La Ira de un Dios

Capítulo 10: Debilidad

El chico regresó a toda prisa hacia el castillo pues ya era de noche, Zelda lo esperaba en el vestíbulo –¿Por qué tardaste tanto? –preguntó preocupada –lo siento –se disculpó su amigo –es que perdí la noción del tiempo –respondió, ambos se miraron, ella sabía que el muchacho le ocultaba algo pero decidió no decirle nada –estoy cansado creo que ya me voy a dormir –mintió Link mientras se dirigía a su habitación sintiendo los ojos de su amiga clavados en su nuca hasta que al doblar una esquina se perdió de vista y echó a correr.

Entró en su habitación y cerró la puerta, se metió en la cama tapándose con las sábanas hasta la cabeza y lloró en silencio hasta quedarse dormido.

A la mañana siguiente bajó a desayunar, Midna y Zelda ya se encontraban allí conversando, pero al verlo entrar ambas se quedaron calladas y el chico supuso que habían estado hablando de él, se sentó frente a Midna quien no dejaba de mirarlo por el rabillo del ojo, ignorando sus miradas se sirvió algo de comer, un incómodo silencio se apoderó de toda la sala –y bien, Link –comenzó Midna –¿Qué fue lo que pasó anoche? –preguntó, el muchacho no apartó la vista de su plato –nada realmente –respondió a la defensiva –¡Vamos Link, no mientas! –exclamó Zelda enojada, él ni siquiera la miró –podrás ser el portador de la Trifuerza del Valor –le dijo ella –pero sabemos que tienes miedo y nosotras también, pero tenemos que trabajar juntos… –el chico finalmente levantó la vista, su mirada reflejaba enfado –¡No quiero que ustedes se involucren en esto! –gritó levantándose de un salto y golpeando la mesa con el puño, ellas lo miraron impactadas pues nunca lo habían visto perder la calma de esa manera –ya perdí a mi familia y no soportaría perderlas a ustedes también –hizo una pausa –no tienen idea de lo que he sufrido –dijo con voz ahogada –él me ha estado torturando –confesó –y ya sabe cual es mí debilidad –las dos chicas lo miraron atónitas –¡¿Pero…?! ¡¿Cómo?! –preguntó Zelda –ayer cuando te fuiste del cementerio, él comenzó a torturarme –les explicó –yo le grité que saliera y me enfrentara pero él sólo se burló de mí –y les relató palabra por palabra lo que Apolion le había dicho, al finalizar todos se quedaron en silencio, Link permanecía de pie con la mirada clavada en la mesa, se sentía humillado al confesar lo sucedido, Zelda miraba a su amigo sin saber que decir y Midna los miraba a ambos sintiendo como la tensión aumentaba cada vez más, finalmente y sin poder soportarlo más el muchacho dio media vuelta y salió corriendo, las dos chicas intercambiaron una mirada llena de dudas –¿Y ahora qué va a pasar? –se preguntaban.