s i e t e

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Mi brazo hormigueó al deslizarlo debajo de la almohada mientras escuchaba mi nombre en un grueso tono de voz.

—Jimin—el castaño me tocó en el rostro— ¿Estás bien?—abrí un ojo para asentir.

—¿Qué hora es?—murmuré todavía con el rostro enterrado sobre el acolchonado.

—Mediodía.

—Ah, tengo resaca—me sostuve del la sábanas para sentarme.

—Sí, lo supuse—extendió una taza de café frente a mí—. ¿A qué hora llegaste?

—No lo sé, quizá a la media noche ¿Molesté a alguien?

—Lo dudo, Hyejin duerme tarde pero siempre lleva los auriculares mientras pinta. Así que no muchas cosas le molestan, porque las ignora.

—¿Pinta?—fruncí el ceño mientras él asentía— ¿Y es buena?

—Pues sí, lo es. Pero no te esfuerces mucho en sacar plática de ello. Esa niña no conoce la palabra compartir cuando se trata de eso. La única vez que he visto su trabajo a hurtadillas casi me arranca la cabeza—sonrió modoso—. Entonces, si estás bien y no te molesta...volveré a casa de Jinjoo.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?—tomó el móvil y me mostró la línea de mensajes medio vacíos entre Hyejin y él. Debajo de muchos "sí", "no" y "de acuerdo" de su parte. Estaba escrito: "No voy a sacar el cadáver de nadie".

—Supuse que habías llegado tan ebrio como te fue posible. Ella jamás escribe más de dos palabras en texto.

—Quizá deba disculparme—fingí desinterés.

—Está bien, algo increíble debe haberte pasado para que no me gritaras cuando te desperté. No vayas a casa si no quieres mis padres no volverán hasta el siguiente viernes. Pero tampoco tontees demasiado, los exámenes vienen pronto... Y,  sobre todo, cuéntame después sobre la chica.

—¿Uh?, ¿Qué chica?

—La que te desvistió. Tienes la camisa al revés—viró los ojos mientras se alejaba y yo trataba de procesarlo todo.

Hyejin era buena haciendo planes, por supuesto que si Namjoon venía en cualquier momento y me encontraba durmiendo en la habitación de huéspedes, cerca de la de su hermana iba a darse cuenta de que algo sucedía, yo siempre dormía en la de él. Pero estaba tan cansado por la madrugada cuando ella me echó de su habitación, que no me di cuenta en donde terminé.

No pude evitar sentirme como un traidor cuando tuve conciencia al despertar correctamente. Me estaba aprovechando demasiado de mi mejor amigo, el hecho de que me dejara quedarme ahí sin dudar de mí en absoluto me remordía un poco la conciencia. Pero perdí todo el sentido cuando salí de la ducha a beber agua a la cocina. La puerta de Hyejin estaba entre abierta, así que dejando a la curiosidad comerme, me asomé de a poco. Estaba sentada en el suelo mientras trazaba pacientemente en ese enorme cuadernillo. Estaba usando nada más y nada menos que la ropa interior.

—¿Siempre pintas así?, porque si lo haces vendré todos los días a mirar.

—¿Tú siempre entras sin llamar a la puerta?—habló sin levantar la vista.

—Estaba abierto—farfullé al sentarme en el borde de la cama.

—¿Porqué no te has ido?...

—¿Estás echándome otra vez?—me recosté—, no soy un extraño. Pero yo me siento como si realmente no te conociera en absoluto, reconozco que lo del cadáver fue muy ingenioso, pero es algo oscuro para ti. Ni siquiera sabía que pintabas... Y mucho menos que tenías esa clase de ropa interior. Además estás hablándome informalmente—refunfuñé acercándome a mirar sobre su hombro. Decir que era increíble no bastaba, jamás había visto un bosquejo tan realista hecho sólo con grafito—. Aun con lo que sea no voy a irme a casa, mi tía está de visita y yo no le agrado mucho...

—A mí tampoco me agradas si nada más estás usando la boca para hablar.

—¿Entonces, en que debo usarla?—sujeté el lápiz para hablarle al oído—, debería levantarte y dejarte en el escritorio mientras meto mi lengua debajo de tus bragas...

—Sí, considero eso como algo productivo.

Todo estaba revuelto para mí. Realmente me sentía como si no le conociera. No estaba mintiendo en absoluto, era aterrador. Prácticamente había pasado la mitad de mi vida sentándome frente a ella en la cena y esa estaba siendo nuestra conversación más larga en años.
El lápiz cayó sobre la madera del suelo y mis manos sujetaron su cintura para levantarla conmigo mientras me comía cada centímetro de su boca.
Era como si hubiera una nube áspera de humo entre nosotros, que sólo era capaz de disolverse cuando nos besábamos. Eso, por alguna u otra razón, me hacía sentir seguro. Yo era bueno en eso. Incliné mi rostro para mordisquear uno de sus hombros y enredar mis dedos sobre la tela húmeda de sus bragas.

—Acabo de tocarte—sonreí de vuelta en su boca—, pero te encantan las cosas como estas, ¿A qué no?—asintió mirándome con algo de impaciencia contenida en un suspiro—, entonces sé buena y pídemelo... Porque sólo lo haré si me lo pides—rocé sus labios con los míos—. Me pondría mucho escucharte implorar un poco.

—Quiero que tu boca me folle—empujó los labios sobre los míos para acariciarme con la lengua en medio del beso. El sonido que soltó nuestro sucio beso no pudo haber sido más vulgar. Y me encantaba verle así de libertina.

Por un momento la imagen de la niña que solía llorar del susto al verme se esfumó. Mis manos se movieron por sí solas al encorvarme. Sostuve sus piernas de los lados internos y deslicé la lengua sobre la ligera transparencia de la tela. Nunca me cansaría de ese juego, Hyejin prometiendo no enredarse conmigo era mi concepto favorito, era impropio pensar que esa chica podría quererme de esa forma. Y reduciendo los números, yo estaba sobre el cero también.

Llevé dos dígitos a su boca y la impulsé a lamer mientras que con la otra mano palmeaba ligeramente su trasero. Bastó un segundo para meter mi lengua al deshacerme de las bragas. Ella sujetó mi cabello como cientos de veces lo imaginé y no terminó en nada más que en una enorme erección doliente dentro de mis pantalones mal puestos.

—Carajo—farfulló en un hilo de voz.

Mis labios tocaron su clítoris mientras introducía un dedo llevándolo dentro y fuera un par de veces. No supe exactamente cuanto tiempo me mantuve ahí, pero no fue demasiado, todos esos gemidos ahogados mientras halaba de mi cabello y maldecía hizo que mi cabeza se mareara. La vista se me nubló en cuanto volví a escucharla hablar.

—Voy a correrme—empujó los dedos para apartarme el cabello de la frente. El orgasmo la acorraló cuando absorbí con los labios y empujé la lengua un par de veces más.

Me sentía el tipo más afortunado en la maldita constelación. La noche anterior había tenido la oportunidad de hacerla sudar debajo y encima de mí. Escucharla gemir debido a mis estocadas y sobre todo besarla. Que me estuviera dando el privilegio de cumplir una de mis tantas fantasías en el repertorio era lo mejor de la semana.
Empero, todavía me sentía abrumado ante el hecho de estar cayendo por Kim Hyejin. Pero era como si no pudiera detenerme.

Cuando levanté el rostro para mirarla, sentí que el corazón se me salió del pecho. Ese par de ojos me había mirado como nunca antes. Y lo solté sin pensar demasiado antes de besarla otra vez.

—Pinta algo para mí alguna vez. 

twisted|p.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora