Un vampiro chupa sangre, que chupo mi alma con su lengua

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Las semanas siguieron pasando, dando casi por finalizado el mes más estresante de la universidad, Octubre. Lleno de exámenes y entregas de trabajos de múltiples materias.

Se siente en el ambiente el delicioso aroma a caramelo, chocolates y diferentes golosinas. El campus está decorado de manera tenebrosa con calabazas perfectamente talladas con caras monstruosas. Hay fantasmas de colores que cuelgan de los techos, tela de arañas realizadas con tela vieja y por sobre todo niños que se pasean cerca de la universidad con sus lindos disfraces por la fabulosa festividad de la noche de todos los santos, mejor conocida como Halloween.

Se dice que la fraternidad Kappa Alpha es la encargada de realizar las mejores fiestas del terror en la historia del campus, aunque suele ser muy difícil organizarse con tantos trabajos, proyectos y exámenes siempre se la rebuscan para hacerlo con gran éxito, o eso dice Zac. Estoy colapsada de exámenes, dudo mucho tener tiempo de ir a una fiesta de disfraces, si apenas tengo tiempo para dormir.

Sin embargo, no hay que olvidar que vivo con la persona más intensa y adicta a las fiestas de todo el mundo. Por lo que cada dos por tres viene a molestar a mi cuarto para que yo acceda a ir a la fiesta de esta noche.

Claro que yo solo le dedico muecas, de verdad tengo que aprobar los exámenes con notas altas para no perder mi beca universitaria.

También recibí unos cuantos mensajes de Whatsapp de Cassie, ella también tiende a ponerse intensa con estas cosas. Es que, si bien ella también está en la misma situación que yo, se le da más fácil entender la complejidad de la célula eucariota dentro de su esquema, mientras que yo sigo aquí intentando no quemarme las pestañas por tanta lectura.

Miro el reloj, son las doce y media del mediodía, mi estomago ruje un poco. Intento calmarlo con un café que ya se enfrió hace como tres horas, pero no logro hacerlo.

Escucho como golpean la puerta del cuarto, con una voz irritante llamándome del otro lado, Zac.

—¡Mofletitos! ¿Sigues estudiando? ¿No te cansas de tantas letras?

No hace más de diez minutos que vino por última vez, sí que es insistente.

—Sigo estudiando, Zac ¿tú no te cansas de ser tan insistente?

Escucho como se ríe detrás de la puerta.

—Como es la gente de malagradecida ¿Puedo entrar? ¿o acaso estás en ropa interior? ¿O tal vez no quieres que entre en realidad porque estas con un amante? ¿Puedo? ¿Puedo? ¿Puedo? ¿Puedo?

Ahí está el chico maduro, tan maduro como niño de cinco años.

—Pasa de una vez por todas y ya déjame respirar, aunque sea un poco.

Ingreso rápido a mi cuarto y se zambulló hacia mi cama como si fuese como una pluma ligera, claro que casi destruye los caños que sostienen mi pobre colchón.

—Últimamente no hablamos casi nada, te la pasas encerrada.

—Es que vienen los exámenes y estoy preocupada.

En realidad es cierto, estos últimos días solo salgo de mi cuarto para ir a la universidad, para luego regresar y encerrarme a estudiar por horas.

—El almuerzo está listo, por eso vine a buscarte. Últimamente casi ni comes, tienes que reponer energía.

—Que amable de tu parte ¿Seguro que no vienes a pedirme otra cosa?

—¿Sabes cuál es la mejor manera de reponer energía?

Lo supuse.

—¿Cuál?

—¡Una noche de fiesta conmigo!

Vivir contigo .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora