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-Listo –Minos acababa de regresar a la oficina principal de la academia

-¿Qué sucedió? –preguntó el peliceleste

-Sólo era para conocer a los profesores y presentarme ante el alumnado

-Ya veo

-¿Quieres algo de almorzar?

-Lo que tu comas está bien

-Oh vamos –dijo acercándose- no te hará mal pedir lo que quieras

-¿Estás seguro de lo que dices?

-Completamente –tomó la mano ajena- entonces ¿nos vamos?

Albafica estaba apenas conociendo al otro y lo más curioso era que sentía cierta atracción por su manera de ser tan despreocupada y sin olvidar su forma un tanto infantil de hacer todo. Era realmente agradable.

-Vamos –esbozó una sonrisa

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Ikki seguía sentado frente a Radamanthys, envuelto en sus propios pensamientos hasta que algo atrajo su mirada. Rápidamente se levantó y se dirigió a un gran estante que se encontraba al fondo de la habitación donde había numerosos libros y otros tantos muy gruesos.

Radamanthys sólo se dedicó a observarlo por encima de la pantalla de la computadora, atraído por la iniciativa poco peculiar del joven.

-Tiene tantos libros –susurraba el moreno- tomaré este

El joven se perdió de inmediato en un ejemplar de "El Libro de Abraham el Judío" de Nicolás Flamel.

-La alquimia es mucho más que brujería –comentó el rubio

-¿Supones que no sé eso?

-Muchos jóvenes creen que la alquimia es el inicio de las artes oscuras y es cierto de alguna forma...

-Pero también es la raíz de la química –remató el joven

-Vaya que eres listo

-Vaya que eres tonto

-¿Disculpa?

-Crees que soy demasiado bobo por la edad que tengo, como si tú fueras un veterano –reprochó- además los gustos varían según la persona

-Lo siento

-¿Cómo?

-Tienes razón en ello y lo siento

-Aceptaré tus disculpas si comemos primero

Radamanthys resopló y se incorporó.

-¿Qué te apetece comer?

-Me gustaría que el cliente me sorprendiera

-¿Ahora soy un cliente? –sonrió de lado

-Fue usted quien contrató mis servicios después de todo

- Ja ja ja –la carcajada fue sonora- incluso me hablas con formalidad –dijo saliendo del estudio- sólo llámame Radamanthys

-Está bien –dejó el libro en el escritorio y se acercó al marco de la puerta- Radamanthys

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-Seiya...

Sísifo sabía que el muchacho había leído la carta que le había dejado y aprovechó que se quedó sólo con el joven en el aula.

-Dígame

Blood Singer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora