Capítulo 5: Amuletos

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A la mañana siguiente el chico se despertó muy cansado, bajó al comedor a desayunar, Midna y Zelda ya se encontraban allí, las dos se sorprendieron al verlo entrar pues lucía pálido, tenía unas ojeras enormes y parecía más muerto que vivo –pareces un zombi –le dijo Midna con su humor habitual –me siento como uno –respondió él con voz débil a causa de la fatiga, tenía la cabeza apoyada sobre los brazos –apenas pude dormir anoche –explicó –creo que puedo ayudarte –comentó Midna mientras se ponía en pie y se dirigía a la cocina, pasados unos minutos ella volvió con una taza de té en las manos y la depositó frente a Link quien la observó con curiosidad, el líquido era de un color azul claro y brillante, y desprendía un olor muy peculiar, le resultaba familiar de algo –¿Qué es esto? –le preguntó intrigado –es un té especial, sirve para olvidar, al menos temporalmente –puntualizó –pero eso es mejor que nada –agregó la chica, él se bebió el té, sintiéndose mejor inmediatamente, volvió a su habitación y se quedó dormido enseguida.

Se despertó unas horas más tarde, y fue a buscar a sus amigas quienes se encontraban en la biblioteca tratando de encontrar más información que pudiera serles útil, –¿Cómo te sientes?, –le preguntó Zelda al verlo llegar, –de maravilla, –respondió el chico, –¿Aún no han encontrado nada?, –les preguntó, ambas negaron con la cabeza, en ese momento él tuvo una idea, tal vez en el Templo de las Sombras podría averiguar algo, –y si voy al Templo de las Sombras, seguro que ahí descubro algo, –sugirió, las dos chicas lo consideraron un momento, –creo que es nuestra mejor opción, –dijo Zelda finalmente, –entonces yo volveré al Palacio del Crepúsculo, a puesto a que en la biblioteca encuentro información que nos puede ayudar, –comentó Midna, antes de irse Link volvió a su habitación y tomó el collar y el brazalete, (el anillo ya lo llevaba atado a una cadena alrededor de su cuello), con la intención de dárselos a sus amigas pensando o quizás, más bien deseando que las protegiera, volvió a reunirse con ellas en las puertas del castillo y le entregó a Zelda el brazalete y a Midna el collar ambas se los pusieron inmediatamente, –sé que esto suena tonto, –dijo él después de entregárselos, –pero quiero que los lleven puesto en todo momento, –explicó, –y espero que las proteja cuando yo no pueda, –los tres se abrazaron, –buena suerte, –les deseo Zelda, –también a ti, –respondieron los dos, el chico montó a Epona y se marchó rumbo al Templo de las Sombras, Midna mientras tanto creo un portal el cual atravesó para llegar a su mundo, una vez ellos se marcharon Zelda volvió al castillo para seguir investigando.

La Ira de un DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora