Capítulo 5

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Abro mis ojos, los fijo en la persona a mi lado. Estoy acostada hacia arriba, vestida con una camiseta y un bóxer suyo, él está boca abajo y con un brazo rodeando mi cintura, su pecho está descubierto y sólo viste un bóxer, el cual ha quedado al descubierto debido a que estoy acaparando toda la sábana.

Bostezo y me estiro con cuidado de no despertarlo. Salgo de su agarre para dirigirme al baño, los recuerdos del día anterior vienen a mí y sonrío como una posesa ante todo lo que sentí.

No tengo palabras exactas para definir todo.

Hago mis necesidades y salgo del baño para encontrar mi ropa bien doblada en una silla. Tras salir del baño, la noche anterior, acabamos comiendo pizza en ropa interior, bueno yo con la suya, a un lado de la piscina, la cual se iluminó por la noche, dejando un ambiente bastante agradable.

Después nos dormimos en una habitación de la planta baja, que tenía ya una cama, un tanto pequeña, pero nos dormimos sin problema. Me echo a su lado y lo aprecio durante un rato, sus ojos cerrados, su pelo revuelto porque se durmió con el pelo húmedo, su respiración tranquila y el vaivén de su cuerpo subiendo y bajando.

Empiezo a mover mis dedos sobre su espalda, acariciándolo y moviéndolo en círculos, noto como su respiración va cambiando y me doy cuenta de que se está despertando, más cuando, él sonríe y abre uno de sus ojos para verme.

—Buenos días, bicho —dice con su voz gruesa y de recién despierto.

—Buenos días —le contesto y sigo acariciándolo.

Él se incorpora e intenta darme un beso, pero niego.

—Mal aliento mañanero —respondo con vergüenza.

—Cierto —puntúa —creo que tengo paquetes de cepillos nuevos, por si quieres usar uno y lo dejas aquí para la próxima vez.

Se levanta dándome la vista de su pecho y su abdomen decorado por los típicos cuadraditos, luego me da la espalda y agacha su cabeza para ver que... su erección mañanera decora su bóxer.

—¿Necesitas ayuda? —le digo acercándome más a él, coloco mis manos sobre sus hombros

—No, esto no es como la de ayer —dice levantándose y yéndose al baño, pero vuelve a salir —ven, tengo cepillos de dientes y un peine por si quieres peinarte ese nido de pájaros que tienes en la cabeza.

—¡Eh! Eso ha sido porque me he dormido con el pelo húmedo —digo con un puchero y los brazos cruzados mientras él solo se ríe.

Entro en el baño, cogiendo el nuevo cepillo y su pasta dental, comienzo a lavarme los dientes y veo como él se pone de espaldas y se baja el bóxer para hacer pis.

Lo raro que se ve esto cuando uno es adulto, de pequeños solíamos hacer esto sin que pareciera extraño ni incómodo, pero ahora todo es distinto.

Me enjuago la boca y dejo el cepillo sobre el vaso, él se lava las manos y sigue con el cepillo de dientes mientras cojo el peine y empiezo a alisar mi pelo, o como él lo llama, el nido de pájaros.

Un recuerdo llega a mi cabeza y sonrío.

—¿Recuerdas nuestro primer beso? —le pregunto, él escupe y asiente.

Nuestro primer beso, no fue hace unos días en su coche, no, no lo fue. Ocurrió cuando ambos teníamos unos once años y fue idea mía besarnos.

"La película que ambos veíamos era una cursilería total y los protagonistas parecían chicles todo el tiempo abrazados y juntos.

Nos encontrábamos en la habitación de Dominic, echados sobre la alfombra y comiendo chucherías que su madre nos había traído. La televisión frente a nosotros estaba echando una película demasiado romántica y cursi.

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