Capítulo 14

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Anna

Anoche dejé la empresa en horas de la madrugada, dormí toda la mañana y para el medio día Raisa y Natalie me invitaron a almorzar en su casa, donde conocí a Nora, la bella sobrina de la pelirroja.

Por la tarde decidí hacer algo distinto, y fui con mi libro a la playa durante un par de horas, antes de tener que sacudirme la arena de los pies y montarme en la motocicleta para venir a la compañía.

-Buenos días, señorita Anna.

-Buenos días, George. ¿Cómo esta tu madre?

El corpulento hombre me sonríe.

-Mucho mejor, gracias por preguntar.

-Qué bueno escucharlo. – le devuelvo la sonrisa al guardia y sigo mi camino hasta los elevadores.

Aún estaba intentando procesar el día anterior, desde como inicie hasta como termine mi cumpleaños. Definitivamente no era lo que esperaba, quiero decir, al menos algún familiar tendría que haberse acordado. Pero allí estaba el problema, de seguro se acordaron, y simplemente no me lo hicieron saber por orgullo. Exactamente lo mismo que me sucede a mí en sus cumpleaños.

De todas formas, estaba agradecida por Jay y Raisa, y con respecto a Thomas, cada día estaba más segura de que no teníamos ningún tipo de arreglo, y que debíamos alejarnos del otro antes de que alguien salga verdaderamente herido.

Me fue inevitable pensar en si mi próximo cumpleaños será de la misma forma, y aunque intente convencerme de que no, lo cierto es que mi contrato vence en los siguientes ocho meses, así que deberé buscar otro trabajo y volver a integrarme con nuevas personas antes de la fecha.

Dejo caer mi bolso en la silla de mi escritorio, y al voltear me encuentro con una pequeña caja de plástico transparente y dentro de esta, un precioso muffin con crema y una fina vela. Observo en el empaque en busca de una nota o una tarjeta, sin embargo, lo único que encuentro es un mechero.

Observo a mi alrededor, todos mis compañeros están enfrascados en sus computadoras, así que vuelvo la vista al pequeño muffin y enciendo la vela con el mechero.

Cierro los ojos y utilizo mis tres deseos en la única cosa de quiero desde hace mucho tiempo.

Cuando vuelvo a abrirlos miro a mis lados para chequear que todo siga igual, quito la vela y la dejo a un lado con el mechero, para darle un mordisco al pequeño pastel.

Lo como con tranquilidad, saboreando el mejor regalo de cumpleaños mientras intento descifrar quien pudo ser. La primera persona que llega a mi mente debo descartarla, porque el simple hecho de que fuera él suena absurdo y lejano. Pienso en Sarah, en George o Nick, los guardias, o quizás las personas de relaciones laborales, quienes lo hicieron como un detalle.

Observo la hora en la pantalla de mi celular, y al ver que solo faltan cinco minutos para las seis y con el humor completamente diferente camino hasta el escritorio de Sarah.

-Buenas tardes, bella.

-Buenas tardes a ti también – me sonríe - ¿Le hago saber que estas aquí?

-Por favor.

La rubia asiente y levanta el telefonillo antes de hacer un asentimiento en mi dirección.

-Gracias, ¡Ten un buen día!

Frente a la gran puerta de roble, le doy unos golpecitos, y tras escuchar un gruñido paso.

-¿Puedes, por favor, dejar de golpear la maldita puerta? Hace diez segundos te confirmaron que podías pasar.

-Buenas tardes a ti también. – pronuncio con ironía, pero sin perder el buen animo mientras tomo asiento en mi lugar habitual.

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