¿Qué harías si acabarán de asesinar a tu familia frente a tus ojos? Y si ésa ira te convierte en un ser sumamente poderoso, ¿Buscarías venganza? ¿Defenderías a otros? Ésas mismas preguntas le surgirán a Link después de sufrir el asesinato de su fami...
Mientras Link se dirigía al Templo de las Sombras, no podía evitar sentir que algo andaba mal, Ganondorf ya había sido derrotado al igual que Zant, así qué, –¿Quién podría estar detrás de todo esto?, –se preguntó, y si lo que Midna había dicho era cierto y sólo los Twili eran capaces de crear un doble sombrío eso quería decir que uno de ellos había aprendido a hacerlo y también a crear un portal al igual que ella, –¿Pero cómo, si se supone que ese conocimiento está prohibido?, –se quedó con la mirada perdida mientras cavilaba, –y ¿Quién podría ser?,
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–al llegar al templo volvió a sentir un escalofrío, afortunadamente todo el lugar estaba abierto y vacío por lo que pudo llegar rápidamente hasta el barco que lo llevaría hasta la Sala del Jefe en dónde suponía que descubriría algo, al llegar todo estaba tranquilo y en silencio, el lugar estaba tenuemente iluminado, el chico avanzó con cautela hasta el centro de la habitación, de repente la suave voz de una niña lo llamó desde las sombras, –Link... –el muchacho se giró hacia el lugar de dónde provenía la voz, la cual se iba haciendo cada vez más clara y audible, –¡Link ayúdame!, –él inmediatamente reconoció la voz de su hermana, inconscientemente corrió hacia el lugar de dónde ésta procedía, –Ariana, –la llamó al no ver nada ni a nadie, –¡¿Por qué no me ayudaste?!, ¡¿Por qué no me salvaste?!, –preguntó la voz con tono acusador, –No... No me podía mover, estaba paralizado, –respondió el muchacho desesperadamente, de la nada los mismos y desgarradores gritos se dejaron escuchar haciendo eco en toda la sala, Link cayó de rodillas tapándose los oídos con las manos, –¡Ya déjame en paz!, –gritó con fuerza, –¡¿Qué quieres de mí?!, –preguntó al borde de las lágrimas, –Destruirte, –respondió una voz rasposa a sus espaldas, el chico se levantó y se giró para ver a un hombre alto y fornido, de tez pálida, que portaba una larga túnica negra con capucha que lo miraba con odio y desprecio, –¿Quién eres tú?, –preguntó él, –mí nombre es irrelevante pero puedes llamarme Apolion, –respondió, –y sé perfectamente quien eres tú, –al mirarlo detenidamente el muchacho pudo darse cuenta que los ojos de aquel hombre eran rojos, –¿Fuiste tú quien creo esa sombra que atacó a mi familia?, –Apolion lo miró con desdén, –eres lento chico, –se mofó, –pensé en atacarte en cuanto volviste a casa, –hizo una pausa rechinando los dientes furioso al mismo tiempo que apretaba los puños con fuerza, –pero no contaba con la presencia de tu amiguito, –sintiéndose desfallecer Link comprendió porque Zelda le había pedido que no volviera y el por que lo había seguido hasta allí, sintiendo tal furia al comprender lo cerca que estuvo de poner a su amiga en peligro, atacó sin pensarlo pero aquel hombre desapareció, –aún no es tiempo de que tú y yo nos enfrentemos, –dijo la voz soltando una última y macabra carcajada que hizo eco en las paredes de roca de la sala, el muchacho volvió a caer de rodillas temblando y llorando.
Al anochecer volvió al castillo, Midna aún no había regresado y eso quería decir que aún seguía buscando información, él le contó a Zelda lo que había pasado (omitiendo ciertos detalles) –bueno, al menos ahora sabemos contra quién nos estamos enfrentando –dijo la chica –siento haberte desobedecido y haberte puesto en peligro –se disculpó él, su amiga le sonrió –lo hiciste por un buen motivo –ambos se miraron, ya era tarde por lo que decidieron irse a dormir, una vez más las pesadillas volvieron a atacar a Link.