CAPÍTULO 17

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POV Alba

— ¿Se puede saber qué te pasa ahora?

Sus ojos felinos impactaron contra los míos, deteniendo el bolígrafo metálico que llevaba un buen rato girando entre los dedos.

Mi demanda había roto el silencio sepulcral que se había establecido entre las dos. No hablaba, no me miraba, no sonreía de medio lado al pillarme haciéndolo a mí y, por si fuera poco, parecía tener una repentina alergia a establecer cualquier tipo de contacto conmigo.

Era personal. Con suerte habíamos intercambiado más de un par de frases desde que nos metimos en el despacho, nada fuera de lo estrictamente cordial o profesional, y aunque ya había supuesto que algo iba mal por lo distantes que estaban siendo sus mensajes, que se sentara en un sillón individual con su propio portátil me sentó como una patada en el esófago.

— ¿Me debería pasar algo? —  Cuestionó como si el asunto no fuese con ella. 

— No lo sé, Natalia. — Remarqué cada palabra —. Por eso te lo estoy preguntando.

Quería saber qué había hecho que se convirtiera en un puñetero iceberg de la noche a la mañana. Íbamos bien, muy bien, pero había reculado cien pasos de la nada y, por mucho que me esforzase en descifrar la profunda complejidad de su mirada, si ella no lo permitía era misión imposible.

— Hemos quedado para trabajar y es lo que estoy haciendo... — Ladeó la cabeza —. ¿Necesitas algo más?

Sí, a ella. Dejando de estar tan evasiva y sin esa amabilidad forzada que utilizaba como barrera, por ejemplo.

— No. — Me mordí la lengua —. No necesito nada más. 

Ni un segundo tardó en asentir y volver a lo que estaba haciendo, dando por buena una respuesta que ni un crío se creería.

Pues genial. Estupendo.

Estaba tan molesta con la situación que mi tono no es que estuviese siendo el más agradable del universo. Apenas podía parar de darle vueltas a todo, convirtiendo mi concentración en algo inconstante e intermitente, pero ella estaba compensando con creces su cancelación de ayer y poco le faltaba para acabar los documentos de los nuevos promotores, adjuntando un montón de notas para cuando yo los revisara después.

Notas. Estando a menos de tres metros. 

Era absurdo. Cada vez que despegaba un post-it para pegarlo en algún informe, me daban ganas de tirar todo por la ventana. Como en ese preciso instante.

— Pues mira, sí. — Solté cansada del tic de mi pierna —. Sí que necesito algo más.

Aparté los contratos que debía estar leyendo para ponerme en pie y acercarme a su posición, viendo cómo soltaba el aire lentamente sin dejar de deslizar la punta del bolígrafo sobre uno de esos papeles rosados.

— Natalia. — La llamé porque no me estaba haciendo ni caso.

— Un momento. — Se apresuró a decir.

Le concedí unos segundos mientras despejaba la mesa de centro y me sentaba en el borde, intercalando mis bambas con las suyas al quedar justo en frente.

Su semirecojido, desprolijo e improvisado, dejaba a la vista la forma en la que sus labios moldeaban cada palabra que trazaba en el papel. La mezcla de la luz natural con la de la pantalla del ordenador, creaba una amalgama de claroscuros interesantes incidiendo directamente en su perfil, abriendo un mundo de planos y perspectivas desde los que cualquier cámara sería buena para intentar captar su belleza. Sin adornos ni aditivos. Y, darme cuenta de lo mucho que se estaban dispersando mis pensamientos, fue lo que hizo que volviera a mis cabales.

Come Back And TryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora