajo de su boca, lamió y succionó haciéndolo enloquecer, apretó las sabanas fuertemente mientras él jugaba ávidamente con su boca, entrando y saliendo, recordaba que en el pasado era algo tímido para eso precisamente, pero ese día, ese día sabía muy bien lo que hacía.

- Maldición Fluke. - Gimió cuando lo sintió envolver su miembro una vez más, tan sensual, tan caliente. - Quiero hacer cosas perversas cuando me tocas así. - Lo tomó de los hombros para llevarlo de vuelta a su nivel. - Mi turno. - Dijo poniéndolo boca abajo, luego lo obligo a elevar su trasero.

Frotó su pene en contra de su abertura y lo sintió chillar frustrado. - Por favor. - Imploró.

- Umm, tal vez. - Presionó de arriba abajo por su hendidura, sus bolas se arrimaron a su trasero.

- Por favor, por favor... - Rogó como loco desesperado por sentirlo dentro.

- ¿Me quieres Fluke?, ¿me quieres aquí dentro?, ruégame... - Pidió frotándose, demorando su placer.

- Por favor, por favor...

Empujó dentro de él y el chico gritó en el acto, cuando lo llenó agarró con fuerza sus caderas en sus manos e impulso con potencia dentro de él, hacia adelante y hacia atrás creando un vaivén delicioso, mojado y apretado.

Apegó su estómago a su delicada espalda y abrazó con fiereza, no se contuvo y mientras empujaba lo vio aferrarse al edredón desesperadamente, él lo instaba a vaciarse dentro, minutos más tarde sintió cada explosión irse, al mismo tiempo en que lo hacia él, ahogando un grito desesperado.

AMOR SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora