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Su mano tocó sobre mi pecho para empujarme sobre el sofá blanco. Nunca había estado en su habitación, estaba muy lejos de parecer la de una chica de 17 años. No había nada en las paredes, sólo libros. Cientos de libros en diferentes estantes. Su cama iba al medio, no tocaba ningún muro. Y eso me parecía bastante...único.

El clóset estaba cerrado así que no pude husmear mucho más de lo que me habría gustado.
Y cuando ella comenzó a besarme de vuelta mientras se movía al compás de esa suave canción, sonreí. No parecía la Hyejin que yo conocía, esta me gustaba más.

—A Namjoon le daría un infarto si te viera bailando así—le aparté el cabello del rostro.

—Es por eso que solo bailo para ti—subió a horcajadas sobre mis piernas y comenzó a besarme alrededor del cuello.

Hundí las manos debajo del vestido tratando de quitárselo de una maldita vez. Estaba demasiado impaciente incluso para ser yo. Intenté calmarme al verla divertirse con mi boca una vez más. Mi lengua fue capaz de acariciar su labio inferior al mismo tiempo que mis manos al fin tocaron su trasero. Por supuesto que nadie iba a dormir esa noche.

—Vamos, dímelo otra vez—murmuré al deslizar el cierre del vestido.

—¿El qué?—dejó de darme atención mientras se ponía de pie.

—Que soy un cabrón—la vi desprender las cintillas del vestido.

—¿Acaso te ponen las malas palabras?—asentí.

—Sólo las que salen de tu boca. Es como estar consciente de mi propio pecado, corromperte es lo mejor que he hecho en los últimos años.

—Eres un cabrón que es demasiado caliente para su propio bien—me desabotonó la camisa rápidamente—. Pero no te confundas, nadie me ha corrompido todavía

—Tienes razón—. Esta vez me levanté yo para llevarla hasta la cama. Cuando su espalda tocó el colchón, la atrapé colocándome encima suyo, sujeté mis piernas a los costados de las suyas y le comí la boca como si no hubiera un mañana—, eres tú quien me corrompió a mí.

Lo siguiente no fue más que un torpe intento mío por deshacerme de su ropa, estaba tratando de tomarme mi tiempo porqué aunque Hyejin lo había hecho antes, era sustancial para mí no asustarla. Todavía era la pequeña chica de las coletas para mí, bueno, en una profunda parte de mi ser la recordaba así.
Aventurarme al sexo con alguien menor era nuevo en mi repertorio, pero estaba dispuesto a zarpar el barco, ella parecía demasiado crítica para estar sobre los 18...funcionaría.

Empujé mi pelvis sobre la suya tocando de a poco con los labios desde la clavícula hasta llegar a sus pechos. Entonces lo encontré, ese maldito lunar en el hueco de su cuello, aun siendo pequeño, había logrado ponerme de cabeza las ideas la primera vez que lo vi.

Nunca olvidaría el verano en el que empecé a creer que Hyejin era ardiente, había sido ese mismo y aunque estaba demasiado mal fantasear con alguien menor, no pude evitarlo.
Había pasado todo el día en el campo de fútbol tonteando con los chicos, Namjoon se había ofrecido a dejarme duchar en su casa y marcharnos a beber más tarde.
Yo iba a tomar el baño en la habitación de huéspedes como siempre, pero en cuanto abrí la puerta la vi enredando la toalla alrededor de su cuerpo. Todo lo que resaltó para mis lujuriosos ojos, fue el lunar. Nunca le había prestado atención, quizá porque usualmente llevaba dijes y era tan diminuto que no lograba llamar la atención de nadie. Por supuesto que no pude superarlo, comencé a fantasear con besarla. Al principio era sólo eso, así que me propuse evitar los roces. Un par de semanas fuera de la casa Kim y me repuse, pero luego comencé a perder el control de mis propios pensamientos, era refinada y recatada para cientos de cosas, y eso me ponía.
La imaginaba sentada sobre la enorme mesa del comedor con mi rostro en medio de sus piernas mientras gemía, o en el cofre de mi Bentley, sujetándome de los hombros para no caerse debido a mis embestidas.
En el vestidor del equipo de fútbol, de pie en los casilleros. Besándome impacientemente al sentir mi pene en su interior. El estudio de su padre, sus muslos acariciando el acabado francés de ese horrible escritorio de caoba mientras echaba la cabeza atrás y yo le mordía el cuello. En mi habitación, dando saltos sobre mí mientras yo gemía con tanta fuerza que me retumbaban los oídos. De rodillas en el salón, yo sosteniendo su cabello para empujarme dentro de su boca y el ligero roce de mis yemas sobre sus pezones.
Tenía cientos de buenas ideas para hacerlo, y nunca imaginé que la primera vez que tomaría algo de ella, sería en su habitación.

Sin pensarlo demasiado rompí el empaque brillante y desabroché mis pantalones. Me tensé cuando sentí su mano sujetando mi muñeca antes de poder tomar el preservativo.

—La impaciencia no hace más que arrojarte al abismo. Trata de concentrarte, tengo algo más para ti—cambió de lugar conmigo para ponerse de rodillas.

—¿Lo has hecho antes?—tragué duro—, de no ser así no uses...

—Los dientes, sí, lo tengo—me guiñó en una media sonrisa y yo colapsé. No pude ahogar mi gemido cuando sentí su lengua sobre la punta de mi miembro.

—Mierda...—farfullé empuñando las sábanas.

Su boca estaba caliente, y parecía que sabía como utilizar la lengua, chupó alrededor y luego usó los labios para aspirar haciendo que mis ojos se fueran a blanco. No sabía exactamente qué era lo que estaba tan húmedo, si yo o el interior de su boca.
Su mano rodeó la longitud del falo y bombeó al mismo tiempo que me sujetaba con la lengua.
Podía decir, que nunca en mi vida nadie había conseguido hacerme gemir así.

—Hyejin—la piel se me achinó—, dios se siente tan bien—solté las últimas palabras en una respiración ahogada.

Instantes después yo mismo me empujé, me acomodé sobre la orilla de la cama y sujeté su cabello para ayudarle a llevar el ritmo. Y lo soportó, aunque traté de no ser demasiado rudo hubo un momento en el que estuve tan cerca del orgasmo que me olvidé por completo de todo lo demás. Sin mentir, algo brilló frente a mis ojos cuando me corrí. Lo tragó y continuó mirándome aun sentada en el suelo. Sus mejillas estaban a punto de explotar y mi cabeza todavía daba vueltas mientras mi respiración pendía de un hilo. Había algo de sudor salpicando debajo de sus ojos y sus pezones se erizaron... quería meterlos en mi boca mientras acariciaba en medio de sus piernas con los dedos. Así que volví a tomar la batuta, le ayudé a levantarse y metí la mano sin pedir autorización, aun así me gustaba que no fuera la clase de chica que estaba esperando a que yo lo hiciera todo. Estábamos follando, ambos.

Volví a ponerme duro cuando mis dedos se introdujeron hasta quedar empapados, me parecía sumamente excitante que le hubiera provocado semejante reacción sin haberle puesto otra vez un dedo encima.

—Eso no—sujetó mi mano—. Si se siente tan bien como sabe, creo que quiero tenerlo ya.

Fue suficiente para ponerme el preservativo. Así que aquí íbamos...atrapé sus labios entre mis dientes al apartar sus bragas a un lado para deslizarme.
Y lejos de sentirme asfixiado por la carga emocional, me sentí fastidiado por lo malditamente bien que se sintió estar dentro de ella.

—Ah...—me sujetó del rostro abriendo los labios sobre mi boca—Jimin...—bisbeó empujándose a sí misma.

Fue tan satisfactorio ver que no era el único al que el sexo entre nosotros lo estaba volviendo loco.

twisted|p.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora