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Me acomodé en el sofá verde frente al escritorio mientras Taehyung se sentaba de manera impecable en el borde de la silla de caoba, parecía más que un tonto. Pero me había golpeado con demasiada fuerza para ponerlo dentro de ese rubro nada más. Ni siquiera lo vi venir, y ahora la sangre en mi nariz salía a chorros. Y era de esperarse del titular de fútbol americano, pero siempre pensé que yo era más veloz que los otros, mi récord en natación era insuperable gracias a mis habilidades de rapidez. 

Por su parte, el castaño aún tenía los dedos sobre la mejilla en la que terminé estrellando mi puño unas tres veces seguidas antes de que consiguieran separarnos. Parecía ridículo, nunca antes había peleado por una chica, yo no lo necesitaba. Pero tenía a Hyejin atravesada en cada decisión estúpida que estaba tomando últimamente, y lo más reconfortante era que no me preocupaba en absoluto.

—Dado que es su primera vez aquí, señor Kim, voy a darle el beneficio de la duda y le permitiré responder primero ¿Cuál fue la razón de este comportamiento tan bárbaro?—el hombre de las gafas de pasta me miró de soslayo con toda la superioridad que pudo. 

Nos conocíamos mejor de lo que me gustaría admitir, el señor Kang y yo no habíamos sido capaces de entablar la mejor de las amistades, pero tampoco podía decirse que éramos desconocidos. Yo era más que un desastre en mi época de preparatoria, y él nunca me soltó. 

—Él me robó a mi novia. Y estoy furioso—se encogió de hombros—. Recibiré el castigo que me merezco y es todo. 

—En mi defensa quisiera decir que ella y yo ya teníamos una... retorcida relación antes de que él apareciera—murmuré. 

—¿En tu defensa, imbécil?—se giró a mirarme— Mírate, no tienes respeto ni siquiera por la oficina del señor Kang, has venido a sentarte aquí como si fuera tu casa.

—Nos conocemos, Seungwoo y yo hemos sido amigos desde que tengo 16 años. 

—Esto no se trata de ti, sino de mi novia. Te pasaste ignorándola durante años ¿Por qué ahora quieres salir con ella?, estábamos tan bien sin ti—bufó.

—Tienes que comenzar a agregar la palabra "ex" en tus oraciones a partir de ahora. Y la respuesta ni siquiera tendría porque interesarte. Pero te lo diré—asentí—. Yo conozco a Hyejin mejor que tú, prácticamente he pasado la mitad de mi vida junto a ella, nosotros compartimos la mesa, el auto y las vacaciones familiares. Nos sentamos uno frente al otro desde los 10 años y es hermosa, muy inteligente y bastante astuta...

—Su color favorito—me tentó a levantarme otra vez para golpearlo. Sólo estaba tratando de humillarme y eso no sucedería. 

—Colores cálidos, naranja, amarillo, rojo o violeta. Esa es su paleta favorita, pero tiene otros cientos de ellos. Es alérgica al maní, no puede beber vino porque se marea fácilmente y le asustan mucho los tiburones, adora los perros y prefiere llevar la corbata del uniforme atada porque dice que así luce como debe. Casi nunca puede controlar el sarcasmo que sale de su boca, su risa tiene infinidad de significados...

—Ya basta—el hombre suspiró—. Ambos discúlpense con el otro y márchense, no tengo tiempo para esto. 

—Pero...—mascullé.

—Lo lamento—Taehyung hundió los labios al mirar en otra dirección—. Firmaré mi hoja de suspensión y me iré a casa, señor—se inclinó ligeramente al mirarme de soslayo. 

Me preguntaba si así de patético me había visto yo cuando hice lo mismo con Jihee. Comencé a sentir pena por Taehyung nada más lo recordé. No quería ser el tipo que robaba novias, pero tampoco quería soltar a Hyejin. No era sólo un capricho, de eso estaba seguro. 

—Yo lo siento—me levanté—. No ha sido mi intención herirte, realmente, lo lamento. Podré ser un imbécil en otros aspectos pero no quiero serlo en esto. Sé lo que se siente que no te elijan, pero tampoco puedo hacer nada si he sido quién ganó—me levanté—. También tomaré mi castigo, señor—abrí la puerta—. Sé como funciona, serán tres días de suspensión que tomaré para pensar en las consecuencias de mis actos en serio. 

Me sentí tan aliviado de volver a ver su cara en otra situación en la que parecía que lo había arruinado. Porque Hyejin estaba ahí incluso si yo estaba cayéndome de ebrio o gritándole en la cara. Recogía todos los pedazos cuando me desmoronaba. 

—¿Qué fue lo que sucedió?—su pulgar acarició sobre mis labios para llevarse la mancha roja entre los pliegues.

—No mucho—sonreí—. Soy el que peor luce, ni siquiera lo vi venir, cuando me di cuenta ya estaba sobre mí—suspiré—. Pero estoy consciente de que quizá me lo merecía un poco—me encogí de hombros—, yo estaría igual de furioso. 

—Pensé que habías sido tú—farfulló—, Taehyung nunca había peleado con nadie en toda su vida. 

—Lo sé—asentí—. Ve a hablar con él.

—Lo haré—su pulgar continuó acariciando mi mejilla como si estuviera muy orgullosa de mí y eso no fue más que mi propio permiso para besarla raudamente en los labios.

 —Y luego ten una cita conmigo—murmuré. 

—Hecho—sonrió mientras yo me alejaba sobre el corredor. 

Pude haber continuado mi camino mientras daba saltos como un niño en un campo de flores. La situación podía parecer crítica, yo, un universitario peleando con un chico de preparatoria por una chica. Suspendido tres días a mitad de la carrera y prácticamente castigado por la misma razón. Mi padre iba a ponerse furioso, y mi madre me daría un sermón extenso sobre el respeto a otros. Y Namjoon, probablemente él ya no querría ser mi amigo después de saber que había vuelto a acostarme con su hermanita. Pero ni aun así, ni siquiera porque pareciera estar pendiendo de un hilo, quería dejar a Hyejin de lado. 

Llegué a casa, me duché y detuve la sangre sin tanto trabajo. Cuando me senté frente al escritorio a escribir mi carta de disculpa a la institución, tomé un par de minutos. Toda la pared estaba llena de mis fotografías con Jihee, desde el primer hasta el último día había sido capturado por la castaña. Pensaba qué, todos cometemos errores, pero siempre serían más grandes unos que otros y acostumbrarse a vivir con el fracaso de cientos de intentos era lo que más dolía. Descubrir quién era y qué era lo que quería me resultaba inquietante. Sin embargo, por primera vez sabía que no quería continuar estancándome con mi amor no correspondido. Entonces, tomé todo lo que había alrededor de mis recuerdos tristes y lo puse en el cesto de basura. 

—¿Qué voy a hacer contigo?—sus manos no se quedaron quietas ni un instante. Me sujetó cuidadosa pero firmemente de la mandíbula y suspiró.

—¿Ya no llamas a la puerta?—sonreí tratando de no lucir demasiado tímido. No quería arruinar la confianza que habíamos entablado de pronto. 

—Tú no lo haces—frunció el ceño—. Además, la señora Ko me dejó entrar. Le dije que me darías clases privadas—levantó las cejas. 

—Clases privadas—arrugué la nariz—, eso es bastante... incierto.

—Pero eso ella no lo sabe—sonrió y yo asentí todavía sintiéndome como un imbécil. Parecía que no estaba ofreciéndole nada en realidad, estaba dejándolo todo de forma implícita, al aire y sin ninguna dirección. 

Lo indiscutible es que siempre que tenía su compañía, sentía una cosquilla demasiado satisfactoria en el estómago. Incluso si sólo estábamos sentados uno frente al otro durante la cena, había algo que me hacía sentir seguro y sumamente emocionado. Me encantaba la forma en la que me acariciaba el rostro y como cuidaba de mí. Pero lo que conseguía volverme loco era saber cosas sobre ella, escucharla reír, y ser yo quién cuidara de ella. Poder abrazarme a su cintura y acurrucarme en su cuello.
Tenía claro que no sólo quería permanecer con ella para el sexo, también quería hacerlo cuando se sentaba a pintar en ese enorme cuadernillo y no decir nada.

—Me gustas, Hyejin. 

twisted|p.jmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora