No puedo contarte

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El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos rojizos, mientras Mina llegaba al tranquilo parque Balg-eun. Adornado con árboles frondosos y bancos de madera dispersos alrededor de un estanque sereno. Una suave brisa mecía las cortadas ramas de los árboles, creando un murmullo relajante.

La japonesa se detuvo cerca de la entrada, su corazón latía rápidamente mientras buscaba a Chaeyoung entre la gente que paseaba por el parque. Finalmente, la divisó cerca de un banco, con su rostro reflejando un poco de cansancio, aún así, la mas baja destacaba a los ojos de Mina haciéndole un nudo en el estómago al acercarse.

El nerviosismo se apoderó de ella mientras caminaba hacia Chaeyoung. Cada paso parecía cargar con la expectación de lo que estaba por venir. El crujir de las hojas bajo sus pies resonaba en sus oídos, aumentando la tensión en el aire. La coreana levantó la mirada al notar la presencia de Mina, y sus ojos se encontraron en un instante.

—Hola, Mina —saludó Chaeyoung formando una pequeña sonrisa, pero su expresión reflejaba la misma ansiedad que la mayor sentía.

—Hola, Chaeyoung —respondió Mina, devolviendo la sonrisa, aunque su voz llevaba un atisbo de nerviosismo. El ambiente se cargó de una energía especial, como si el parque quisiera escuchar todo lo que iban a hablar.

Ambas se sentaron en el banco, rodeadas por la tranquilidad del parque y a pesar de que el nerviosismo inicial empezó a ceder ante la conexión que ambas compartían, ninguna se atrevió a decir nada.

—Mina, últimamente he estado sintiendo cierta tensión emocional, y pensé... Que tal vez podrías ayudarme en calidad de psicóloga.—rompió el silencio.

La japonesa se sorprendió con lo directa que fue la mas baja.

—Oh, Chaeyoung, entiendo, pero no creo que sea apropiado.— Tragó saliva.— Además, ¿no hay otros profesionales que puedan ayudarte?... Yo conozco algunos, atienden en el mismo edificio que yo.—Limpió el sudor de sus manos contra su pantalón.

—Lo sé, pero ya confío en ti.— Comenzó a ponerse más nerviosa que antes.—Y siento que solo contigo podría abrirme completamente.

—Chaeyoung, aprecio tu confianza, pero como psicóloga, sería poco ético atender a alguien con quien, con quien te...—No alcanzó a terminar la frase

—Con quien te besaste.—Los ojos de la más joven se comenzaron a poner cristalinos.—No se volverá a repetir, lo lamento mucho.—Mina, por favor, solo necesito tu ayuda... Yo no quiero hablar de mis problemas con otra persona.

—Lo siento, pero no puedo comprometer la integridad de mi profesión.—Su corazón se apretaba con fuerza ya que estaba firme con la decisión de no ayudarla.—Sería injusto para ambas partes.—Suspiró.—Chaeyoung, esto va más allá de lo profesional. No puedo ser tu psicóloga y al mismo tiempo tener...

—Mina, solo una sesión, por favor. — La interrumpió y siguió insistiendo.—No puedo dejar de pens...—La castaña se detuvo por un momento analizando lo que estaba por decir y corrigiéndose.—Pero, por favor, necesito saber qué sientes. ¿Por qué ahora es tan difícil para ti atenderme?

—Porque, Chaeyoung, quizás no solo quiero ser tu psicóloga.—Confesó.—Lo que pasa es que tengo sentimientos por ti, y no sería justo en para mi ignorarlo.

Chaeyoung no dijo nada después de escuchar la confesión de la mayor, y por varios minutos se quedaron en silencio solo escuchando el cantar de las aves ya ubicadas en sus nidos.

—Mina, yo... no sabía que sentías así. ¿Desde cuándo?—Habló la menor, sin dejar de mirar al frente.

—No lo sé exactamente, pero he estado lidiando con estos sentimientos por un tiempo. No quería mezclar las cosas y afectar mi trabajo.

—Esto es inesperado, pero... no puedo negar que siento un poco mas relajada al escuchar esto.—Posó su mirada en la japonesa.

—¿En serio?—Preguntó Mina asombrada.—¿Por qué?

—Tal vez mi excusa para la terapia fue un intento torpe de acercarme a ti de alguna manera.—Chaeyoung rascó su nuca avergonzada.—Sentí que después de lo que pasó en tu auto ya no querrías saber mas de mi y mucho menos de lo que pasó después, debes creer que soy un problema.

—No pienso eso, ni un poco.

—Entonces... Podemos ser... ¿Amigas?

—¿Amigas?—Preguntó sorprendida a lo que Chaeyoung asintió.

Después de confesarle sus sentimientos, siendo ignorados completamente. Al menos no quedaron como psicóloga y paciente, pero «¿Así se sentía ser rechazada?» Pensó.

Mina se levanto de la banca, sintiendo inmensas ganas de escapar del lugar.

—Bien, Chaeyoung debo irme, tengo que acompañar a Sana a comprar algunas cosas.—Mintió.—Hablame si necesitas algo, si puedo, ayudaré.

—Gracias Mina.—La coreana le sonrió genuinamente.—Nos vemos.

Mina se dio la vuelta y comenzó a caminar a pasó normal sin verse muy apurada en irse. Se sentía avergonzada por haberse confesado de una manera tan abrupta y directa, sin tener en cuenta los sentimientos de Chaeyoung. Se preguntaba cómo pudo haber malinterpretado las señales y sentirse tan tonta por haberlo hecho.

La vergüenza la invadió, haciéndola sentir como si se hubiera expuesto demasiado y ahora quedaba en evidencia. Se sentía confundida, tratando de entender cómo pudo haber llegado a esa situación. Se cuestionaba sus propios sentimientos y acciones, sintiéndose perdida en un mar de emociones contradictorias.

Se sentía abatida y vulnerable, deseando poder retroceder en el tiempo y evitar haber hecho esa confesión. Ahora tendría que lidiar con las consecuencias de sus acciones y encontrar una manera de seguir adelante, aceptando que las cosas entre ella y Chaeyoung habían cambiado o quizás nunca lo harían.

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⏰ Última actualización: Mar 15 ⏰

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