『11』

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La oscuridad llenaba todo al rededor del trío de jóvenes doctores, parados en una fila descoordinada haciéndole frente a la nada misma que se erguía frente a ellos, representando un mal augurio que les causaba escalofríos aún sin darse cuenta que ...

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La oscuridad llenaba todo al rededor del trío de jóvenes doctores, parados en una fila descoordinada haciéndole frente a la nada misma que se erguía frente a ellos, representando un mal augurio que les causaba escalofríos aún sin darse cuenta que gracias al cielo, no estaban solos ahí.

Los tres pares de ojos vagaban por todo el lugar, si es que a ese vacío negro se lo podía llamar así, con la angustia y la ansiedad creciendo en su interior de forma lenta, jugando con su cordura porque ninguno de sus sentidos parecían funcionar en ese momento. No veían, sentían ni oían nada aparte de sus propias respiraciones y, luego de un rato de dolorosa incertidumbre, las borrosas siluetas ajenas.

Antes de dejarse ahogar por el pánico y en medio de su apresurada inspección de aquello que parecía ser un agujero negro en una búsqueda inútil de ubicarse, un pequeño rayo de luz capturó sus pupilas a mitad de la segunda vuelta que llevaban al sitio.

Cuando pudieron enfocar bien su vista después del cambio de iluminación, cayeron en cuenta de que estaban a unos metros de una puerta.

¿Qué demonios tenía el café del hospital?

No había mucho qué pensar; estando en un lugar totalmente a oscuras, en una casi absoluta soledad además de sus propias presencias y sin indicio alguno de un escape seguro, ver lo que podría ser una salida ameritaba instinto, no raciocinio, así que ignorando que podía ser sólo una ilusión o una entrada a otra habitación más peligrosa, tomaron la perilla y terminaron de abrir el pedazo de roble.

Pero esa realidad les vio la cara de estúpidas.

Detrás de lo que habían catalogado como su huida, había todavía más oscuridad, densa y profunda oscuridad que ya no les dejaba ver más allá de sus narices, podía incluso haber una pared ahí y no la verían de primera instancia.

Parecía que estaban en algún lugar infinito. La diminuta iluminación venía de un punto desconocido, y engañó a sus ojos al hacerlos creer que estaban cerca de ella cuandl en realidad no podían hallarse más lejos. No se veía alguna lámpara que pudiese darles una pista o un mísero sonido que los alertara: literalmente no había nada ni nadie allí aparte de ellos.. Ni si quiera se alcanzaba a ver algún techo y la certeza del suelo no era del todo segura, pues no podían asegurar la inexistencia de algún cambio en el relieve próximo.

─ Bienvenidos ─ soltó alguien de repente en algún lugar a su alrededor, de hecho sonaba como si viniera de todas partes y al mismo tiempo de ninguna.

─ ¡Tu puta madre!

─ JiSung tenías que ser ─ suspiró aquella conocida voz al ver el sobresalto del mencionado.

Espera.. Conocida voz.

─ ¿Mark? ─ preguntó el pelirrojo intentando visualizar algo, cualquier cosa frente a él, de preferencia a su conocido colega.

『My Hell』៸៸【SKZ】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora