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El palacio de Poseidón reflejaba su peculiar forma de ser

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El palacio de Poseidón reflejaba su peculiar forma de ser. El pasillo principal contaba con grandes columnas a cada lado, los grandes ventanales se extendían hasta el final, dejando que la claridad del exterior se abriera paso al interior.

Para Laisha ese lugar era imponente, pero a su vez, era frío y desolado. Las decoraciones de perlas blancas le daban un gran toque de elegancia y al mismo tiempo opaco. Ese lugar carecía de calidez.

Poseidón había decidido llevarla a su hogar con el propósito de facilitar su aprendizaje con la lectura.  Poseía una gran biblioteca que contaba con una gran variedad de libros que sería de gran ayuda. Eso sería más favorable a que Laisha practicara a escondidas de su madre, quien sospechaba de ella desde un tiempo. Fue muy cauteloso para que nadie en el Olimpo supiese que una humana había penetrado la estancia de las divinidades.

-Aquí estaremos tranquilos- Las grandes puertas que daban paso a la biblioteca se abrieron de par en par, lográndose apreciar una gran inmensidad de libros que se alzaban de forma organizada en titánicos estantes.

Los orbes de Laisha se dilataron por la sorpresa, en su vida había presenciado una gran cantidad de libros.

-Este lugar es increíble, jamás había visto un sitio así- habló hipnotizada por lo que tenía frente a sus ojos.

Una casi invisible sonrisa se formó en los labios de Poseidón, sintiéndose orgulloso por su "tesoro" como así solía llamarle a sus libros. Que alguien sintiese esa misma pasión que él experimentaba cuando se encontraba ante un libro lograba cautivarlo de alguna manera, sobre todo tratándose de la contraria.

-¿Qué clase de libro te gustaría?- le cuestionó serenamente el rubio, avanzando a pasos lentos y elegantes hacia uno de los estantes. Sus nítidos ojos se posaron en la azabache, la cual seguía en una especie de trance.

No pudo evitar retener una ligera sonrisa por su reacción.

-Uhm, ¿qué tal uno de tus favoritos?- sugirió acercándose a él.

Poseidón abrió ligeramente su boca para responderle, pero un ruido externo al castillo interrumpió su futuras palabras. Su ceño se frunció ligeramente, conocía perfectamente ese sonido y no indicaba nada bueno.

Laisha no podía estár más aturdida pero sabía perfectamente que el rostro enojado que Poseidón portaba en esos precisos momentos no significaba una buena señal y no logró temer por eso.

El Dios notó el miedo en el rostro de la contraria y con delicadeza recargó su mano sobre el pequeño hombro de esta, mirándola a los ojos en un gesto que le indicaba que todo estaría bien y que él no dejaría que nada malo le sucediera.

Plena era la confianza que la oji negra sentía hacia él, con solo verlo a los ojos confío que Poseidón no permitiría que algo malo le pasara.

-Quédate aquí y pase lo que pase no te muevas- Decretó abandonando el sitio.

ᴏᴄᴇᴀɴ 《ᴘᴏꜱᴇɪᴅóɴ》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora