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La casa Kim era mucho más acogedora que la mía. Podría quedarme ahí durante semanas sin sentirme como un extraño. Aún así estaba a la expectativa, tenía sólo dos minutos dentro y ya estaba ansioso por ver a Hyejin.
Me encantaban los días de cena con la familia Kim, no tenía que vestir de etiqueta. Podía simplemente ir en ropa de cama y nadie me juzgaría. Pero también, significaba que la pelirroja aparecería por ahí con un vestido de vuelo discreto o unos lindos shorts que se ceñían más de lo normal cuando se sentaba en el asiento frente al mío, llevaría el cabello suelto y quizá estaría usando las gafas en lugar de los lentes de contacto. Siempre era así.

Namjoon bajó la escalera con desinterés mientras sus ojos buscaban los míos y en una sonrisa encantadora saludó. Mi cabeza asintió devolviendo el ademán y luego esperé a que se sentara junto a mí. Parecía estar tramando algo, lo conocía lo suficiente como para no saber que algo de cuidado era lo que sucedía.

—Tengo que contarte algo—Namjoon se acercó lo suficiente para poder susurrar sin levantar sospechas.

—¿Ahora?—asintió.

—¿Pueden llamarnos cuando la cena esté lista?, Jimin se ofreció a ayudarme con algunas cosas de la escuela y creo que es un buen momento para aprovecharlo—el castaño achinó los ojos inocentemente y su madre asintió.

—De acuerdo, pero asegúrate de traer a Hyejin cuando te llame. No puede ser que estudie tanto. Necesita convivir...

Ambos asentimos sin preocupación y comenzamos a subir. El muro sobre la escalera me hacía sentir confundido sobre mis acciones, la familia Kim tenía una especie de línea del tiempo sobre la marcha. Yo no aparecía hasta el medio, en la fiesta de cumpleaños número 9 de Namjoon.
Y desde entonces no dejé de aparecer en las fotografías, me hacía sentir un poco culpable. Porque en lo único que yo podía pensar era en la hermanita de mi mejor amigo y lo bien que besaba.
La primera puerta del corredor era la habitación de sus padres, la que estaba sobre el medio le pertenecía a Joon y la que estaba junto a la de él era la de visitas.
Y alejada de todo, sobre el final del corredor estaba la puerta impecable de Hyejin.
Jamás había llegado tan lejos, no era que no se me permitiera pero como hombre y mejor amigo de su hermano estaba estrictamente prohibido pasar más allá de la pieza para visitas. Era como si un campo de ondas electromagnéticas cubriera todo lo demás.

El castaño abrió la puerta con cuidado y se sentó sobre el borde de la cama esperando a que yo cerrara la puerta tras de mí.

—Hyejin trajo consigo algo que le pertenece a un chico. No pude ver que era, pero estoy casi seguro de que es una chaqueta.

—¿Eso es malo?, dijiste que no querías atormentarte con esas cosas—viré los ojos pretendiendo no estar fastidiado con la situación.

—¿Qué más da?—sonrió—. El hecho de que no me haya contado nada me pone todavía más irritable, ahora quiero saber a quién mierda le pertenece y porque la trajo a casa.

—Tal vez es de Taehyung, dijiste que pasan mucho tiempo juntos desde que le enseña...—intenté justificarlo— Quizá sólo tenía frío.

—Bueno, ya sea que le pertenezca a él o no. Quiero saberlo.

—Estás siendo un maldito caprichoso—me burlé de él para sentarme en la silla giratoria frente a su escritorio.

—Lo que sea. ¿Vas a ayudarme o no?—se cruzó de brazos.

—¿Qué se supone que debo decir?—acepté de inmediato porqué también quería saber.

—Es por eso que he tomado sus productos de limpieza del baño, tendrá que venir a buscarlos en algunos minutos. Así que vas a tener que ser un obstáculo...haz lo que sea para que se quede aquí y puedas darme tiempo para buscar.

Yo podía hacerle muchas cosas en una habitación a solas. No era una buena idea en lo absoluto, me sentía demasiado débil para poder lidiar con ella.

—¿No te parece demasiado infantil?—apreté los labios a punto de estallar—, además ¿Qué se supone que le diga?, no es como si fuéramos amigos.

—Exactamente, pero ustedes no son desconocidos, Jimin. Es su oportunidad para acercarse más.

Nosotros definitivamente necesitábamos acercarnos, pero a solas.
Estuve a punto de tratar de negarme de nuevo pero fui interrumpido el resonar de la puerta abriéndose violentamente.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que si tomas mis cosas las devuelvas a su lugar?—la pelirroja al fin estaba ahí, y como lo pensé, usaba un vestido de florecillas amarillas que era tan refinado y discreto como podía. 

—Llama a la puerta, ya no estás en edad para que entres sin permiso. Y saluda a Jimin, no seas maleducada—la miró mal.

Namjoon era tan hostil y mimado cuando se lo proponía que decirle que lo olvidara iba a ser más que un problema.

—Eres imposible—refunfuñó en un suspiro y pasó a mi lado haciendo una reverencia casi imperceptible para seguir mordiéndose los labios.

La ponía nerviosa, probablemente también estaba pensando en saltar sobre mí y comerme la boca hasta cansarse. Quizá también quería tocarme debajo de la ropa y escucharme gemir.
Iba a perder mi postura frente a ella y eso no estaba bien.
Pero no me había llamado, así que no iba a darle nada hasta que me dijera que era lo que quería. Necesitaba escucharlo de ella, no sólo deducirlo.

Comenzó a juntar sus cosas dentro del baño y en un movimiento torpe pero veloz, Namjoon cerró la puerta de su habitación para dejarnos a solas. Moví la cabeza a un lado y observé con cuidado desde mi lugar, Hyejin estaba inclinada sobre los cajones del mueble en el lavamanos. No llevaba bragas convencionales, estas eran más apretadas, iban sobre sus nalgas, no sobre sus muslos. Sabía que lo estaba haciendo por mí.
Se quedó quieta un momento y me miró de soslayo para levantarse rápidamente. No dejé de mirar, no había nadie más que nosotros. Y no iba a tocarla pero si a comérmela con la mirada, era lo justo. Apresuró el paso para intentar salir pero me levanté en un movimiento para quedar justo frente a ella.

—Déjame ir.

—¿Cuándo vas a llamarme?—la cuestioné descaradamente pero no dijo nada—, te he hecho una pregunta, Hyejin. Responde—insistí.

—¿Podemos hablar de esto en otro momento?

—No.

—Siempre eres un mandón—frunció los labios en un puchero.

—Soy mayor que tú, se supone que tengo que ser mandón contigo.

—Y también se supone que debes respetarme—me miró mal—, pero me has mirado las bragas cuando me agaché.

—Me gustas más cuando dices lo que piensas—sonreí inevitablemente emocionado— ¿Qué más te da si lo has hecho a propósito?—me acerqué lo suficiente como para sentir su aliento. 

—Quizá—admitió en un susurro pequeño pero seguro.

Era tan caliente como arriesgado tener un momento así, pero no me importó mucho, terminé empujándola sobre el colchón.

—Vamos a mantenerlo callado ¿Sí?, Namjoon está buscando lo que sea que te haya dado el chico la otra noche. Así que va a tardar.

—¿Qué?—me miro horrorizada.

—Esa es mi primera regla, no puedes dejar que nadie más te toque—me coloqué sobre las rodillas y dejé besos sobre sus muslos provocándole un gemido demasiado tenue para mi propio bien.

—Es tu chaqueta...me la diste el otro día en el auto. Es por eso que la oculte de Namjoon...

—Carajo—eché la cabeza atrás y gruñí tristemente. Lo había olvidado por completo.

Estaba más duro que nunca en mi vida y ahora tenía que salir a impedir que Namjoon nos descubriera, necesitaba un milagro para que tampoco se percatara del enorme bulto dentro de mis pantalones.

twisted|p.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora