Capítulo 39

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Anna

Veo sus ojos en cortos lapsos de tiempo. Sus pasos no se detienen mientras recorre la pequeña sala, y empiezo a creer que, si no se queda quieto, hará un hueco en el piso.

Sus manos están en sus caderas, y lo escucho pensar en voz alta, pero yo solo puedo desear estar en cualquier lado menos en este asqueroso sofá.

Creer que tendré un futuro sin Thomas se ha convertido en mi nuevo pasatiempo favorito. Pensar en ello indica una esperanza para mí, pero últimamente tengo más dudas que respuestas. Por supuesto que quiero alejarme lo más posible de Thomas, eso no lo dudo.

Pero ¿y si eso me trae más contras que pros? ¿Londres está para mi teñido de buenos momentos, o los malos los superan? No me veo capaz de huir. No quiero volver a irme y perder el contacto con Raisa y Jayden, incluso la idea de no volver a ver a Maximous me resulta inaceptable, ¿pero estoy dispuesta a vivir una vida de malos tratos y humillaciones?

Jamás me imaginé temiéndole tanto a una persona como para que mis manos tiemblen incontroladamente cuando está enfrente de mí, ni mucho menos sentirme inferior o vivir alerta, preparada para esquivar algún golpe.

-Aún me sigues creyendo un imbécil, ¿verdad? – su voz suena calmada, pero ya se bien que es cuando más furioso está. Me encojo en mi lugar en el sofá.

-¡Contesta! – grita.

-No. – murmuro con la vista en el piso.

-Pues no es lo que parece, ¿no crees? – escucho sus pasos acercarse - ¿recuerdas la primer regla? – asiento – dila.

-Todo lo que sucede en la casa se queda aquí.

-¿La recuerdas siempre? – asiento con un ademan de cabeza y la creciente opresión en el pecho – ¿estas segura?

Esta tan cerca que puedo sentir su aliento. No me atrevo a levantar la cabeza, por el contrario, cierro los ojos con fuerza mientras muerdo mi labio inferior.

-Lo estoy.

-¿Entonces que mierda hacías en una puta estación de policías?

Mi corazón se detiene, y siento los músculos de mi cuerpo tensarse.

-¡Contesta! – vocifera, y siento su mano en mi rostro, tomándolo con fuerza, obligándome a enfrentarlo.

Me niego a abrir los ojos, no quiero que realmente sepa cuan aterrada estoy de él.

-No hacía nada. – susurro.

-¡Fuiste a hablar con un puto policía! – brama - ¿creíste que alguien te ayudaría? ¿creíste que podrías librarte de mí?

Joder, si lo creía.

-¿Pensaste que yo no sabría de tus intentos? Eres una ingenua hija de puta.

No puedo creer que me haya visto, estoy completamente acabada.

Todo en él detona furia, y yo continúo esperando un golpe que jamás llega.

-Se lo que intentas hacer. Se que necesitas pruebas o testigos, y yo no te daré nada de eso. – escupe – quieres convertirme en el villano de la historia, y no te lo permitiré.

Un sollozo intenta abandonarme, y aunque hago esfuerzo por retenerlo, mis hombros se mueven evidenciándome.

-No te tocaré un jodido cabello para que no tengas pruebas, ni saldremos a ningún lado para que no tengas testigos, ¿lo tienes claro? – intento asentir con la cabeza, pero su agarre es tan fuerte que me es difícil moverla – quiero verte enloquecer sin poder deshacerte de mí.

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