『O7』

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─ Ahh, mierda ¿Por qué demonios es tan difícil de quitar? Joder

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─ Ahh, mierda ¿Por qué demonios es tan difícil de quitar? Joder.

Frotó de nuevo y con más fuerza sus manos bajo el chorro de agua que corría sin parar en el baño desde hacía por lo menos media hora, esperando algún resultado positivo y que las manchas ya algo secas cooperaran con él, pero durante otros treinta minutos no tuvo éxito alguno, desde sus dedos hasta el inicio de sus codos aún se mantenían tan sucios como al principio.

Tiempo después y con ayuda de otros elementos siguió limpiando los restos de sangre con ahínco, odiando verla en sí mismo a pesar de haber amado las acciones que lo llevaron a eso. Ya después de un rato logró su cometido y sonrió satisfecho por ello, pensando que en cualquier momento se tiraría ácido en las manos para sacar esas coloraciones rojas de allí.

─ Cariño, tu sangre era muy buena por lo que vi ─ secó sus manos y regresó a la habitación ─ creo que estuve más de una hora quitándomela.

Una tenue risa abandonó sus labios en lo que acomodaba su ropa y arreglaba su cabello frente al espejo en la pared lateral al baño, para después tomar las llaves del lugar y acercarse a la chica recostada en la cama de ese motel.

─ Lo único que lamento es que no hayas resistido, realmente es una pena ─ acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja con tanta delicadeza, que contrastaba terriblemente con la situación ─ pero debo admitir que al menos te ves hermosa.. Preciosa de verdad.

Quitó el pañuelo que cubría su boca antes de besar los fríos labios sin vida y con restos de sangre de la chica con suavidad, alejándose mientras lamía los suyos lentamente, admirando la obra maestra que había creado en esas cuatro paredes.

La rubia, claramente teñida, se encontraba tendida en el colchón con las manos y pies amarrados a la cabecera y piecera de la cama. Sus belfos, antes rojizos y brillantes, empezaban a perder su color mientras que de ellos salía una fina línea escarlata, deslizándose despacio por su barbilla. Su desnudo cuerpo estaba lleno de hematomas y marcas de los múltiples cortes que realizó en él, y ni qué hablar de la sangre que inundaba la cama junto a la piel de la mujer, pintándola de un fuerte tono carmesí.

Simplemente hermoso a los ojos del azabache.

Manteniendo su singular sonrisa llena de ternura salió del cuarto con tranquilidad y subió al ascensor, peinando levemente su cabello a la vez que, en cuanto las puertas se abrieron, se dirigía a la recepción.

─ Veo que se divertió mucho ─ le dijo la mujer detrás del escritorio de recepción, con una pícara sonrisa que delataba su edad al mostrar algunas arrugas al rededor de sus ojos.

─ Por supuesto que sí, fue de lo más divertido que he hecho ─ suspiró ante el recuerdo ─ quería decirle que ella sigue en la habitación, probablemente se irá mañana ─ le guiñó un ojo ─ por favor, cuando la vea dígale que es hermosa.

『My Hell』៸៸【SKZ】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora