Capítulo 7- La Luna Que Cubre Al Sol

2.1K 276 86
                                    

Yamaguchi había salido del edificio con la cabeza abajo. La recepcionista sabía que no podía decirle nada, ya que no entendía bien que había pasado, pero algo le decía que era mejor no indagar en el dolor que había borrado la sonrisa del pecoso, así que se limitó a verlo marcharse.

Aquella chica hubiera querido hacer más, pero eran heridas que nadie más que los involucrados podían sanar. Y eso, el pecoso lo aprendería a la fuerza.

Ya no tenía a donde ir. Había planeado quedarse con Tobio, pero todas las ganas que tenía se habían ido. Quizá debía ir a la biblioteca o a tomar un café, últimamente hacia demasiado frío en su vida diaria.

Con pasos lentos, se empezó a dirigir a la cafetería más cercana. Según tenía entendido, aquel lugar también era una cafetería de gatos, por lo que no le vendría mal un poco de compañía felina. Tal vez hasta debía plantearse la opción de adoptar alguna mascota y así ya no estar tan solo en las noches de doble turno de Tobio.

Un pequeño amor incondicional recíproco no le vendría mal.

—Bienvenido — se escuchó cuando abrió la puerta del local, haciendo sonar una campanita —. Pase a hacer su pedido primero, se ahí podrá dirigirse a alguna de las mesas disponibles.

—Sí, gracias —se acercó al mostrador aun sumido en sus pensamientos y con la mirada fija en el suelo— ¿Alguna recomendación? No sé que elegir...

—Que deberías intentar hacer cosas que te alegren el día en vez de nublartelo, pecoso.

Yamaguchi levantó la cabeza de golpe al reconocer aquella voz. Sus ojos se abrieron con ligera sorpresa e incredulidad. Muy en el fondo, había perdido toda esperanza de verlo, pero ahí estaba él, como si el destino le quisiera dar otra oportunidad de mejorar su día.

—¡Tsukishima! — sonrió.

—Definitivamente es mejor cuando sonríes — respondió el rubio en un suspiro —. No pensé que te volvería a ver...al menos, no tan deprimido.

—Ah, pasaron muchas cosas — murmuró Yamaguchi inseguro de  hablar sobre eso —. Al menos puedo decir que no todo ha sido malo...

Tsukishima lo miró unos segundos. Las mejillas del peliverde se habían sonrojado ligeramente al sonreír, haciendo que algunas de sus pecas resaltaran aún más, por lo que el rubio no pudo dejar de pensar muy en el fondo que aquel chico era adorable.

—Como sea ¿vas a pedir algo? Supongo que has venido a por una bebida o a jugar con los gatos...

—Quería despejar mi mente, por lo que realmente no quería nada — admitió —. Ha sido una tarde difícil. Lo peor, es que creo que yo solo me la estoy empeorando.

—¿No te dije ya que no me inte....? — empezó a decir Tsukishima, pero se calló al observar aquella mirada desolada en los ojos del otro — Demonios, bien ¿por qué crees eso?

—¿Alguna vez has querido confiar en alguien a pesar de que sabes que miente?

—¿Tienes la seguridad que miente?

Yamaguchi abrió su boca, pero de ella nada salió. No estaba seguro. No podía estar seguro de nada.

—Yo...solo sé que...esto terminará muy mal si es verdad...

—Entonces, acaba con eso de una vez ¿de que sirve seguir con algo que te lastima?

—¡Me lastimaria más si acabo con todo! ¡No podría seguir sonriendo! — gritó Yamaguchi lleno de impotencia, a la vez que apretaba sus puños por debajo del mostrador.

Se formó un silencio cargado de emociones. Era doloroso admitirlo, pero era la verdad. Él no conocía una vida sin Kageyama Tobio y tampoco la podía imaginar.

—¿Qué no ves que incluso ahora... — empezó a decir lentamente Tsukishima, preparando al pecoso para la verdad —...ya no puedes sonreír?

Yamaguchi se rompió. Agradeció que la tienda estuviera vacía y muy en el interior que fuera Tsukishima el que lo estuviera observando en silencio. Aunque, entre tanto llanto, se encontró deseando un consuelo, y eso lo enojó a más no poder.

¿De quién deseaba el consuelo exactamente? ¿Es que ya habia perdido la cordura?

—Que molestia — dijo Tsukishima chasqueando la lengua —. ¡Bokuto, toma mi turno! — grito al interior de la  cocina —. Te deberé una.

—Oya oya ¿a donde crees que vas...? — preguntó el chico apareciendo por la puerta —. ¿Estás bien, muchacho...? — preguntó al ver a Yamaguchi quien lloraba frente a la caja registradora —¿Este de acá te rechazó? Por qué si es así...

—¡Callate imbecil! ¡Aquí nadie rechazó a nadie! — Tsukishima se quita su mandil de golpe y lo tira a la cara de su compañero —. Me voy. Vamos pecoso.

Sin saber porque exactamente, Tsukishima tomó de la mano a Yamaguchi y lo jaló hacia fuera de la tienda aún hechando humo. Yamaguchi tampoco sabía el motivo del porqué no rechazó aquel toque, pero en aquel momento ya no quería pensar.

Donde sea que estuviera siendo llevado, era mucho mejor que aquellas calles que lo rodeaban. Por primera vez, no quizo ir a casa.

—Tsukishima...

—No digas nada antes de que me arrepienta. Ese idiota de adentro me ls cobrará luego.

Yamaguchi soltó una pequeña risa entre sus lágrimas. Aquella espalda que iba delante de él, le tapaba el sol que tantas veces sentía que lo cegaba, y se encontró comprándolo con una gran y hermosa luna.

—Tsuki — soltó Yamaguchi y sonrió.

Que boba comparación. Tsukishima por su lado, fingió no escucharlo.

Infiel [Haikyuu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora