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Subí la bragueta de mis pantalones y eché un último vistazo frente al espejo. La rubia detrás de mí buscaba su blusa sobre la moqueta, y cuando estuve a punto de decir que estaba junto a la mesita de noche, la puerta se abrió.

—¡Oh, Dios!... Lo siento muchísimo—las mejillas de Hyejin se inundaron de rojo mientras volvía a cerrar la puerta.

No pude evitar engancharme, tomé mi chaqueta del suelo y salí detrás de ella. Si Namjoon llegaba a enterarse de que su hermanita había dejado el viernes de biblioteca por una fiesta universitaria, estaba muerta.
Avancé entre las personas hacia el piso de abajo y busqué detenidamente. Su cabellera pelirroja se asomó a duras penas sobre la entrada así que tuve que apresurar el paso. Cuando estuve lo suficientemente cerca la tomé del brazo.

—Hyejin...—me miró con los ojos a punto de salirse de sus cuencas.

—Lo siento, realmente lo siento. No tenía idea de que había alguien en la habitación. Sólo quería recostarme un poco—miró al suelo—, no vayas a decírselo a mi hermano. O a sus amigos, por favor...

—¿Estás ebria?—me reí mientras ella negaba frenéticamente con la cabeza—, mierda, ¡Estás ebria!

—Déjame ir—trató de soltarse—, si no vuelvo antes del amanecer voy a tener problemas.

—No voy a dejar que vayas sola a casa, mírate, no puedes ni siquiera reconocer este hermoso rostro.

—Eres muy bajito para ser un universitario—ladeó la cabeza y me observó a detalle.

—Sube al auto y trata de mantenerte en silencio mientras te llevo ¿Bien?—la ayudé a caminar sobre la acera para empujarla dentro del Bentley.

—Sí—asintió torpemente mientras yo cerraba la puerta.

Después de abrocharme el cinturón de seguridad me detuve a mirarla un momento. Llevaba un vestido rojo, que, aunque no era demasiado corto, sí era demasiado ceñido.
Me dije que no debería de mirar más, Kim Hyejin era intocable por una sola razón, era la hermanita de mi mejor amigo. Pero estaría mintiendo descaradamente si dijera que no había fantaseado con ella miles de veces. Me ponía muchísimo que fuera así de callada y tímida todo el tiempo, me hacía sentir que tenía el control.

—¿Puedes ayudarme?—me miró frustrada— No puedo abrochar el cinturón.

Tragué duro y jalé el cintillo sobre ella. Jamás, nunca, habíamos estado tan cerca. Sus ojos me estudiaron a detalle, y entonces sonrió. Era la primera vez que Hyejin me sonreía también.

—¿Qué es tan gracioso?—fruncí el ceño.

—Nada—negó inocentemente—, es sólo que me recuerdas mucho a alguien que conozco.

Ella de verdad no tenía ni idea de nada. Y por más que quise simplemente ignorarlo, la curiosidad me pico. Quería saber si ella estaba saliendo con alguien, me provocaba dolor de estómago saber que alguien más pudiera tocarla debajo de la falda deliberadamente y en consenso.

—¿A quién?—la observé de cerca.

—A Park Jimin—sonrió otra vez.

—¿Y que tiene Park Jimin de divertido?, porque te estás riendo otra vez—insistí recargando mi cabeza sobre el asiento. Una parte de mí no quería saberlo.

—Oh, nada. Ese chico no tiene nada de divertido, es un cabrón de primera. Pero ¿Le has visto? Es más caliente que el infierno...

Tragué duro y pretendí no estar en shock. Hyejin había puesto la palabra 《cabrón》 en la misma oración en la que puso 《más caliente que el infierno》, y estábamos hablando de mí. Ella estaba confesando cosas prohibidas.