𝔓𝔩𝔢𝔞𝔰𝔞𝔫𝔱 ℌ𝔢𝔩𝔩 [Thomas Shelby]

𝒷𝒾𝓉𝓉𝑒𝓇 𝓈𝓌𝑒𝑒𝓉𝓃𝑒𝓈𝓈 𝒾𝓃 𝒶𝓅𝓅𝓁𝑒𝓈

𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖗𝖊𝖓𝖙𝖆

Capítulo dedicado a:

LolQueHagoAqui

Londres estaba más frio de lo normal, muchísimo, tanto que sus manos seguían heladas a pesar de que escondiera una en el bolsillo del pantalón y la otra la dejase con el poco calor que emanaba el cigarro.

Esta vez había ido sin Scarlett, subiéndose en un bote con Tyler, Charlie, Curly y Arthur, con quien habló la mayor parte del viaje, explicándole qué tenía que hacer él en la capital, describiendo cosas irrelevantes y amenazándolo con sutileza para que no meta droga a su organismo tan seguido.

Aunque todo eso estuviese bien para él, no podía sacarse de la mente el hecho de que peleo con Scar, no era su culpa, tenía que hacerle entender que no podía satisfacer a todos los trabajadores de una fábrica solo porque Jessie Eden mandó una carta, carta donde describía los supuestos tratos crueles y nefastos que recibían sus compañeros y compañeras. Por más que quisiese no podía, e intento hacérselo saber.

Lo que más le gustaba de Scarlett era lo que ahora mismo odiaba, el hecho de que llevase la contraria a la mayoría de las personas, que las pusiese en su lugar cuando era necesario. Y cuando lo hizo con él, fue un golpe que no esperaba recibir, menos en un lugar tan controlado como la propia oficina.

Se apoyó en las cajas mientras veía a sus hombres trabajar, transportando cajas con ron y repuestos de automóviles, dejándolas ordenadas en el resto de botes.

-¡Hola, Tom!- expulso el humo del cigarro fijándose en como Johnny Dogs se le acercó, luciendo cansado y agitado- ¿Cómo estás? ¿ah?

Movió la cabeza de un lado a otro sin dar una verdadera respuesta, por lo que el gitano se cruzó de brazos descansando unos segundos a su lado.

-¿sabes? Odio con mi vida verte soltero- le pareció divertida la conversación, girándose para poder hablar mejor.

-¿por qué?

-bueno... no sé, pero la cosa que sé es que falta una buena boda, ¿no? Pero no como la de John, algo más grande, que dure todos los días que sea necesario- asintió con un palito entre sus dientes, expresándose con las manos para dar más grandeza de la necesaria- una buena boda levantaría el ánimo de todos los hombres, ¡imagínate que hasta Charlie pueda sonreír!

El canoso, a unos metros de ellos, escupió en el suelo en su dirección, maldiciéndolo mientras Curly a su lado soltaba pequeñas risas.

-¿qué te hace pensar que quiero casarme?

La verdad es que casarse nunca le llamó demasiado la atención, no le emocionaba escoger que personas invitar y cuáles no, tampoco el tener que hablar frente a otras personas para que estas sepan cuanto amor le tiene a la mujer con quien se casará, era tonto a su parecer. Lo que podría causarle curiosidad era la larga espera y la emoción palpitante, son los segundos antes de que aparezca la novia, sin poder verla hasta que ella este a su lado, a punto de juntar las sangres para demostrar como sus destinos se unieron.