Anna
-¡Con más fuerza! ¡Tiene que caber!
-¡Que no cabe!
-Pues no me pondré algo más holgado, así que esfuérzate más. – Raisa me observa desde la cama.
Hace al menos diez minutos estamos intentando subir el cierre de sus jeans, ella acostada en la cama, y yo prácticamente encima de ella.
-Ve comprándote ropa más grande, porque si no son quintillizos, hay algo mutante ahí dentro.
Cierro la boca cuando el suave golpe de una almohada llega a mi cabeza, y miro con incredulidad a la rubia a mi lado.
-No le digas así, que escucha. – me informa.
-Si escuchas debes saber que tu madre esta demente, e intenta dejarte sin aire con estos vaqueros. – susurro contra su abdomen y Raisa rompe a reír.
-Tarada.
Un grito de celebración abandona mi boca cuando mágicamente el cierre sube y queda cerrado.
-¡Te lo dije! Sigo siendo la misma talla. – sonríe con suficiencia mientras se reincorpora en la cama.
-Yo que tú me pondría una blusa larga, para cubrir por si el botón sale volando.
-Ay cállate, eso no pasará. – simplemente la observo – bueno, quizás pueda pasar, pero más adelante, no ahora.
-Y casi llegas al cuarto mes... - canturreo.
-Lo sé. ¿Será normal esta barriga? – murmura mirándose al espejo.
Me acerco por detrás y susurro en su oído.
-Aliens...
Se da la vuelta e intenta golpearme, pero soy más rápida y salgo corriendo mientras rio.
Me quedo a un lado de la puerta de entrada y observo lo graciosa que se ve caminando.
-¿No quieres embarazarte?
-¿Qué? ¿Ya?
-No, el año que viene. – ironiza – si tonta. Seriamos dos amigas regordetas muy bellas.
Sonrío de lado. No existe la posibilidad de que tuviera un hijo con Thomas.
-También me hubiera gustado. – la codeo – tu hubieras esperado algunos buenos meses más.
Raisa ríe.
-¿No sientes alguna vez como que la vida se te esta yendo? Porque es lo que sentía antes de tener a frijol.
-Mas que frijol estaría siendo una gran naranja... - murmuro.
-Calla, tu entendiste lo que dije. – me señala con el dedo índice – a lo que iba es que sentía que estaba envejeciendo y no estaba haciendo nada que pudiera recordarme que eso no es así. Es como si el tiempo pasara rápido, y ahora lo hace de una forma más lenta, permitiéndome disfrutarlo.
Asiento, porque en parte es lo que siento ahora.
-Pues prometo intentar que nuestras hijas no se lleven más de dos años de diferencia, para que sean amigas. – bromeo.
-Hijas.
-¿Qué?
-Dijiste hijas, no hijos. ¿Crees que tendremos niñas?
Sonrío porque ahora puedo imaginármelo.
-No lo sé, lo dije sin pensar.
-Oh dios, ahora que lo dices suena fantástico. ¿Y si tengo un niño y sale como mi hermano? – hace una mueca haciendo reír.
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Infinitos
Novela Juvenil#E.I.2 Anna y Max se despidieron. Pero la verdad es, que nunca se dijeron adiós. Uno nunca salió del corazón del otro. No volvieron a verse, pero nunca se olvidaron, porque amores así quedan para siempre. El destino les jugo una mala pasada, y ter...