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—¡Mamá, papá!— exclamó la joven chica rubia —¡Ya me voy a la universidad!

—Hermana— llamó la voz de un pequeño niño —¿Regresarás muy tarde?

—Tratare de volver temprano, te prometí llevarte a la exposición del avance tecnológico en el museo de la ciudad. Y sabes que tu hermana, jamás...

—Si, si— intervino la dulce voz de una mujer —Tu nunca rompes una promesa.

—Sabes mamá, si dejaras de ser tan sarcástica podrías aprender a cocinar en lugar de comprar pizza los fines de semana en que te toca hacer la cena.

—Tu padre es el maestro de la cocina, yo solo soy el conejillo de indias que prueba sus recetas.

—Sin nosotros, tu podrías morir de hambre.

—Mami— El niño corrió a brazos de su madre —Eli me llevará a la exposición tecnológica.

—Supongo que mi pequeña Da Vinci esta emocionada por mostrarte su gran invento que será exhibido en la exposición— una voz masculina, centro la atención de los presentes en un hombre que sonreía orgulloso.

Papá, te he dicho que no me llames así... Ni siquiera es mi apellido.

—Si, no vaya a ser que la avergüences frente a su novio.

—¡Mamá, la abuela te dijo que no me molestara con eso!

—Pero tu abuela aún sigue de viaje en el extranjero, aquí que no tienes quien te defienda más que tu noviecito.

—¡Mamá!— reclamó la rubia sonrojada.

La puerta de aquel calido hogar se abrió de golpe, mostrando el rostro de un joven sonriente, quien traía una rosa en sus manos.

—Te he dicho que antes de entrar a la casa de Elisa, primero toque las puerta— reclamó un apuesto joven de anteojos.

—Vamos primo, no seas tan malo con el, esta emocionado por ver a Elisa— una joven de tez morena, hermosa como una sirena, defendía al joven enamorado.

—Vamos, no es nada del otro mundo esta situación— argumentó una segunda chica —Eli, vinimos a felicitarte. Erick prometió llamarte en cuanto terminara de unos asuntos en la empresa familiar de su padre.

—Bendito sea el día en que conseguimos un amigo adinerado. El siempre compra las donas— bromeó Elisa.

—Felicidades por tu logro, Elisa— la morena abrazo a la chica.

—Gracias Paulette.

—Vamos Pablo— la ojizarca golpeó levemente el hombro del chico —No seas tímido.

Destino (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora