c a t o r c e

84 9 0
                                    

Nota: Reproduzcan la multimedia para disfrutar mejor el capítulo.
Les amo mucho

No fui capaz de pegar un ojo en toda la noche, y por la mañana sólo estuve pensando en un plan para deshacerme de los pendientes de ese día. Quería ir corriendo al apartamento, quizá ella habría continuado viviendo ahí apesar de mí decisión, pero tampoco podía aparecerme en su puerta a las 7:00 a.m. y decir sólo "lo siento".

Así que mientras me lamentaba por ello, tuve que alistarme para el trabajo. Cinco años se sentían como si hubiera sido demasiado, pero mi vida laboral había empezado a ir rápidamente después de que me gradué.

—Debo decir que soy un gran admirador de su trabajo—el hombre sonrió al estrechar mi mano.

—Se lo agradezco mucho, señor. Es un honor para mí trabajar con usted.

—Si me lo permite, me gustaría presentarle a la pieza fundamental de nuestra próxima estructura—sus ojos rodaron hasta el otro lado del salón mientras me pedía seguirle amablemente.

Nunca me gustó conocer personas nuevas, el proceso de presentación y construcción de una nueva relación me daba náuseas. Sin embargo, era parte de la vida adulta.
Me quedé de pie frente a la oficina cerrada. Las puertas eran de un negro áspero y tan lúgubre que no podía verse al interior. Aunque, la placa que adornaba al costado derecho me decía mucho sobre el desastre en el que me convertiría cuando estuviera dentro.

Bastó un sólo toque para poder entrar. Mi corazón rodó hasta aquellas zapatillas rojas de aguja. Porque el mundo era malditamente tan pequeño...

—Señor Park, es un placer presentarle a Kim Hyejin. Nuestra analista estrella.

Pensé que la próxima vez que volviéramos a vernos, ella decidiría pasar de mí. Creí que iba a pretender ignorarme porque estaba sumamente herida con mi comportamiento, dado que las cosas terminaron de forma tan desastrosa, era lo que yo me merecía.
Empero, siempre estaba subestimándola. Se comportó como si realmente no me conociera.

—Es un placer—. Estrechó mi mano entre sus pequeños dedos y no dejó de sonreír.

—Espero que podamos llevarnos bien—fingí no estar tambaléandome entre mis propias dudas.

—Claro que sí, Hyejin acaba de graduarse con el mejor promedio en artes...

—Felicidades—tragué duro.

—Gracias—asintió desinteresadamente.

—¿Has estudiado en Londres todo este tiempo?—me mordí el interior de la mejilla.

—Sí—asintió.

—Y esa argolla en tu dedo ¿Estás casada?

No fui capaz de comportarme como si no continuara enamorado de esos ojos. Si Hyejin se había casado ese realmente sería mi fin.
Sin embargo se ahorró sus comentarios y prácticamente me golpeó con el dedo anular en el rostro. La argolla decía "Royal College Art".

—Me disculpo—me incliné ligeramente—, es sólo que eres muy joven para haber contraído nupcias—murmuré.

Parecía un chiste de mal gusto, estar frente a ella después de tantos años. Continuar comportándome como un niño caprichoso que esperaba ser mimado sólo porque sí. Y sobre todo, creyendo que tenía el derecho de saber sobre su vida cuando yo mismo decidí salir de ella.

—¿Tienes los planos?—enarcó las cejas.

—Ah, sí, sí—le entregué el archivo dentro de mi portafolio.

—Bien—se sentó tras el escritorio—. Puedes sentarte si te apetece—me miró de soslayo.

—Los dejaré para que hablen—el azabache le sonrió a Hyejin sobre el hombro mientras ella asentía sin mirarle—. Llámenme si necesitan algo.

—Gracias—me senté en el sofá junto al ventanal y miré a mi alrededor.

El lugar tenía el sello de Hyejin por todos lados. Desde la forma en la que sus libros de dibujo estaban en orden alfabético, hasta los bocetos improvisados en esas pequeñas notas adhesivas. 

—Me parece que el espacio para la cafetería está demasiado cerca del espacio creativo—señaló la pantalla del ordenador obligándome a ponerme de pie.

—Sí, supuse que a las personas les daría algo más de confianza cuando lo vieran sobre el corredor.

—Hay demasiado ruido en la cafetería, será difícil conseguir algo de inspiración entonces.

—¿Debería moverlo al último piso?

—Sí, será más cómodo para nosotros tomar la zona más espaciosa. Habrá un enorme ventanal que hará que las luces se vean increíbles por las noches y el atardecer sea...—carraspeó la garganta— Fantástico.

No pude evitar mirarla tan intensamente. La forma en la que sus ojos brillaban con tanta ilusión y esa linda sonrisa adornándole el rostro. Podría volverme loco de amor incluso después de tantos años.

—Entonces lo pondré arriba—garabatee las hojas— ¿Algo más?

—Sí, la barra eléctrica de comida es egoísta. Hay cientos de personas que trabajarán en la cafetería de cada piso. Quítala.

—Pero nos ahorraría mucho dinero.

—Las personas como los Oh tienen más que mucho dinero—. Asentí dándole la razón.

—¿Qué me dices del diseño de puertas, te gusta?

—Es bueno, sí.

—¿Has estado bien?—mis ojos se clavaron sobre los suyos.

—No, la verdad es que todo ha sido un completo asco desde que decidiste romper conmigo.

Me quedé helado. Esa era la clase de situación incómoda a la que estaba acostumbrado desde que me enredé con ella. Hyejin siempre conseguía hacerme replantear la situación en diferentes escenarios. No había dejado de quererle ni un sólo día, así como tampoco había dejado de sufrir con su ausencia.

—Lo lamento mucho.

—Apuesto a que sí—no me prestó atención en lo absoluto, se mantuvo quieta escribiendo notas sobre la estructura.

—Hyejin...

—No aparezcas aquí y trates de ser mi amigo o comportarte como si en serio estuvieras sufriendo. Porque de haber sido así, habrías venido a buscarme desde hace mucho—. El temple en el tono de su voz me asustaba muchísimo.

Ella siempre mantenía la calma, la única vez que la vi explotar fue aquella tarde. Pero no era el único que lo había arruinado, yo también era joven y tonto, también tenía miedo.
No podía entender como no estaba gritándome a la cara que era un imbécil, porque yo lo era.

—¿Entonces como debo actuar?, si desde que me viste entrar por esa puerta se siente como si no te interesara que esté aquí.

—No lo sé—se encogió de hombros—. Yo ya ni siquiera sé cuánto me interesa que hayas aparecido al fin, ahora sólo pienso en lo mucho que duele.

—Debiste haberme llamado—suspiré.

—Y tú debiste buscarme hace cinco años.

—No podía ni mirar el cuaderno, Hyejin.

—Y yo no podía dejar de pintar para ti aunque no estabas. Esa es la enorme diferencia entre nosotros.

Me sentí acorralado. Una parte de mí quería implorar por volver, pero la otra estaba tan herida ante la respuesta que sólo podía enfurecerse. Sin embargo, no quería rendirme después de habernos vuelto a encontrar al fin.

—Ahora soy más viejo y un poco menos tonto... Así que déjame intentarlo aunque sea una última vez.

twisted|p.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora