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d o s

La tensión en el ambiente podía tocarse con la yema de los dedos. Hyejin no había dicho ni una sola palabra en todo el camino y Namjoon no paraba de quejarse sobre lo aburrido del trabajo en viernes debido a la ausencia de su padre por negocios.
Mi cabeza daba vueltas con la idea de lo mal que había salido todo después de que se nos bajó la borrachera. Me sentía como un idiota, ni siquiera fui capaz de ir detrás de ella. Me quedé helado cuando se disculpó por algo que yo mismo había provocado. Había tenido más pantalones que yo para decir que lo que habíamos hecho estaba mal.
Entonces, no pude dejar de pensar en ella. Todo el maldito fin de semana estuve dando vueltas en el colchón recordando lo que había pasado. La forma en la que me besaba y como se movía, tan inexperta y caliente mientras yo lucía como un aprovechado imbécil en todos los contextos. Así era.

—¿Entonces?—Namjoon aparcó el auto sobre la línea que dividía la preparatoria de la universidad y Hyejin comenzó a guardar sus cosas para bajar.

—¿Entonces qué?—fruncí el ceño.

—Que si le dijiste a tu madre sobre la cena de esta noche, mamá quiere hablar de negocios con ella—frotó el pulgar sobre su índice.

—Ah, sí, lo hice.

La pelirroja bajó del auto sin siquiera despedirse. Namjoon no hizo más que suspirar abatido y mirar sobre la ventanilla.

—Está molesta porqué no llamé a la maldita puerta está mañana ¿Desde cuándo tengo que hacer algo así?—viró los ojos y fue en reversa.

—Creo que llegó a la edad en dónde necesita su privacidad—me encogí de hombros intentando lucir con normalidad.

—Sabes que creo—me miró asertivo—, es por un chico.

—¿Un chico?—enarqué las cejas—, pero si Hyejin no hace más que estudiar...—desplegué una sonrisa tenue.

—Oh, no amigo, no lo sabes todo.

Su habitación estaba llena de flores y obsequios todo el tiempo. Eso lo sabía, pero no era como si le interesara demasiado. Hacía parecer que todo estaba bajo control porque nunca les había prestado atención, no a nadie más que a mí aunque fuera prohibido. Y yo estaba bien con eso. No era en absoluto que estuviera enamorado de ella.

—¿Cuál es la diferencia ahora, entonces?—. Estaba inquieto por saber.

—Kim Taehyung—señaló con la mirada mientras yo sentía la rabia golpeándome en el cuello.

El castaño pasó un mechón de cabello detrás de la oreja de Hyejin y luego le ayudó a cargar su mochila. Ella le dedicó una tierna y aniñada sonrisa que me dejó helado. A mí jamás me había sonreído de esa forma, ni siquiera aquella noche. 

—¿Qué hace ella con un neandertal del equipo de fútbol?

—¿Estás jugando verdad?—soltó una risa torpe—. Ese tipo tiene un cerebro enorme, si no no estaría en el equipo. Sólo está fingiendo. Lo descubrí la semana anterior, hace todo mal para pasar tiempo con ella. Y mira que no me molesta, es muy interesante. Y hasta donde sé, su familia es el triple de rica que la tuya—me palmeó el hombro.

—Pero está mintiendo.

—Sí, no nos mortifiquemos tanto aún. Todo parece estar bajo control

Y una mierda, nada estaba bajo control. ¿Cómo se le ocurría hacer tal cosa?, si por mi fuera habría bajado en ese momento para apartar de un puñetazo al imbécil.

—Lo sé—sonreí incómodo—, es sólo que yo también la vi crecer... Estaría mintiendo si dijera que no me perturba ni un poquito que un cabrón le meta la lengua en la garganta a tu hermanita.