Capítulo 2: Tragedia

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Link se despertó confundido a la mañana siguiente viendo los cadáveres de sus padres y su hermana, recordando lo sucedido la noche anterior sintió tal tristeza y dolor que lo único que atinó a hacer fue salir corriendo, montó a su yegua Epona y se dirigió directo al castillo pues necesitaba hablar con la Princesa Zelda, al llegar a las puertas del castillo un guardia se le acercó –ah, eres tú, Link –le dijo al reconocerlo –¿Qué te trae por aquí? –preguntó –necesito hablar con Zelda –respondió él, los dos guardias asintieron haciéndose a un lado y el chico abrió la puerta, afortunadamente conocía muy bien el lugar y sabía en dónde podría estar la princesa, se dirigió entonces hacia el patio del castillo, y tal como suponía ella se encontraba allí sentada bajo un gran árbol, al verlo acercarse enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal pues su amigo lucía pálido y nervioso, –¿Qué ocurre? –le preguntó ella preocupada cuando él llegó a su lado, el muchacho le contó todo lo sucedido, eso hizo que todo se volviera real, –eso de verdad ocurrió –pensó, Zelda lo escuchaba atónita y sin poder creerlo, –que horrible –dijo la chica cuando por fin pudo hablar, estaba horrorizada, –de verdad lo siento –le dijo a su amigo abrazándolo, él simplemente no soportó más, se quebró y lloró en los brazos de su amiga.

Ya un poco más tranquilo le contó sobre la enorme ira que se había apoderado de él y la extraña transformación que sufrió, –¿Recuerdas cuál era tu apariencia? –preguntó ella intrigada, el chico se rascó la cabeza pensativo, –no estoy seguro –respondió finalmente, –sólo pude ver mi ropa –dijo describiéndole como se veía y recordando también la expresión de asombro y temor de su padre dedujo que debía tener un aspecto físico bastante imponente, también recordó la gran espada que poseía, –creo haber oído o leído algo sobre un ser muy poderoso que existió en un mundo paralelo al nuestro y su aspecto es idéntico al que tú me estás describiendo –comentó la chica –pero no recuerdo su nombre –agregó algo decepcionada –pero puedo buscarlo en la biblioteca, estoy segura de que allí lo leí, –los dos se quedaron largo rato en silencio, –eso es lo que menos me preocupa, –dijo Link finalmente, –lo que quiero saber es, ¿Qué era ésa cosa? ¿De dónde salió? ¿Qué o quién lo creo? ¿Cuál es su propósito? Y ¿Dónde y a quién atacará después? –volvieron a quedarse callados –dijiste que era un ser de sombra, ¿no es así? –preguntó ella, él asintió –sólo hay una persona que puede ayudarnos con eso –dijo Zelda –Midna, ¿cierto? –comentó el muchacho con tono ligeramente sarcástico algo raro en él, la chica lo miró, Link permanecía quieto recargado en el tronco del árbol con los brazos cruzados y la mirada baja, –tengo miedo –confesó en un susurro apenas audible bajando los brazos en señal de rendición, –no quiero que nadie más muera o resulte herido por mi culpa –ella le puso las manos firmemente sobre los hombros y él finalmente levantó la vista con lágrimas en los ojos, –tranquilo, todo estará bien, resolveremos esto juntos –le prometió su amiga abrazándolo –pero lo mejor será que te quedes aquí, es demasiado peligroso que vuelvas a casa –explicó ella –porque eso seguramente estará esperando que vuelvas allí –él sólo asintió pues era incapaz de encontrar su voz.

La Ira de un DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora