3. Balam, guardián del cuervo blanco

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Tragaste saliva cuando entraron a aquel salón oscuro en donde se suponía hallarían al profesor Balam, ese sujeto te genero rechazo desde el primer momento por su aspecto y su invasión de la privacidad, el lugar parecía estar vacío a primera vista pero Kallego dijo:

- Suichiro baja ya.- En ese instante dirigiste tu vista hacia arriba y pudiste contemplar como el gran hombre pendía del techo boca abajo, estaba sujeto de una especie de rama con sus patas inferiores y estaba aparentemente leyendo un libro.

- Oh lo siento, no los oí entrar.- el gran hombre se soltó y girando en el aire cayó estrepitosamente en el suelo con sus fuertes patas de ave. Kallego se le acerco e inesperadamente hicieron un amistoso saludo chocando los puños, eso te sorprendió, acaso son ¿amigos? Luego Balam dirigió su vista a ti - Hola _____ san, es un gusto verte de nuevo.

- Mu...cho gusto Balam sensei...

- Bueno los dejo.- dijo Kallego que se dirigía hacia la puerta y haciéndote entrar en pánico.

- ¿Ya...ya se va?!- preguntaste asustada

- Tengo que ir con la clase anormal, consúltele lo que necesita a Balam, él es un experto en todo lo que respecta a los seres vivos. Está en buenas manos. ¡Adiós!- y cerrando la puerta se marchó sin más.

- ¿Necesitabas consultarme algo ______ san?- pregunto con curiosidad el demonio haciendo que un escalofrió subiera por tu espalda.


Esta era la primera vez que estabas a solas con este tipo raro, su gran altura intimidaba bastante pero además su largo cabello blanco le cubría casi todo el rostro y sumada a su máscara que le cubría la boca y nariz no podías ver bien sus expresiones. Todo aquello le daba un aspecto sombrío y tenebroso que generaba desconfianza de inmediato, pero recordabas las palabras de tu madre de que debías darle la oportunidad de conocerlo antes de juzgarlo, así que trataste de calmarte para poder interactuar con él.

- S.....si, quería saber qué tipo de plantas medicinales hay en la escuela, es para preparar algunas medicinas...

- Oh ¡qué bueno que preguntas!-dijo juntando las palmas de sus manos- justo he traído algunas.

El gran demonio se dirigió hacia una especie de repisa en donde tenía gran variedad de frascos rotulados, comenzó a bajarlos y a mostrártelas, nombraba cada una de ellas y te comentaba para qué dolencia podía utilizarse.

Sin darte cuenta te fuiste acercando poco a poco a él y de pronto estabas hablando como si nada, intercambiando sus conocimientos. Fue así que pronto te diste cuenta de dos cosas: una es que Balam no daba tanto miedo una vez lo tratabas, y otra que era sumamente inteligente y culto. Realmente habías comenzado a disfrutar la charla pero recordaste que dejaste tu puesto en la enfermería ya mucho rato y debías volver.

- Me encantaría seguir charlando con usted Balam sensei,- dijiste mirando el reloj- pero debo volver a la enfermería, ya la he dejado mucho rato sola.

- Oh... si, ya veo...- Por un momento te dio la impresión de que el peliblanco se apeno por ello ya que bajo los hombros y su tono de voz se volvió algo apagada, por lo que agregaste

- Pe...pero podría volver en otro momento a seguir hablando con usted.- al oírte el fornido demonio se alegró.

- ¡Eso sería maravilloso! Le preparare té y galletas la próxima vez.

- Eso sería genial, muchas gracias Balam sensei! ¡Nos vemos!- dijiste saludándolo ya desde la puerta y la cerraste tras de ti.

Te marchaste rápidamente y volviste a la enfermería contenta, abrazando con cuidado los frascos que te dio.

Amor en BabylusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora