CAPÍTULO 19

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POV Natalia

— ¿Yo?

Asintió resiguiendo el contorno de mis labios y yo tiré de su barbilla hacia abajo, ejerciendo una presión muy leve, pero suficiente para que el suyo rebotase al ser liberado.

— Basta. — Demandé poniéndome firme —. Deja de hacer eso.

No podía maltratar así a una zona tan frágil y sensible, era un atentado contra la naturaleza.

— Perdón.

Habló tan bajito que apenas la llegué a escuchar, provocando que odiase el ruido externo que estaba eclipsando la rugosidad de su voz.

— ¿Qué? — Pregunté para que siguiera hablando.

— Que lo siento.

Contuve el estremecimiento que me recorrió entera cuando pasó su otra mano por mis costillas y se acercó un poco más. Nuestras narices prácticamente se rozaban ahora y su respiración se mezclaba con la mía.

— Yo también. — Susurré.

— ¿Por qué?

— No sé.

— ¿No sabes?

Balanceé la cabeza lo mínimo para darle una respuesta, ni siquiera sabía de lo que estábamos hablando ya.

— ¿Qué me has dicho antes, Nat?

La súplica implícita en su tono me hizo sonreír.

— ¿Antes cuándo?

— ¡Antes, Nat!

Me iba a gastar el nombre. Arranqué mi atención de su boca entreabierta para fijarla en sus ojos, pero los suyos estaban tan centrados en las caricias que estaba dando a mi lunar, que tuve que hacer algo para que dejase de mirarme así.

Demasiado bochorno hacía ya, se nos estaba yendo de las manos.

— Que Julia parece muy buena chica. — Nos recordé con el único resquicio de racionalidad que me quedaba —. Me gusta. Me gusta mucho.

El ámbar incandescente de su mirada se había oscurecido tanto como para parecer oro viejo, pero dejé de verlo cuando sus finos dedos se aferraron a mi mandíbula y los míos a su cintura. Esa no era la respuesta que esperaba exactamente.

— Julia ahora mismo debe de estar follando con alguien random de la fiesta.

Uix, aibá.

— Lo siento — dije encogiendo el gesto en una mueca.

— Yo no. — Ni siquiera me dio tiempo a asimilarlo —. Me alegro mucho por ella.

Ah. Mira tú qué bien.

— ¿Relación abierta?

— Si quieres pensar eso para sentirte mejor... — Atrapó el lóbulo de mi oreja y, con ello, el arco de mi pendiente —. Vale.

El aturdimiento que llevaba encima me estaba haciendo procesar todo a medias. Para mis ojos solo quedaban las llamas de los suyos y el ardor de su contacto subiendo por mi tórax, repitiendo - sin saberlo - los movimientos que yo estaba haciendo al recorrer su columna desnuda.

Su piel era suave, terciopelo de color rosa palo. Y el mono le quedaba mucho mejor de lo que yo tenía en mente, ajustándose en los lugares correctos.

— Que eres preciosa. — Contesté aunque no lo necesitase —. Eso he dicho antes.

Y tenía que estar cansada de escucharlo, porque era la más pura y absoluta verdad. Para mi desgracia.

Come Back And TryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora