AVISO: Me gustaría aclarar que esta historia será editada gradualmente. Fue la primera historia de Shuumatsu que escribí en esta plataforma cuando era bastante novata, y ahora me gustaría hacerle algunas modificaciones para mejorarla.
El mar rugía con furia desatada, sus olas gigantes se alzaban con ímpetu desafiante a la tormenta que se desataba en ese momento. En medio de ese caos, una joven se encontraba corriendo, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho y algunas caracolas en sus manos, tesoros de su feliz paseo anterior que había sido abruptamente interrumpido por la tempestad.
"Madre tenía razón"
Pensó, con el aliento entrecortado mientras avanzaba con determinación hacia su hogar, desafiando la furia del mar.
Finalmente, después de minutos de correr, llegó a su hogar, aliviada de haber escapado del caos del mar.
–Laisha, hija mía, debiste hacerme caso cuando te dije que se avecinaba una tormenta— reprendió la mujer, de unos cuarenta años, corriendo hacia su hija con unas toallas en las manos.
—Madre, no te preocupes por mí, solo es agua— trató de tranquilizarla, aceptando las toallas que su madre le ofrecía con gratitud.
La mujer no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su cuerpo al ver a su hija en ese estado. Agradeció en silencio que hubiera llegado sana y salva a casa, y acarició con ternura su cabello empapado, asegurándose de que se secara bien.
—El sonido del mar llega hasta aquí, y el dios Poseidón debe estár furioso— murmuró la mujer, observando por la ventana el inmenso caos que se desataba allí afuera. Con un gesto de fervor, comenzó a rezar a su dios por un intento de calmar su furia, consciente de que en el océano los pescadores, entre ellos su esposo y padre de Laisha, se encontraban navegando en medio de la tormenta.
Laisha, con sus profundos y oscuros ojos fijos en el grisáceo cielo, se unió en su silenciosa oración, rogando internamente por la seguridad de su padre y los demás pescadores. El mar seguía rugiendo con furia, las olas gigantes chocando contra las rocas cercanas, y el viento soplaba con fuerza, azotando las ventanas de la casa.
—Espero que mi padre esté a salvo— susurró con un nudo en la garganta, aferrándose a la esperanza de que su padre pudiera salir ileso de esa tempestad.
Enojo era lo que sentía en ese momento al escuchar los rezos de los humanos. Los consideraba una escoria, y sus palabras le parecían fastidiosas. Cada vez que alguien se ponía a rezar, sentía que esos murmullos se convertían en un molesto zumbido en sus oídos, como el de una mosca que no lo dejaba en paz.—Esas basuras no me dejarán leer en paz— se quejó con frialdad, sosteniendo un libro en una de sus manos.
Los humanos, para él, eran simples inmundicias.
Con una mirada indiferente, observó por la gran ventana de su salón como el mar, su reino, se sacudía en una furia desatada, levantando olas enormes que chocaban contra las rocas cercanas.
—Ah, Poseidón, aquí estás— de repente, la voz de su hermano menor Zeus retumbó en el salón, interrumpiendo su lectura.
—¿Qué quieres?— preguntó con desdén.
El hombre de avanzada edad se detuvo a una distancia prudente del joven rubio, quien permanecía sentado en una elegante silla.
—No crees que te has llevado demasiadas vidas humanas hoy?—
—Nunca serán suficientes—
Zeus, acostumbrado al comportamiento indiferente de su hermano mayor, no se sorprendió en absoluto por su respuesta. Con una expresión despreocupada, se encogió de hombros y decidió cambiar de tema.
—Dejando a un lado tu desprecio por los humanos— expresó con tono sarcástico —Adamas te estaba buscando, quiere charlar contigo sobre algo—
—Lo que mi insensato hermano mayor anhele debatir me resulta irrelevante— musitó con desdén.
Importante: Esta historia no es 100% fiel a la mitología
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ᴏᴄᴇᴀɴ 《ᴘᴏꜱᴇɪᴅóɴ》©
Fanfiction-Mírame a los ojos- Decretó la joven a el imponente hombre que yacía frente a ella. El no respondió pero, por primera vez en toda su existencia esos ojos que el dios portaba, ojos como su mismo reino. El océano. Se posaron sobre los de un humano. ...