Blood Singer.

36.

-Parece que esto será difícil -comentaba el rubio

-No tanto como la vez que fuimos por tu madre -comparaba Hades

El peliceleste no entendía del todo la situación ni de lo que hablaban los vampiros.

-Albafica -comenzaba su cuñado- dispara a todo lo que se mueva y por favor -casi en una suplica- si muero cuida muy bien a Ikki

-De todas formas él ya tiene mi protección, Radamanto, nada va a faltarle

-Cuenta con ello -respondía el pisciano

Los tres estaba frente a la mansión y al menos dos podían percibir el aroma de doce personas adentro del inmueble.

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Por su parte, Sendai se preparaba.

-Amadas hijas mías -comenzaba la líder- saben que tenemos capturado al quasar que nos dará la inmortalidad verdadera pero unos vampiros asquerosos han venido a arrebatarnos lo que por derecho merecemos

Un silencio de ultratumba se apoderó por unos cuantos segundos del lugar.

-Es su misión proteger esta casa y los ideales de nuestra familia

Las vampiresas, en un asombroso retumbar de marcha comenzaron a separarse y así cubrir gran parte del territorio.

-Mi dulce Hilda -la voz de Sendai ocultaba un amargo sabor- tú serás la última que tendrán que matar así que tú cuidarás la mazmorra desde afuera ¿entendido?

Aquello sonó más como una amenaza, Hilda, asustada, sólo pudo acatar la orden que Su Señora le indicaba.

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Hades fue quien soltó una patada a la puerta alertando su llegada. Radamanthys estaba acostumbrado a casi cualquier riesgo pero el peliceleste estaba completamente nervioso aunque tuviera una escopeta hecha para matar lo que se le cruzara.

-Ustedes vayan juntos -comentó el mayor- será más fácil si nos dividimos 

Apenas pudo pronunciar palabra cuando dos vampiresas se le abalanzaron encima sin embargo el de cabellos oscuros hizo un movimiento en el que esquivó a una y a la otra le dio un disparo certero con su Beretta 92F Custom, haciendo que los sesos volaran detrás suyo, la vampiresa que quedaba fue arremetida con balas de una modificación de un Submisil propinados por el rubio.

-Manténganse a salvo -terminó

Ambos hicieron caso a lo que se les indicó y optaron tomar otro camino.

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Los sonidos de armas llegaron a oídos de Sendai y esta sólo pudo sonreír, sabía que ahora todo iba contra reloj, el deseo por una pelea la extasiaba de formas asquerosas y los recuerdos llegaban a su mente, todos los quasar que fue matando, todos los vampiros que asesinaba a sangre fría por diversión, todos los rostros llegaban como fotografías a su memoria pero el rostro que recordaba con más pasión era el de una mujer, no muy joven pero bella como el atardecer, su nombre era Perséphone, la añoraba, la anhelaba y al mismo tiempo la aborrecía, la mezcla de tantas emociones y sentimientos hacían que Sendai enloqueciera cada vez un poco más llegando a tener delirios y deseos de obtener más y más.

Un día, donde había llegado a su límite decidió darle una muerte a la castaña pero ¿cómo asesinarla si la suspiraba tanto? Así que ideó un plan.