CAPÍTULO 54

10.5K 243 255
                                    

POV Natalia

— Un sitio un poco tétrico para encontrarnos, ¿no crees?

— No parecía importarte cuándo tú y tus amigos saqueabais tumbas ajenas.

— No eran tumbas, eran mausoleos — repuso divertido —. ¿Y qué te voy a decir? Siempre he sido un buen rastreador de joyas.

— Sí... Ya... Conozco tu extenso catálogo de habilidades. — Y delitos. Si algo quedaba claro era que era mucho mejor tenerlo entretenido con sus... nano... juguetes.

— ¿Impresionada, Bellerose?

Le miré por un segundo antes de ignorar por completo el tonito y la sonrisita embaucadora. Le sacaba bastantes canas a las niñas con las que eso le debía funcionar. Si es que funcionaba.

Heteros.

— ¿Marilia? — Me interesaba infinitamente más.

— Viva, que es más de lo que lo vamos a estar todos en unos días. — Continuó tecleando.

La presión con la que envolvía los tallos entre mis puños se intensificó un poco más. No había soltado ese ramo medio marchito desde que me había obligado a beber aquel líquido asqueroso que aún se adhería a mis encías. Rosas rojas. Granates. Puestas ahí desde no hacía más de un par de días. Me hubiese encantado creer que era porque mi madre se había pasado por aquí o porque alguien más – aparte de nosotras – seguía trayéndole flores después de todo este tiempo; pero lo más parecido a algo rojo que alguno de nosotros había dejado frente a esa lápida, desde el principio, fue la pequeña gotita de sangre que se escurrió por mi puño hasta impactar de lleno contra los pétalos frescos de lo que yo acababa de reponer.

Rosas blancas, siempre blancas.

Observé la palma de mi mano tras aflojar el agarre, sin tener muy claro si habían sido las espinas y ramas secas partiéndose o las recién estrenadas uñas puntiagudas clavándose en mi piel. Fuera lo que fuese, no lo noté.

— Tienes que aprender a confiar un poquito más, Bellerose. — Musitó mi acompañante, ajeno en lo suyo.

— Difícil me lo ponéis, cuando os dejo un minuto solos y lo siguiente que casi recibo es una llamada de la funeraria.

Dejar al Turco sin palabras se acercaba a lo insólito que era dejarme sin a mí, en un contexto como este, al menos, y, aun así, habían conseguido que no fuese capaz de mover un solo músculo en más de lo que tardé en llegar al hospital. El moreno no se atrevió a sumar otra replica tras levantar las cejas y soltar un largo silbido de "tocado".

Y hundido había estado a punto de estar.

— No me metáis en vuestros problemas maritales, hacedme el favor.

— Pues no vuelvas a dejarme toda la puta noche sin un mísero mensaje, cuando es lo que te he pedido.

La orden estaba clara: asegurarse de que cierta bomba andante no se pasase de la raya, no que se las metiese todas.

— No fui yo el que no quiso llamarte, por si te quedaban dudas.

Apreté los dientes y devolví mi atención a la lápida de Noe. Eran unas vistas mucho más relevantes. E inteligentes.

— La próxima vez ni contemples que tienes otra opción.

Pude notar sus ojos pardos haciendo un escaneo detallado de mi perfil de medio lado, extensamente detallado. Y, aunque yo no solía ser tan intolerante, no retrocedí ni una milésima de milímetro. Para esto no valía el "nadie debe tener toda la información", para esto no valía el apostarlo todo a la carta del despiste.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 01, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Come Back And TryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora