𝓎𝑜𝓊'𝓇𝑒 𝒻𝓊𝒸𝓀𝒾𝓃𝑔 𝒷𝓇𝒶𝓋𝑒

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𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆 𝖞 𝖘𝖊𝖎𝖘

Silencio en las calles de Camden, callejones con gente pobre buscando cobijo y otros celebrando dentro del piso que con tanto esmero habían adquirido, hasta el más silencioso de los pasos podía escucharse si es que prestabas atención

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Silencio en las calles de Camden, callejones con gente pobre buscando cobijo y otros celebrando dentro del piso que con tanto esmero habían adquirido, hasta el más silencioso de los pasos podía escucharse si es que prestabas atención.

Por ello no fue sorpresa que se escuchase como una gota de sangre se resbalaba por el mentón de un hombre miserable, con su verdugo frente a él, admirando el estado con un cigarrillo en su mano, sin importarle la sangre que en los nudillos se había impregnado.

-¿ya...? ¿seguirás?- susurro derrotado, su labio estaba roto, sus manos afirmadas con fuerza en el espaldar de la silla dolían como el infierno mismo, ya se había caído dos veces y el gitano no lo levantaba, los hombres que le servían iban en su ayuda.

-no, yo al menos no- el olor a tabaco llego a su nariz, por lo que supuso estaba frente a él o a su lado.

Thomas admiro su estado, nunca había torturado a alguien, por lo que se encontraba algo asombrado de cómo se arrepentía de cada cosa que escribió en la carta, recordó todas y cada una de las palabras escritas. Encontró interesante como la mente humana llevada al extremo lograba recordar detalles tan irrelevantes, buscando una forma de dejar de sentir dolor.

-Tommy, la señorita Scarcar ya llegó- Curly apareció a los segundos, mirando con el ceño fruncido al joven- ¿está vivo?

-no lo sé, Curly, pregúntale mientras hablo con Scarlett, ¿está bien?- por alguna razón que desconoció, oculto sus manos detrás de su espalda, avanzando por el camino alumbrado, fumando por última vez del cigarro para pisarlo.

Por su inexperiencia en la tortura, solo golpeo su rostro y estómago, recordando cosas del pasado y frustraciones del presente, sintiéndose cansado luego de todo, pero había prometido a la mujer estar en el lugar si es que necesitaba de él, aunque no estaba en la promesa que él golpeara al Sabini.

Había usado la cuchilla en su boina para dejar X en su pecho, de la cual salió demasiada sangre, ensuciando sus manos y el poco gris que quedaba limpio en el material de la camisa contraria, siguió el camino hasta sus pantalones, humedeciéndolos para dejar caer constantemente una o dos gotas.

-llegaste, cariño- asintió, apretando sus manos en puños ante aparente nerviosismo- no es la gran cosa- ironizo aun sin mostrar sus nudillos.

-¿Dónde está?- movió la cabeza en dirección al corazón del lugar.

No hizo preguntas mientras avanzaba, viendo de reojo la camisa con algunas gotas de sangre en el torso, su rostro tranquilo, además de las mangas que dejaban a la vista sus antebrazos fuertes, lástima que perdiese de vista sus manos.

Curly la miro fijamente, demostrando incomodidad por su presencia en el almacén, con gesto preocupado decidió preguntar.

-¿estás bien, Curly?

𝔓𝔩𝔢𝔞𝔰𝔞𝔫𝔱 ℌ𝔢𝔩𝔩 [Thomas Shelby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora