Capitulo 20- Espera

935 140 64
                                    

—¿Qué tu qué? — preguntó confundido Kageyama

Su vista se levantó abruptamente de la sección de deportes que andaba leyendo en el periódico. Había decidido no despertar a Yamaguchi y dejarlo dormir, pero en cambio se dio con la sorpresa de que saliera de la habitación ya listo y cambiado en vez de todo adormilado. Por un momento pensó que él había planeado algo, pero... no era con él exactamente los planes.

—Iré a visitar a mi amigo y a su nuevo gatito — repitió el peliverde recogiendo sus llaves de la encimera —. No creo demorar mucho...

Kageyama lo miró en silencio unos segundos para luego simplemente suspirar. Seria egoista retenerlo.

—Tan solo no llegues tarde ¿esta bien?

Yamaguchi asintió, algo confundido. Su pareja no parecía tener intenciones de irse al trabajo como  siempre y hasta lucia algo consternado.

—¿No iras al trabajo...? — aventuró

—Pedí el día libre, ya te lo había dicho.

Hizo una mueca. No lo recordaba. Se acercó al pelinegro un poco culpable debido a eso.

—Trataré de llegar pronto a casa ¿si?

Se inclinó para darle un beso en la mejilla. Por el contrario, su pareja le sujeto de la muñeca y lo atrajo hacia si mismo para besarlo.

Yamaguchi se preguntó porque sus besos sabían tan tristes y si es que era su culpa. Luego apartó esos pensamientos, no estaba haciendo nada malo y realmente aun había mucho que hablar con Kageyama como para tomar una decisión sobre todo lo que andaba pasando.

Aun no era el momento y pese a todo seguía amando al pelinegro que lo miró con tristeza y que le observó paso a paso hasta que finalmente desapareció por la puerta.

De camino a la casa de Tsukishima, no pudo emocionarse ya que su mente seguia pensando en si había olvidado algo o su pareja se mostraba así porque  habia decidido salir de la nada justo en el dia libre de ambos.

Claro que todo eso empezó a pasar a segundo plano una vez pudo ver a cierta luna esperandolo sonriente con un gatito en brazos.

(...)

La casa estaba silenciosa.

Yamaguchi había salido del depa hace aproximadamente una hora, siendo ya las 12pm. No podía evitar estar ansioso a pesar de que aún faltara mucho para la hora acordada.

Casi de inmediato, para ver si podía quitarse un peso de encima, le escribió un mensaje a Yamaguchi preguntándole si quería que luego lo vaya a recoger. El peliverde por el contrario a penas le contestó como media hora después, argumentando que ya iría solo, que almorzaría donde su amigo y que no se preocupe.

Eso le arrancó un suspiro. No funcionó ni para relajar sus nervios.

¿Realmente Yamaguchi sería capaz...?

No, él no era así. No podría.

Decidió seguir esperando, viendo una serie, leyendo, mirando sus redes, lo que fuera. El timpo pareció simplemente ir más lento de lo normal..

Cuando ya eran las 3:40 y no había rastros del peliverde, decidió tomar su teléfono y hacer un pedido de KFC. Supuso que realmente iba a almorzar solo en esta ocasión.

No pasaba nada.

No pasaba nada.

No pasaba nada.

Y pensando aquello, llegó la noche. Apartó todos sus pensamientos negativos, decidiendo casi de inmediato que ya todo había pasado y que debía estar alegre para la cena de hoy.

Agarró sus llaves, su billetera y salió emocionado del departamento. Había llegado la hora. De camino al restaurante, empezó a cantar.

Ya faltaba poco para verlo. Ya no  importaba nada mas aparte eso. Luego le pediría explicaciones a Yamaguchi, por ahora....

Por ahora tenia que mostrar su mejor faceta.

Con una sonrisa, se estacionó afuera y decidió esperar. Deseaba entrar junto a su pequeño

Y esperó.

Y esperó.

Y esperó.

Pero Yamaguchi no llegó.

No tenia valor para cancelar la reservación.

Sin pensarlo realmente, se fue del estacionamiento y empezó a conducir por donde sea que sus manos giraran el volante.

En algún momento, llegó a un complejo de apartamentos. Subió las escaleras, se detuvo frente la segunda puerta a la derecha en el tercer piso, y tocó varias veces la puerta con la mirada en el suelo.

Con su corazón roto.

Desanimado.

Consternado.

Incrédulo.

Y entonces...

—¿Kageyama....? — se escuchó al abrirse al fin la puerta — ¿Qué haces aquí? Me habías dicho que hoy no ibas a poder venir....

No alzó la mirada. Sus zapatos se habían vuelto el objeto mas interesante del mundo.

—Se olvidó de nuestro aniversario — murmuró —. Hinata, él se olvidó de nuestro aniversario...

Y a lo lejos, se pudo oír el sonido de un trueno que anunciaba una tormenta.

Infiel [Haikyuu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora