Anna
La semana había transcurrido de una manera tranquila, el fin de semana me quedé encerrada en la habitación el mayor tiempo posible, y para el lunes volví a la empresa, aunque no tenía mucho que hacer.
Los cruces con Adam Gaio, el otro escritor de la editorial Hoop, son cada vez más frecuentes. Personalmente no considero que sean mi culpa, al menos no todos, pero es que el hombre tenia el orgullo y la misoginia por los cielos, y eso lo convertía en la persona más intratable de la historia de los hombres peleles.
Aproveché estos días para mirar las áreas de funcionamiento de la empresa más de cerca, y me parece asombroso como es un enorme engranaje que trabaja a la perfección. Definitivamente Maximous se lleva el crédito de su creación.
-Listo, ya terminé la llamada. – Sarah se vuelve hacia mí – no sabes el desorden que tengo por aquí, porque el señor es "que se joda todo, hago lo que quiero". – lo imita con voz grave y yo río.
-Dime que ha hecho esta vez. – pido.
-Tiene rutinas, calendarios y miles de aplicaciones que le recuerdan absolutamente todo cada vez que debe hacerlo. ¡Por poco no le hago citas para ir al baño también! – refunfuña – pero él cambia todo sobre la marcha.
-Al menos sabes que eres indispensable para que su vida vaya sobre ruedas. – la codeo por encima de su escritorio y me sonríe, relajando los hombros. – tranquila, ya llegará.
Se supone que Maximous debería haber aterrizado hace unas tres horas, y eso fue de gran preocupación para muchas personas, ya que para este viaje en particular decidió viajar prácticamente solo, sin su equipo de asistentes.
Pero hace un tiempo lograron localizarlo desde la sede principal, aquí, y solo esta retrasado porque decidió ayudar a revisar y organizar unos números en otra central.
-¿Estás aquí para ocupar mi turno cuando Van Hannover llegué? – la insoportable voz de Adam vuelve a invadir mis oídos cuando llega desde el largo pasillo hasta el escritorio de Sarah.
-Hola Adam, buenas tardes. ¿Cómo estás? Oh bien, gracias. – ironizo cuando se posa a mi lado. – la gente decente saluda al llegar a un lugar.
-La gente decente no roba trabajos. – se da la vuelta, volteándose a Sarah - ¿puedes hacer tu trabajo y decirme por donde va? Debo saber hasta que hora tengo que quedarme aquí.
-Hey. – tomo su hombro y vuelvo a voltearlo hacia mí – háblale bien. ¿Crees que tiene un plan de vuelo o algo así? Además, no trabaja para ti, zopenco.
-Y tu escúchame, trabajas aquí por puro acomode. Se que finges no saberlo, pero no tienes por qué, todos en la editorial lo sabemos desde antes de que llegaras. Algún capo o jefe de arriba movió las cartas a tu favor, y si el motivo no es apto para todo publico prefiero no saberlo, pero deberías dirigirte a mí con más respeto. – observo como una vena de su cuello se mueve y palpita rápidamente, pareciendo que va a explotar – Soy mayor que tú, tengo más experiencia laboral, llevo más años en la editorial, y aunque nuestro puesto sea el mismo, el mío tiene mas peso que el tuyo. ¿Lo tienes?
Me volteo hacia la rubia a mi derecha.
-Disculpa Sarah, ¿escuchaste algo? ¿O solo fueron estupideces y un orgullo herido?
Veo como la chica cubre su boca para no reír y mira hacia el pasillo.
-Mejor vuelve a chupar pollas, a ver si te ascienden a jefa de editorial.
-¿Quién le ha chupado la polla a quién? – Maximous se posiciona entre nosotros, con los primeros botones de la camisa desabrochados y sosteniendo una pequeña maleta en su mano izquierda.
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Infinitos
Novela Juvenil#E.I.2 Anna y Max se despidieron. Pero la verdad es, que nunca se dijeron adiós. Uno nunca salió del corazón del otro. No volvieron a verse, pero nunca se olvidaron, porque amores así quedan para siempre. El destino les jugo una mala pasada, y ter...