Estaba muy nerviosa, tenía que admitirlo. Jugué con mis propios dedos mientras estiraba el cuello para ver las personas que salían de la sala donde se retiraban los equipajes, llenos de maletas y bolsos. Estaba impaciente. Mucha gente se amontonó para saludar a sus familiares, bloqueandome la vista. Rodeé los ojos e intenté acercarme, pero para cuando logré hacerlo, el lugar estaba vacío, ya no había ni gente ni maletas. Suspiré. Me debió haber pasado por al lado y ni se enteró.
Miré al piso. Sentí una mezcla de decepción, frustración, tristeza y enojo. Estaba a punto de darme vuelta para irme a casa, cuando sentí dos fuertes brazos rodeandome la cintura. Me asusté. Volteé y po una reacción de mi cuerpo, golpeé en la cara a la persona que estaba abrazandome. Y luego, cuando esa persona estaba en el piso con la nariz sangrando...me di cuenta que era Myungsoo. Abrí mucho los ojos y me arrodillé a su lado rápidamente.
-Oh dios mio, ¿estas bien?
Hubo un pequeño silencio y luego ambos estallamos en risa. Estaba herido, pero la situación era graciosa. Lo ayudé a pararse, tomé sus cosas y fuimos a buscar a alguien que pueda ayudarnos.
-No parece estar rota.
DIjo Muyungsoo, tocandose la nariz. Emitió un quejido.
-Pero duele. Wow Hayley, te haz vuelto mejor en defensa contra las artes oscuras.
-Idiota.
-Tal vez solo necesite un anti-inflamatorio y un poco de hielo. Tal vez algunos abrazos también me hagan sentir mejor.
-¿Que eres ahora? ¿Médico?Un hombre del servicio de primeros auxilios ayudó a Myungsoo. El chico tenía razón. Con un anti-inflamatorio que podríamos comprar en la farmacia del aereopuerto y algo de hielo cuando lleguemos a mi casa, bastaba. Fuimos hasta la farmacia, compramos lo que necesitabamos, compramos agua y Myungsoo tomó la pastilla. Luego, nos subimos a un taxi y fuimos camino a mi casa.
-¿Qué tal Busan? -comencé a preguntar para entablar una conversación.
-Muy lindo. No tiene las cosas que tiene Seoul, pero igual es lindo.
-¿Cosas como que?
-La Namsan Tower, el rio Han...tu.Me sonrojé un poco ante el comentario de mi amigo.
-¿Conseguiste alguna chica?
-No. Trabajé en un restaurante de tteokbokki para ganar un poco de plata. Muchas me dejaban sus números escritos en las servilletas o cosas así. Me causaba risa lo faciles que eran. No me gustan las chicas así y lo sabes. ¿Tu?Por un momento quise contarle sobre Sunggyu. Luego me dí cuenta que era una locura. Exageradamente hablando, me mataría. Literalmente hablando, no me hablaría por un mes y estaría muy enojado conmigo. No soy una chica facil, de las que se acuestan con todo el mundo y viven coqueteando con chicos con los que no saben ni sus nombres. No sabía que me había sucedido la noche anterior. Tal vez Sunggyu no era tan distinto como parecía, tal vez era solamente otro desesperado. Nunca lo sabría.
-No -terminé decidiendome por mentirle.
Al llegar a mi casa, corrí a la cocina y envolví varios hielos en una servilleta de tela para que pudiese colocarlos en su nariz. Se quejó un poco cuando lo hizo. Sinceramente, me sorprendí a mi misma con la fuerza con la que lo había golpeado. Ambos nos sentamos en el sillón y comenzamos a hablar de lo sucedido en este último tiempo, y a planear un poco sobre lo que sucedería los próximos días, dado que se quedaría en mi casa.
-¿Quieres que te enseñe la receta de tteokbokki que aprendi?
-Claro, me muero de hambre y tteokbokki suena delicioso.Reímos y nos dirigimos a la cocina. Me explicó paso por paso cada una de las cosas de la receta y lo seguí con atención. Al terminar, nos sentamos a comer. Tomó un poco en una cuchara y me lo acercó a la boca. Abrí y comí lo que habíamos cocinado. Estaba delicioso. Hice lo mismo para que él probara.
-Está muy rico.
Entrecerró los ojos y acercó su pulgar a mis labios para limpiarme el resto de comida que me había quedado en el borde, y luego lo chupó. Me sonrojé un poco.
-Podrías haberlo hecho con una servilleta.
-Así me gustó mas.Me sonrió. Busqué alguna cosa dulce y fuimos al sillón para ver una película.
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Learning To Love {Sunggyu & Myungsoo}
FanficLuces. Música fuerte. Gente bailando. Fue obra del destino. Se besaron. Se amaron por una noche. Y al día siguiente, ninguno sabía nada del otro...