CAPITULO 47

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POV Alba

No podía ser. No podía ser. ¡No podía ser!

— Hola.

Pero era. Era y mucho.

¡Mierda!

Era tanto que mi falta de reacción le dio tiempo extra, como si no hubiese tenido más que de sobras, para hacer un barrido con sus largas pestañas de toda la estampa. Al completo. Detallado. Aunque ya de por sí hubiese pasado una eternidad hasta que lo inesperado del asunto le permitió articular palabra.

¿Y ahora qué? ¿ahora qué? ¿¡ahora qué!?

La sonrisita bien-queda que creó al instante no trasmitió nada que fuese capaz de leer. Quizás por el shock, quizás por mis nervios o incluso por mi miedo, pero el rápido aleteo de sus párpados, el que hizo antes de hablar, convirtió sus ojos en un par de pantallas reflectantes que cada vez me mostraban menos. El muro que se estaba alzando entre nosotras contaba con tantos kilómetros que el único atisbo a sus emociones que podía encontrar era la postura rígida que seguía manteniendo y, sin embargo, yo continuaba ahí delante mirándola en silencio y sin mover ni un maldito músculo.

¡Me cagaba en mi puta estampa!

No.

Esto no estaba pasando.

No, me negaba.

No era verdad.

— Natalia, ¡hola! — La dueña de la casa me dio un empujón, arrinconándome tras el marco y colocándose bien la camiseta que hacía poco no llevaba así —. ¿Qué estás haciendo tú por estos lares, guapísima? ¡Qué honor tenerte por aquí!

— Hola. — El color honesto que adoptó su risita con la soltura de la andaluza me quebró aún más por dentro.

Con ella se reía.

Solté todo lo que tenía en el mueblecito del recibidor, ignorando si alguna moneda se desparramaba por la superficie.

Con ella se reía, eso era... ¿bueno?

— Me pasaba para que comentáramos unos asuntos, pero... Creo que llego en un mal momento.

— ¡No!

— Sí. — dije por encima de Julia, tirando su intento de quitarle paja a la basura.

Mierda. Ahora me miraban las dos.

Y no sabía qué era peor, si la fulminación de la castaña queriéndome matar o la mueca realmente apenada que emitió la morena.

— Lo siento. — Se nos adelantó la última, señalando las escaleras —. Mejor vuelvo otro día.

— No, ¡No! — La atrapé con fuerza del brazo para evitar que retrocediese, saliendo sin pensarlo al recibidor.

Por favor... No.

Nos quedamos quietas. Petrificadas. Su tacto, su sola presencia, el verla tan cerca... Ver su cara sin filtros ni maquillajes, las ojeras bajo sus ojos, sus orejitas de hada asomando por su semi recogido y lo enorme que le estaba esa camiseta... Ver de cerca sus lunares, su septum picudo, su mandíbula morena y afilada... Su olor dulzón invadiéndome... Todo eso era solo el principio de lo que confabulaba para colapsar todos y cada uno de mis sentidos. Me ponía los pelos de la nuca como escarpias, incluso solo con respirar a mi alrededor, me devolvía toda esa fuerza vital que sabía que residía en mi interior, pero que a veces necesitaba que me recordaran que estaba ahí.

¿Pero qué basura me había estado pasado por la cabeza? ¿En qué maldito momento se me había ocurrido que alejarme de ella era lo que me podía venir bien?

Come Back And TryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora