Una pequeña luz comenzó a titilar en el autobús, indicando que me abrochara el cinturón, tome la hebilla y la encastre junto a la otra, miro por la ventana y noto que ya puede apreciarse la hermosa ciudad de San Francisco.
Comencé a sentir distintas sensaciones por mi cuerpo, un poco de nauseas por estar tantas horas sentada, pero principalmente una especie de revolución en mi corazón de tan fuerte que late. Siento muy dentro mío que todo va a cambiar a partir de hoy.
Al llegar a la terminal de buses, tome mis cinco maletas, camine con todas ellas por algunas calles hasta por fin poder hacer que algún taxi se dignara a frenar para llevarme hasta Stanford, mi primera parada. Sé que posiblemente debí dejar las maletas en casa de Helena, pero la verdad es que estoy tan ansiosa por ver que todo mi papeleo este en orden que la verdad ya no puedo esperar más.
Por fin llegué, al lugar con el que soñé durante casi toda mi vida. Logro superar todas las expectativas que tenía, era incluso aún mejor que en fotos. El edificio era tan grande que ocupaba varias manzanas, si se lo viera por Google maps posiblemente se lo podría confundir con un barrio completo, tal vez exagero, pero en serio es increíblemente enorme, con un diseño arquitectónico que sin lugar a dudas tiene que ser considerado como arte contemporáneo.
En la entrada principal hay muchísimo césped de un color más verde que el mismísimo verde, si es que eso es posible. Acompañado por múltiples flores de distintas especies y colores que forman de manera minuciosa el espectacular símbolo de la universidad ¿Es eso posible? ¡Claro que lo es! El logo es simplemente perfecto, la letra S de color roja perfectamente enmarcada con detalles de flores color verde musgo, otras flores blancas y otro color beige, con algunas líneas delineadas con rosas.
Una imagen completamente exquisita de apreciación para el ojo humano, tan perfecta que es imposible de ser captada por la cámara de mi iPhone.
¿Ya mencioné que es perfecto? Tal vez unas siete veces, pero ¿por qué no mencionarlo ocho? ¡Su logo es perfecto!
Bueno tal vez exagero, pero es cierto que es algo soñado. Antes de ingresar recorrí un poco más, no podía evitar estar encandilada con su belleza. Esto definitivamente supera toda ficción de película estadounidense de adolescentes universitarios.
Caminé hacia una especie de lugar administrativo que quedaba al fondo de un pasillo dentro del edificio, había una larga fila de estudiantes acompañados de sus maletas, recibí algunas miradas al respecto ¿Es que nunca vieron a una chica con cinco maletas? ¡En algún lugar tenía que guardar mis Zapatos favoritos!
Por suerte para mí, la fila avanzo rápido. Me registre en tan solo minutos y oficialmente me transforme en una universitaria, excelente. Sin embargo, al tener una beca no me permiten formar parte de una fraternidad, por más que mi madre haya sido parte de Alfa Omega por solo unos meses.
De todas formas, no me interesa tanto eso, por lo menos no por ahora. Tengo donde hospedarme y eso me deja un poco tranquila, aunque bueno tengo que ser consciente de que no puedo vivir toda la vida en la casa de la mejor amiga de mi madre.
Salí de Stanford, no sin antes volver a echarle un vistazo con el que acompañé con suspiro cargado de emoción. Pare un taxi y me dirigí hasta las afueras de San Francisco en donde Helena tiene su casa, mi próximo destino: La casa de la familia Sproud.
El señor Sproud es el marido de Helena, creo que se llama Michael. Lo he visto tal vez solo tres o cuatro veces en toda mi vida, o eso creo ya que es un hombre que trabaja demasiado. Tienen un hijo con el que jugaba cuando era pequeña, es un año más grande que yo, y por lo poco que recuerdo solíamos pelearnos por quién se comía la primera galletita con relleno de crema, o por quien usaría el muñeco del capitán América cuando jugábamos con sus juguetes. No tengo muchos recuerdos nítidos, pero solíamos llevarnos bastante bien así que espero que no sea un impedimento para convivir en paz.
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Vivir contigo .
RomanceDicen que el amor está a la vuelta de la esquina, bueno eso es algo que la ilusa Emma Colombo de dieciocho años creería sin cuestionarse ni una sola palabra de dicha oración. Mi historia comenzó mucho antes de lo que yo esperaba, mucho antes de lo q...