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La noche era clara gracias a la luz de luna que iluminaba el cielo, Poseidón permanecía recostado en su cama fijando su mirada en alguna parte de su solitaria habitación.

Totalmente absorto en sus pensamientos, el sueño era una palabra que ya no se encontraba en su diccionario.

La impotencia de no ver a la chica que se convirtió en su primera amiga y a la vez, su primer amor lo consumía como fuego ardiente.

Dió vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño de una buena vez, pero le fue imposible. La silueta de la joven estaba presente en cada rincón de sus pensamientos.

Sentía que iba a volverse loco.

Se puso de píe y luego procedió a vestirse como normalmente lo hacía, volvería a el mismo lugar de siempre, era casi probable que no la encontrara a tales horas de la noche, pero estar entre las paredes de su habitación lo estaba desesperando.

Se puso de píe y luego procedió a vestirse como normalmente lo hacía, volvería a el mismo lugar de siempre, era casi probable que no  la encontrara a tales horas de la noche, pero estar entre las paredes de su habitación lo estaba desesperando

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La azabache deleitaba la luna en el balcón perteneciente a su aposento, hoy había sido un día largo y el sueño se esfumó por completo de su sistema.

Se percató de que los vigilantes encargados de la zona trasera no se hallaban, esa visión le alegró la noche. Vistiéndose de una forma simple, salió de la habitación sin producir ruido alguno y en total sigilo se adentró a la cocina, pues una de las puertas que ahí se ubicaba daba directo con el patio trasero.

Afortunadamente sabía en donde escondían la llave y una vez el cerrojo fue quitado, salió de allí tomando rumbo a el lugar en donde todo comenzó.

Afortunadamente sabía en donde escondían la llave y una vez el cerrojo fue quitado, salió de allí tomando rumbo a el lugar en donde todo comenzó

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Todo estaba absorto por la serenidad que reinaba sobre ese sitio, el ruido de las olas deformándose antes de llegar a la orill tranquilizaba un poco a el rubio.

El cantar de los grillos era parte de ese paisaje nocturno.

Sus ojos estaban mirando en dirección hacia el mar, tenía la certeza de que Laisha no vendría por más que el lo deseara.

Lo que el no sabía es que cierta pelinegra corría tanto como sus piernas le permitían para llegar hacia el.

Sentía como su corazón se saldría de su pecho por la agitación, aun así lo ignoró para seguir en lo suyo, ya lograba escuchar el ruido del mar a la distancia, todavía no estaba segura de que Poseidón se encontrara en ese paraje aunque nada perdía con intentar.

Pero una vez logró llegar y lo divisó de espaldas hacia ella sus ojos se cristalizaron, ignoraba el hecho de que en cualquier momento se desplomaría sobre la arena debido a el cansancio.

Tomó todo el aire que pudo.

-¡POSEIDÓN!- Gritó con todas las fuerzas, apoyando sus manos sobre sus rodillas mirando eufórica a el rubio.

Este se volteó sin creer lo que sus ojos captaron, al verla ahí de píe a una cuantos metros género que todo en el se paralizará.

Después de cuatro meses, logró escuchar su voz una vez más.

Se incorporó velozmente mientras que sus ojos estaban más abiertos de lo normal por la sorpresa, Laisha sonrió cuando sus miradas se encontraron y sin pensarlo dos veces corrió hacia el.

Poseidón aún se hallaba en un estado de estupor profundo, pero cuando sintió como los delgados brazos de su amada lo rodeaban en un cálido abrazo este salió de su trance, correspondiendo a dicha acción.

No sabía que un abrazo llegara a sentirse tan bien.

-Eres tu..- Rompió el silencio con una suave voz, descomunal tratándose de el.

Los sollozos de Laisha se hicieron presente, descargando todas las emociones que estuvieron reprimidas por mucho tiempo.

-Lo siento, en verdad lo siento. Te juro que hay una explicación a todo esto, yo..- Las palabras de la azabache se esfumaron en cuanto unos labios contrarios se posaron sobre los de ella.

Poseidón la había besado.

Esta correspondió torpemente, era un beso suave y lento demostrando lo mucho que se necesitaban y cuanto se habían hechado de menos el uno a otro.

-Perdóname..- Habló en un susurro Laisha una vez se separó de la deidad, sus manos acariciaban las mejillas de este.

Vaya sorpresa se llevó al sentir algo humedo en uno de sus dedos.

Cuando fijó su mirada sobre la de él oji azul no pudo creer lo que sus ojos presenciaban.

Poseidón estaba derramando lágrimas.

-Quédate..- La acercó hacia el en un hilo de voz, escondiendo su nariz en el pequeño hueco del cuello de la contraria.

La femenina realizaba pequeñas caricias en los dorados cabellos de Poseidón.

-Me quedaré aqui contigo, no volveré a irme- La dulzura con las que sus palabras salían adquirieron un resultado de calma sobre el dios de los mares.

El siempre creyó que los dioses eran seres perfectos, los cuales sólo se necesitaban a sí mismos.
Tal vez el no era el dios que creía ser, pero una cosa era segura, intentaría actuar como uno para protegerla.

Sobre una palmera a la distancia, un ave observaba con atención a la pareja, extendió sus grandes alas y tomando vuelo se marchó de ahí.

ᴏᴄᴇᴀɴ 《ᴘᴏꜱᴇɪᴅóɴ》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora