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Narra Nia:

Sus manos viajaron hasta mis caderas y me apretó más hacia él, mientras que mis manos rodeaban su cuello.

Sentía como el aire nos comenzaba a faltar, pero ninguno tenía la intención de separarse. Me tomo del trasero y me levanto para rodear su cuerpo con mis piernas.

Dejo mi boca para pasar a dejar besos húmedos por mi cuello, mi corazón iba a colapsar en cualquier momento de lo rápido que latía. El mordía, lamia y chupaba mi cuello y el lóbulo de mi oreja y yo tiraba la cabeza hacia atrás dejándome llevar por sus caricias y el placer que me provocaba.

Camino hacia mi cama y se sentó dejando encima suyo y esta vez yo tome su boca sobre la mía, mientras movía mi cadera de adelante hacia atrás sintiendo la fricción de su ya notable erección con mi humedad.

Era consiente de que no podíamos hacer ruido, ya que mi familia estaba a solo un piso de nosotros y más aún que tendríamos que ser rápidos porque sino comenzarían a buscarlo.

Me tomo de la cintura y me giro quedando encima de mí. Y no es que fuera fácil, pero este hombre prometía demasiado y yo era una mujer libre de disfrutar del placer de la vida.

Empezó a trazar un camino de besos desde mi cuello hasta llegar a mi monte de Venus, tomo uno de mis senos y lo magreo haciendo que algunos jadeos se me escaparan, su mirada estaba pegada en la mía.

Vi como sus ojos brillaron por el deseo al encontrar a mi coño ya húmedo y pidiendo su atención y acerco su boca sin dejar de mirarme. Traté de juntar las piernas cuando sentí su aliento chocar con mi zona húmeda, pero el tomo mis muslos separándolos.

Mis manos se aferraban a las sabanas como si no hubiera un mañana y ya no escuchaba nada más que mi respiración agitada.

Dio el primer lengüetazo y mis manos tomaron su cabello jalándolo, siguió moviendo su lengua y sentía como mis paredes se apretaban, sabía que no demoraría tanto en correrme y me dio el primero orgasmo con la lengua.

Subió hacia mis labios mientras yo sacaba su pantalón con mis piernas, se alejó de mi para terminar de quitárselo, sacarse el bóxer y la camiseta.

Me saco las bragas, colocándose encima de mi nuevamente.

- ¿Usas algún anticonceptivo? – por un momento hasta se me había olvidado.

- Si – no necesito nada más y dirigió su miembro a mi entrada.

Entro lentamente robándome un gemido e hizo una pequeña pausa para que yo pueda acostumbrarme a su tamaño.

- Muévete – le pedí.

Y esa fue la señal que necesito para empezar con su torturoso vaivén.

Tuve que poner mi mano sobre mi boca para silenciar los gemidos que salían de mí, pero Nathan no me lo permitió, porque tomo mis muñecas colocándolas encima de mi cabeza y besando mi boca para callarme. No lo hizo más suave, sino que fue más tosco, pero sin lastimarme.

Presione más mis piernas en su cadera para sentirlo aún más profundo, el acelero sus movimientos entrando mucho más profundo en mí. Sus caderas chocaban con fuerza en mis mulos.

Soltó mis manos, salió de mí y tomo mi cadera quedando yo boca abajo, tomo nuevamente mis caderas alzándolas haciendo que me apoye en mis codos.

Empezó a pasar su miembro por mi entrada provocando que mueva mis caderas para que me embista.

Entro lentamente en mi volviéndolo casi una tortura para mí, aferro una de manos en mi cadera y la otra la colocó en mi espalda ejerciendo presión para yo quedar con el pecho totalmente pegado a la cama y yo solo trataba de respirar mientras sus embestidas se volvían más salvajes.

Más Que Mafias (REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora