『My Hell』៸៸【SKZ】

『13』



El húmedo sonido de sus bocas separándose obligadas por la creciente falta de aire en sus pulmones inundó la estancia, sacándole a ambos una sonrisa completamente enamorada.

Se acurrucandose contra el otro sintiéndose extrañamente alegres, nadando dentro de la más cálida incertidumbre de qué rumbo tomaría la situación en la que se habían metido, aunque no había miedo en esa falta de certeza, porque estaban juntos.

─ ¿Qué tan peligroso puede ser? ─ preguntó el menor, en una letanía que rozaba lo erótico.

─ Más.. Más peligroso que esta cercanía.. ─ sonrió, rozando sus labios en un efímero beso esquimal.

─ ¿Así de cerca? ─ lo retó, colocándose en el regazo contrario con sus comisuras elevadas en picardía.

─ Así de cerca.. ─ susurró, uniendo nuevamente sus labios invadido por un deseo impulsivo.

Era curioso pensar en esa situación, curioso e ilegal yendo de la fantasía a la realidad.

Siendo sinceros, no tenían ni idea de cuándo fue que ocurrió; en qué momento dejaron las bromas pesadas de SeungMin y los vagos intentos de seriedad de JeongIn para pasar a besos llenos de afecto, miradas cómplices y toques juguetones, sin intención de algo más que tentar al líbido ajeno en un limbo erótico-romántico.

Fuese cuál fuese el caso, no había cabida para problema alguno en sus mentes, todo estaba bien dentro de su pequeño mundo en el que sólo existían ellos, las cuatro paredes de aquel cuarto y el burbujeante interés que sentían el uno por el otro.

Les gustaba, no, les encantaba ese nuevo y desconocido sentimiento. El inexplorado terreno del dulce gusto entre ambos y el chispeante instinto de contacto físico sin intentar sobrepasar los límites de la inexperiencia.

Aún.

De todas formas, todavía existía una pizca de raciocinio en sus nublados cerebros. Una pizca chiquitita.

─ ¿Sabes que esto está mal? ─ preguntó el pelinegro, sin real preocupación en su expresión juguetona.

─ Lo sé.

La respuesta llegó carente de la importancia que el asunto ameritaba, pero fue acompañada de un casto beso dejado en los labios del doctor, lo que le provocó a este una sonrisa de lado.

─ ¿También eres consciente de que deberíamos detenernos?

A pesar de que era cierto, no había rastro de seriedad en esa oración, cero intención de realmente ponerle un alto como debía hacerse.

─ Sí, estoy consciente.

Al carajo el sentido común.

Una carcajada al unísono adornó el previo silencio de la estancia. En efecto, no tenían planeado hacerle caso a lo que la ley decía ni a su lógica esencial, o al menos no de la forma que están obligados a hacerlo.

Volvieron a compartir un beso, como llevaban haciéndolo desde hacía unos minutos en total plenitud de una brillante emoción fresca en sus pechos, anhelando que el momento durase para siempre. Sus latidos palpitando con un tierno compás y sus labios moviendose en sincronía era lo único que necesitaban para sentirse llenos de una relajante combinación de alegría y tranquilidad.

Pero todo tiene un final, por mucho que queramos aplazarlo.

Se alarmaron cuando escucharon el agudo sonido de alguien tecleando la clave para desbloquear el seguro de la puerta detrás del cristal/espejo, tan lenta y a la vez velozmente que parecía una tortura irónica de la vida.